La verdad es que yo nunca había sido un cinéfilo empedernido. Hasta hace unos años quizá, cuando empecé a comprender que tras este mágico arte había algo más que entretenimiento y diversión. Posiblemente, fuera cuando me dí cuenta de que lo que verdaderamente se esconde tras este preciado y precioso arte sea la magia de saber desembocar unos sentimientos en el espectador, hacerle palpar unas emociones, impregnarle con lo que se está contando en pantalla.
Y creo que hacía tiempo que no me sentía tan impregnado con algo tan escueto, probablemente porque tras este corto se esconda ese pequeño secreto que engrandece al cine, esa ilusión, esa fascinación por la magia de un arte que, a principios de siglo pasado, era algo prácticamente novedoso y que buscaba experimentar, otorgar esa fantasía al espectador, y dejarle soñando en un halo de fascinación y asombro.

Puede que algunos lo vean más como una curiosidad, un documento de interés dentro de este gran arte, pero de bien seguro a los más entusiastas les llenará de vigor. El vigor con que empapaban esos nuevos cineastas cada uno de sus fotogramas, el vigor que pretendían transmitir a través de la ilusión de un nuevo mecanismo para generar fantasía y, además de intentar lograr una transmisión de sensaciones, despojarles de su rutina y sumergirles en un mundo totalmente distinto.
Como es lógico, en ella quizá no se hallarán grandes valores técnicos, pero sí valores fílmicos muy importantes que hoy en día parecen haber perdido peso ante tanta modernización y tanta frialdad en el uso de las nuevas técnicas, que incurren más en generar un espectáculo que en trasladar al respetable a un mundo totalmente distinto y prodigioso.
No se lo pierdan. Es único.