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Voto de Ferdydurke:
7
7.6
2,767
Drama. Romance
Suecia, siglo XVII. Durante la guerra de los Treinta Años (1618-1648) muere, en la batalla de Lutzen, el rey Gustavo Adolfo de Suecia. Hereda el trono su hija Cristina, que desde la infancia se entrega en cuerpo y alma a los problemas de estado, lo que la lleva a renunciar al matrimonio con el principe Carlos Gustavo, héroe nacional y el pretendiente preferido por todos. Sin embargo, Cristina se enamora profundamente de Don Antonio, ... [+]
15 de octubre de 2020
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Queen. Banderas y trompetas. Antonio. Un caballero español le hace la corte a una reina que parece que no se hace la sueca. Chocolat. Broma real. La isla de la luna.
Vaya fiesta. Qué hermosa. Cuánta gracia e inteligencia. Elegancia.
Érase una vez. Hubo un tiempo muy lejano, allende el tiempo, en que fuimos los mejores, sinónimo de pasión, valor, gallardía, bizarría, cultura, conocimiento, fuerza y certeza, de sexo y muerte, de verdad y animal poder, tan grandes que hasta los de Hollywood nos sacaban cantares, no como ahora, que no valemos ni para echarnos a los perros, damos risa y pena, siglos enteros cayendo por el desbarrancadero hasta llegar a esta sima abisal, vía muerta, perfecta y ridícula bancarrota, asolada, afrentosa, sierva.
La película es estupenda, un cuento de hondura contado con la sencillez de una nana, una enorme mentira narrada con plena certeza, enorme esmero y mucha grandeza, un gran tebeo con un guion lleno de ingenio y una añeja mirada de cine ya tristemente perdido, por un lado muy maduro y adulto, por el otro como para niños, un juego serio, recuerdo bonito.
La Historia del mundo resumida en cromos, viñetas animadas llenas de vida mamotreta.
Ella es maravillosa, siempre fue una actriz lista y sarcástica, de mirada que desnuda, que se ríe de la comedia del mundo y no se cree nada, también de alto ideal amoroso y delicada vulnerabilidad cuando tocaba, ese plano final es oro puro y ni hablar del contraste genial ente el primer momento en el que viste como un hombre y la posterior aparición como bella y regia mujer, espectacular; él, en cambio, es un poco petimetre, simpático pero no está a la altura imperial de ella.
Cae un poco a la mitad, toda la intriga palaciega, pero el principio y el final son asombrosos.
No importa tanto por sus grandes temas, deber versus amor y esas chorradas, como por su alada pericia y alta galanura, por el mecanismo engrasado que es toda ella.
Vaya fiesta. Qué hermosa. Cuánta gracia e inteligencia. Elegancia.
Érase una vez. Hubo un tiempo muy lejano, allende el tiempo, en que fuimos los mejores, sinónimo de pasión, valor, gallardía, bizarría, cultura, conocimiento, fuerza y certeza, de sexo y muerte, de verdad y animal poder, tan grandes que hasta los de Hollywood nos sacaban cantares, no como ahora, que no valemos ni para echarnos a los perros, damos risa y pena, siglos enteros cayendo por el desbarrancadero hasta llegar a esta sima abisal, vía muerta, perfecta y ridícula bancarrota, asolada, afrentosa, sierva.
La película es estupenda, un cuento de hondura contado con la sencillez de una nana, una enorme mentira narrada con plena certeza, enorme esmero y mucha grandeza, un gran tebeo con un guion lleno de ingenio y una añeja mirada de cine ya tristemente perdido, por un lado muy maduro y adulto, por el otro como para niños, un juego serio, recuerdo bonito.
La Historia del mundo resumida en cromos, viñetas animadas llenas de vida mamotreta.
Ella es maravillosa, siempre fue una actriz lista y sarcástica, de mirada que desnuda, que se ríe de la comedia del mundo y no se cree nada, también de alto ideal amoroso y delicada vulnerabilidad cuando tocaba, ese plano final es oro puro y ni hablar del contraste genial ente el primer momento en el que viste como un hombre y la posterior aparición como bella y regia mujer, espectacular; él, en cambio, es un poco petimetre, simpático pero no está a la altura imperial de ella.
Cae un poco a la mitad, toda la intriga palaciega, pero el principio y el final son asombrosos.
No importa tanto por sus grandes temas, deber versus amor y esas chorradas, como por su alada pericia y alta galanura, por el mecanismo engrasado que es toda ella.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
Sorprendente, bellísimo final, muy seco y poético.
No se puede tomar en serio nada de lo que pasa, no hay ningún rigor históricamente hablando, más allá de que esté basada en personajes reales y de que juegue con suave levedad con verdades y leyendas, con alusiones y culturas, es todo una chufla salsera y salerosa, pero como artefacto dramático exuda verdad, exactitud, precisión, pureza.
El mejor momento es cuando después de amansar a las fieras, con su enorme valor y tremenda presencia, que se la querían a la pobre comer viva, pasar por encima, como a Maria Antonieta, asaltar el palacio de invierno como con los Romanov, los cielos, la Bastilla, Versalles, Moliere, Descartes, ese poblacho absurdo, amañado, manipulado, pone ella cara como de escepticismo y resignación, mucho cansancio durante años acumulado, como diciendo para sí vaya masa mezquina que me ha tocado en suerte, cuánto lerdo y borrego, qué cruz, qué desgracia la mía.
Todo el juego de engaños en la posada, todo eso es fabuloso, el crescendo, los diálogos, las elipsis, los equívocos, el teatro, lo sugerido, lo que se avecina, la tensión sexual no resuelta que rebosa, confusa, se desparrama, llama suelta, España, Velázquez, Calderón de la Barca, Suecia, las suecas, Greta y los Garbo, María Cristina me quiere gobernar y toda la pesca. Y la risa socarrona y feliz de ella de temible solterona antes de darse cuenta de que una mujer no puede conocer la felicidad y sentirse completa, plena y llena, y bella, verdaderamente ella, hasta que no yace en los brazos recios de un hombre, si es español, mucho mejor, cohabita, encama, encarta, ¿puede haber algo más revolucionario, dichoso y temerario que eso, dadaísta, salvaje, desequilibrante, peligroso? Mucho que no me temo. La liberación femenina se traduce en la pasión hacia lo masculino, hacia el otro, que la completa y crea, eleva y recrea.
La escena en la que ella se pasea por la habitación para tener posteriormente algo que recordar, la tristeza que vendrá a cambio de la actual felicidad, como en "Tierras de penumbra", el merodeo silencioso por un espacio condicionado por el tiempo como en Woolf en "Al faro".
Hay coherencia en el planteamiento, o cumples con lo tuyo, con tu jodido oficio, o te das gusto y mandas todo al carajo, todo no se puede, los reyes son solo monedas de intercambio, piezas en el tablero de ajedrez, peones obedientes que obedecen a los verdaderos intereses, no ridículos individuos pendientes de las ocurrencias estúpidas de Cupido.
No se puede tomar en serio nada de lo que pasa, no hay ningún rigor históricamente hablando, más allá de que esté basada en personajes reales y de que juegue con suave levedad con verdades y leyendas, con alusiones y culturas, es todo una chufla salsera y salerosa, pero como artefacto dramático exuda verdad, exactitud, precisión, pureza.
El mejor momento es cuando después de amansar a las fieras, con su enorme valor y tremenda presencia, que se la querían a la pobre comer viva, pasar por encima, como a Maria Antonieta, asaltar el palacio de invierno como con los Romanov, los cielos, la Bastilla, Versalles, Moliere, Descartes, ese poblacho absurdo, amañado, manipulado, pone ella cara como de escepticismo y resignación, mucho cansancio durante años acumulado, como diciendo para sí vaya masa mezquina que me ha tocado en suerte, cuánto lerdo y borrego, qué cruz, qué desgracia la mía.
Todo el juego de engaños en la posada, todo eso es fabuloso, el crescendo, los diálogos, las elipsis, los equívocos, el teatro, lo sugerido, lo que se avecina, la tensión sexual no resuelta que rebosa, confusa, se desparrama, llama suelta, España, Velázquez, Calderón de la Barca, Suecia, las suecas, Greta y los Garbo, María Cristina me quiere gobernar y toda la pesca. Y la risa socarrona y feliz de ella de temible solterona antes de darse cuenta de que una mujer no puede conocer la felicidad y sentirse completa, plena y llena, y bella, verdaderamente ella, hasta que no yace en los brazos recios de un hombre, si es español, mucho mejor, cohabita, encama, encarta, ¿puede haber algo más revolucionario, dichoso y temerario que eso, dadaísta, salvaje, desequilibrante, peligroso? Mucho que no me temo. La liberación femenina se traduce en la pasión hacia lo masculino, hacia el otro, que la completa y crea, eleva y recrea.
La escena en la que ella se pasea por la habitación para tener posteriormente algo que recordar, la tristeza que vendrá a cambio de la actual felicidad, como en "Tierras de penumbra", el merodeo silencioso por un espacio condicionado por el tiempo como en Woolf en "Al faro".
Hay coherencia en el planteamiento, o cumples con lo tuyo, con tu jodido oficio, o te das gusto y mandas todo al carajo, todo no se puede, los reyes son solo monedas de intercambio, piezas en el tablero de ajedrez, peones obedientes que obedecen a los verdaderos intereses, no ridículos individuos pendientes de las ocurrencias estúpidas de Cupido.