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Voto de Ferdydurke:
6
5.7
8,466
Thriller. Acción. Terror
Red (Nicholas Cage) es un leñador que vive alejado del mundo junto al amor de su vida, Mandy (Andrea Riseborough). Un día, mientras da un paseo abstraída en una de las novelas de fantasía que suele leer a diario, Mandy se cruza sin saberlo con el líder de una secta que desarrolla una obsesión por ella. Decidido a poseerla a cualquier precio, él y su grupo de secuaces invocan a una banda de motoristas venidos del infierno que la raptan ... [+]
13 de julio de 2022
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Undergorund. Underworld.
Tarantino, Kill Bill, Lynch, Inland Empire, Terciopelo azul, Stranger Things, Hellraiser, Deliverance, La matanza de Texas, Mad Max, Tu madre se ha comido a mi perro, Los Ángeles del Infierno, El motorista fantasma, True Detective, el de Drive, The Neon Demon, Black Sabbath, Conan el bárbaro.
El mal absoluto está formado por la religión, frikis de Jesús, el sexo, yo te la chupo si eso, drogas malas, LSD, hablas raro, las motos, tontos, y, claro, la música, huye de los cantautores.
Parece arte y ensayo y no puede ser más convencional la historia. Parece tremenda y no puede ser más cachonda la broma, macabra. Gozada. Tontorrona. No apta para puritanos (también) del estilo, tantos. Crudo.
King Crimson y Cielito lindo.
Cage se ríe de sí mismo. Para eso hemos quedado. A mucha honra. Bravo. No hay otra.
En América siempre se está cociendo algo espantoso en las afueras, por mucho que todo parezca tranquilo y placentero, el progreso, hay gente que se está afanando en horrores, indescriptibles, monstruosos, hay otros mundos en este contenidos, muchos más de los que imagina tu mansa servil filosofía, nada es lo que parece, sale el negro de Depredador. ¿Está igual?
Todo nace de Pulp Fiction, cuando Bruce Willis coge, de entre otras sabrosas opciones, la katana y parte la pana.
El (también el guerrero, probablemente el número trece) rojo y ella es estupenda. Zhang Yimou.
No tiene ningún sentido pero está muy bien contada/hecha, a la juerga.
El bosque. La bruja. Cronenberg. Crash.
Tarantino, Kill Bill, Lynch, Inland Empire, Terciopelo azul, Stranger Things, Hellraiser, Deliverance, La matanza de Texas, Mad Max, Tu madre se ha comido a mi perro, Los Ángeles del Infierno, El motorista fantasma, True Detective, el de Drive, The Neon Demon, Black Sabbath, Conan el bárbaro.
El mal absoluto está formado por la religión, frikis de Jesús, el sexo, yo te la chupo si eso, drogas malas, LSD, hablas raro, las motos, tontos, y, claro, la música, huye de los cantautores.
Parece arte y ensayo y no puede ser más convencional la historia. Parece tremenda y no puede ser más cachonda la broma, macabra. Gozada. Tontorrona. No apta para puritanos (también) del estilo, tantos. Crudo.
King Crimson y Cielito lindo.
Cage se ríe de sí mismo. Para eso hemos quedado. A mucha honra. Bravo. No hay otra.
En América siempre se está cociendo algo espantoso en las afueras, por mucho que todo parezca tranquilo y placentero, el progreso, hay gente que se está afanando en horrores, indescriptibles, monstruosos, hay otros mundos en este contenidos, muchos más de los que imagina tu mansa servil filosofía, nada es lo que parece, sale el negro de Depredador. ¿Está igual?
Todo nace de Pulp Fiction, cuando Bruce Willis coge, de entre otras sabrosas opciones, la katana y parte la pana.
El (también el guerrero, probablemente el número trece) rojo y ella es estupenda. Zhang Yimou.
No tiene ningún sentido pero está muy bien contada/hecha, a la juerga.
El bosque. La bruja. Cronenberg. Crash.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
El héroe limpia la suciedad de la sociedad, toda la escoria que supura, las reverberaciones de una enfermedad profunda y oculta. Pero para hacerlo necesita despertar de su sopor ignorante, nada sabe o como mucho solo intuye (comenta lo de irse), a través de la violencia en carne propia y, sobre todo, amada ajena, de la muerte que es la mejor maestra, y necesita también de alguna manera convertirse en lo otro, en aquello contra lo que lucha, que el mal haga cuerpo en él, que le atraviese el alma para así poder comprenderlo, hacerlo suyo (no rechazarlo de forma hipócrita o cobarde como si no tuviera nada que ver con ello), combatirlo de tú a tú, desde dentro hacia fuera, ese es el proceso.
Es extraño, es como si la forma peleara con el contenido, como si la primera se sintiera decepcionada con la calidad del segundo, como si dijera, tanto esfuerzo mío para tan poco resultado tuyo, yo me dejo la piel en el intento, la salud y la vida, pregunto lo inefable, planteo lo insondable, rasgo el misterio más arcano y vas tú y me respondes con las más simples y banales puerilidades, traduces mi metafísica torturada en un alma de baratillo, reconduces mi torturada conciencia en un lenguaje para lerdos, yo te denuncio.
Quizás sea ese el espíritu yanqui, su esencia, la gran y auténtica tragedia americana, su incapacidad para expresar de verdad lo que son o sienten, la imposibilidad de fundir la poesía con la prosa, su miedo a explorar los últimos límites del conocimiento (caerse de culo que diría Azcona ante lo inconcebible) o de la visión más incandescente, su rendición sumaria al espectáculo más charcutero pulp para todos los públicos sedientos de costumbre y seguridad, de timo y tópico.
O tal vez lo contrario, sea esa la clave de su éxito, el asumir que no hay manera, que no hay nada que decir en última instancia, que todo es broma y tontería, juego, parajoda, que hay que tomárselo a risa y conformarse con pasar el rato, matar el tiempo, que pretender lo contrario es hacerse trampas al solitario, tener ínfulas desmedidas que no te llevan a ninguna parte, o al mismo sitio siempre, a ese callejón sin salida, quién sabe.
Es extraño, es como si la forma peleara con el contenido, como si la primera se sintiera decepcionada con la calidad del segundo, como si dijera, tanto esfuerzo mío para tan poco resultado tuyo, yo me dejo la piel en el intento, la salud y la vida, pregunto lo inefable, planteo lo insondable, rasgo el misterio más arcano y vas tú y me respondes con las más simples y banales puerilidades, traduces mi metafísica torturada en un alma de baratillo, reconduces mi torturada conciencia en un lenguaje para lerdos, yo te denuncio.
Quizás sea ese el espíritu yanqui, su esencia, la gran y auténtica tragedia americana, su incapacidad para expresar de verdad lo que son o sienten, la imposibilidad de fundir la poesía con la prosa, su miedo a explorar los últimos límites del conocimiento (caerse de culo que diría Azcona ante lo inconcebible) o de la visión más incandescente, su rendición sumaria al espectáculo más charcutero pulp para todos los públicos sedientos de costumbre y seguridad, de timo y tópico.
O tal vez lo contrario, sea esa la clave de su éxito, el asumir que no hay manera, que no hay nada que decir en última instancia, que todo es broma y tontería, juego, parajoda, que hay que tomárselo a risa y conformarse con pasar el rato, matar el tiempo, que pretender lo contrario es hacerse trampas al solitario, tener ínfulas desmedidas que no te llevan a ninguna parte, o al mismo sitio siempre, a ese callejón sin salida, quién sabe.