Nunca me interesó ni vi "Los vigilantes de la playa", creo que con dos o tres episodios de "El coche fantástico" quedé más que vacunado del bueno de David Hasselhoff. Supe, eso sí que en dichos vigilantes salía una chica rubia estupenda con un bañador rojo más que sugerente cuyo rol en la serie básicamente era lucir palmito. Un desgraciado ejemplo más de la cosificación de la mujer en general y de las actrices en particular. Y uno, que por aquel entonces andaba enamorado fílmicamente de Debra Winger nunca más prestó atención a Pamela Anderson ni a su famoso video de marras con su marido Tommy Lee, un batería de la banda de glam metal Mötley Crüe, desconocida para un servidor que se quedó en los 70 con los Zeppelin, King Crimson, Depp Purple..., en fin.

Ahora al cabo de un cuarto de siglo Robert D. Siegel aprovecha los sucesos del robo de aquella cinta para presentarnos una historia de amor arrebatador, pasional, impulsivo y canalla destrozado por aquellos que sacan sustanciosa tajada de propagar en los inmisericordes vientos mediáticos las intimidades de los famosos, incluso ellos mismos. Aún eran tiempos de paparazzis y papel couché y pronto descubrimos que internet podía dejarnos en todo el globo con el culo y todo lo demás al aire en cuestión de segundos ya sean imágenes reales o falseadas con la sacrosanta varita mágica digital.

El retrato ficcionado de Anderson y Lee los presenta como víctimas y en buena parte los dulcifica, sobre todo a él escamoteando los aspectos más turbios de su relación. Él fue condenado a 6 meses de cárcel por agredir a su amor. Ambos no han querido saber nada de la miniserie. Lo que realmente interesa de esta es el retrato de una época donde se dio el pistoletazo de salida a vender cuerpos y almas miserablemente en los medios por un puñao de parné, una producción notable y sobre todo el trabajo actoral del elenco, más que sobresaliente en el caso de la inglesa Lily James que borda su personaje sea real o no.

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