Estamos ante un Clint Eastwood director primerizo, que buscaba un ensayo fresco, libre e inverosímil de todo aquello que había interpretado en los 70.
El planteamiento promete y el tono irónico, sarcástico y brutal de sus diálogos iniciales hace pensar que la película va a resultar muy graciosa y sorprendente. También hay química entre la pareja protagonista.
Pero a Clint no le interesaba el guión y la historia en exceso, de esta manera, se dedicó a rodar y montar secuencias de acción memorables, desmedidas y cargadas de excesos: el tiroteo de la casa, la persecución entre la moto y el helicóptero y, como no, la ruta suicida final.
Pobre argumento, un sinsentido mayúsculo y un progresivo empacho de disparos, tiros y persecuciones que no apuntan a nada en concreto. Interesante cuanto menos.