Pseudo ciencia-ficción edulcorada del más kitsch y cursi melodrama que puedas imaginar.
Se las quiere dar de profunda, pero nada más lejos de la realidad.
Recuerda mucho a otra estafa, como es "Interstellar".
Unos marcianos calamares que vienen en son de paz a pedirnos colaboración futura (entonces por qué diablos vienen en 12 enormes naves temibles); a cambio, nos darán el secreto de dominar la cuarta dimensión, el tiempo; a todo esto, el lenguaje universal del cosmos, las matemáticas, se omite y se recurre al viejo truco lingüístico y sus limitaciones de código. Ya tenemos el conflicto, ya tenemos la película.
Y lo más importante, si los extraterrestres conocen el futuro, por que no se limitan a entablar contacto con la Dra. Banks y punto. Engaño y fraude por doquier.
La lengua es el último elemento que se utilizaría en un presunto intercambio con otra civilización alienígena (además, que disparen tinta (como los calamares terrestres) para escribir dibujando círculos, parece una tomadura de pelo). Antes estarían las matemáticas o, incluso, la música (frecuencias), como medio más coherente y lógico de contacto.
Pero lo más chocante es como una civilización tan adelantada, no puede dominar el ínfimo y limitado código lingüístico anglosajón y reproducirlo con audios o textos (otra perogrullada más, como la de ponerles bombas en su nave al estilo de la ETA).
En realidad, es una película más de viajes en el tiempo, por cierto, aburrida como pocas aunque, eso sí, muy bien hecha y espectacularmente ambientada y diseñada. Se trata del debut de Villeneuve en la ciencia-ficción.