-Hablemos del Paco Plaza director:

Paco Plaza es un director mediocre hasta decir basta. Y lo es más cuando a lo que se dedica es al "terror" entre comillas. Su mejor película no es suya, es de Jaume Balagueró, hablo claro de Rec. Es curioso como un tipo, quitando su catadura moral en la que ahora entraré, de tan poco talento puede abrirse paso en la industria patria y otros lo tienen imposible. Fue Balagueró, un tipo con muchísimo más talento a todos los niveles quien le hizo el favor de ponerle como codirector y, desde entonces, le han dado dinero para que perpetre sus bodrios, uno detrás de otro. Malos guiones, su mala dirección y sus malos actores (excepto cuando encandiló al gran Tosar en otro bodrio).

-Hablemos de quien le da el dinero:

¿Quién le suele dar el dinero para ello? Pues otro fiestero, que va de joven por la vida y que también mantiene una relación con una chica mucho más joven y que es evidente que gracias a él está haciendo carrera ahora como guionista. Hablo de Enrique Lavigne, el productor al que le gusta mucho mas lo que rodea al cine que el cine mismo, nada inusual en los productores de este país que de cine entienden poco o nada, pero con el añadido de que él parece salido de unos años pasados en el cine norteamericano donde los productores se creían estrellas del rock y como viejos verdes con su dinero y su presunto "glamour" (cero, el dinero afortunadamente no da la clase) se llevaban a las jovencitas ávidas de escalar puestos a la cama y a la parranda, con drogas y todo lo que se tercie por medio. Da mucho repelús, lo sé, y parece salido de una película norteamericana de excesos y tipos sin escrúpulos, canallas que se creen por encima del bien y del mal y que encuentra en sus círculos quien se lo permite y quien disfruta de sus mismas inclinaciones cuanto menos reprobables moralmente. Uno de estos tipos que le ríe las gracias al tal Apachete (se hace llamar así) es este otro tipo llamado Paco Plaza.

-Hablemos de la película:

Verónica no se sostiene bajo ningún tipo de vista artístico. Su guion hace aguas por todos lados y llegan momentos de auténtica vergüenza ajena tanto por trama como por giros o por la interpretación de la protagonista, una tal Sandra Escacena a la que no conocía nadie y que, con 16 años se lio con el tal Paco Plaza de casi 50, bajo el consentimiento de los padres de ella. Suena tan vomitivo como fue. La chica no tiene ni idea de lo que es interpretar, suelta las frases como quien se ha estudiado la tabla de multiplicar, no hay verdad en ni uno solo de los gestos que vemos en cámara, en ni uno solo de los sentimientos que pretende expresar. Es normal, no tenía (y creo que sigue sin tener) formación ninguna, y, sobre todo, era una niña cuando la rodó. Lo sabía bien su director.

-Hablemos de la vergüenza:

El dúo calavera, el productor -y su novia- y el director -y sus niñas-, ambos viejos con tendencias... en fin mejor me callo, ambos hedonistas dentro del marco que les da el dinero, perpetran una basura detrás de otra ¿y quién se lo impide? Apachete parece intocable, sigue produciendo lo que quiere y como quiere en medio de sus fiestas, la novia, crítica de cine, dueña de un bar que le ha puesto su novio productor y ahora ya guionista (por si no teníamos bastante mierda, ahora le producirá la basura que escriba) y el tipo Paco Plaza siguen haciendo películas que son una mierda pinchada en un palo, con guiones que se olvidan de la estructura básica, que no avanzan ni tienen tensión, que dan vueltas sobre sí mismas, que en ocasiones (muchas) tienen diálogos que dan vergüenza ajena y con una dirección efectista que huele a naftalina y que aburre a todos: a los que buscan arte en una película y a los que buscan entretenimiento. La niña de Verónica es ya mayor de edad y no ha hecho apenas nada más, no tiene talento, pero es portada de revistas y tiene muchos seguidores en Instagram. Buena carrera.

-Hablemos de una realidad:

Esto es un pequeño episodio, un apunte de la realidad de nuestro cine. En manos muchas veces (no todas) de este tipo de gente. Gente que vive de puta madre, entre fiesta y fiesta, entre jóvenes en su cama y entre drogas caras. Que son amiguitos de farra y de hacerse sus películas, que hacen mucho dinero con ingredientes de escaso talento y que encima tenemos que reírles las gracias (los que más se las ríen son los críticos de cine, vergüenza me daría a mí que me compraran de esa manera).

-Hablemos de una esperanza:

No, yo no se las río. Ojalá podamos cambiar las cosas y extirpar del cuerpo enfermo que es ahora mismo nuestra industria los tumores que tiene, que son unos cuantos. Casi todo lo que producen es mierda, dentro y fuera del cine. Pero esperemos que si la gente quiere (el espectador siempre tendrá el poder de cambiar todo lo que quiera con el fácil hecho de no ver lo que se produce) se les empiece a acabar el cuento pronto, no mañana, tampoco pasado, pero estoy seguro de que se les acabará.