Es difícil ser novedoso con una película de atracos a un banco, porque es un tema muy trillado. Aquí Rodrigo Grande ha tenido el acierto de convertir el atraco en un mero accesorio para contar una historia donde el protagonismo lo tienen las vidas de sus personajes.

La primera escena de la película enfoca al asfalto, para ir subiendo la cámara hasta un primer plano fugaz de la sucursal bancaria, como si la historia no fuese con ella. Sólo con ese comienzo te das cuenta de que no es una película al uso.

Me ha encantado la fotografía, el manejo del tempo, la trama y el desenlace. Me he sentido como cuando veía cine en los 80 con ojos nuevos. Sbaraglia está soberbio en su papel, magnífico. Clara Lago también demuestra que no es una actriz sólo de comedia, e incluso le echa valor y pone acento argentino.

Es la mejor película que he visto en varios meses.