In time es como esas canciones de Pop Rastrero que uno oye por primera vez en la radio: caramba, qué interesante estribillo, qué evocadora armonia vocal. Al escucharla por segunda vez, la canción de marras se nos antoja vulgar, y en las sucesivas no nos explicamos por qué llegamos a tatarearla. Y ese es el problema: en los primeros minutos nos parece audaz la idea de que el tiempo sea el más valioso de los recursos, y que pueda intercambiarse como si fuera dinero, pero el desarrollo nos acaba llevando a un romance más bien lerdo con ecos de Bonnie & Clyde más bien bochornosos, y sobre todo a una crítica social tan obvia y tan ramplona que descartan automáticamente la película de cualquier antología de la Sci-Fi, o del mes del estreno si me apuran. Las expectativas que había con Niccol eran elevadas, pero si en Gattaca todo era buen gusto, sutileza y capacidad de sugerir, aquí la vulgaridad lo envuelve todo.