Hay veces que, cuando sale una nueva entrega de una franquicia ya consolidada, la mejor noticia que podemos tener como espectadores aficionados a la saga es que no haya grandes sorpresas.

A pesar de que en esta ocasión el capitán y hombre al mando del invento es Michel B. Jordan, puesto que corre el riesgo de dirigir (por primera vez, al menos que hayamos visto) y ser el protagonista de la cinta y que, por primera vez en todas las películas de Rocky y Creed, no aparece Sylvester Stallone (se queda en la parte de producción) por ninguna parte, estamos ante una modélica tercera entrega centrada precisamente en eso, en demostrar que es capaz de dejar atrás el pasado y seguir su camino adelante sin problemas.

Así, ‘Creed III’ no aporta nada nuevo y es bastante más relajada argumentalmente hablando. Sigue muy bien el esquema de anteriores filmes, con unas efectivas escenas de combate y, gracias a Dios, no se alargan hasta que nos importa todo un pimiento. La ausencia de Rocky molestará dependiendo de cómo seas de fan. A mi, no me importó tanto.

Es decir, ‘Creed III’ es lo suficientemente entretenida como para que pasemos el rato viendo el pique entre Jordan & Majors (estimulante villano como un compañero olvidado). Pero, una vez terminado el filme, las preguntas son claras: ¿Qué camino tomará la siguiente entrega? ¿Realmente queda algo por contar?

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