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Voto de MacGaufre:
9
Drama Cuatro sacerdotes conviven en una retirada casa de un pueblo costero, bajo la mirada de Mónica, una monja cuidadora. Los curas están ahí para purgar sus pecados y hacer penitencia. La rutina y tranquilidad del lugar se rompe cuando llega un atormentado quinto sacerdote, y los huéspedes reviven el pasado que creían haber dejado atrás. (FILMAFFINITY)
9 de octubre de 2015
24 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
No hay que perderse el próximo estreno del director chileno Pablo Larraín, que ya se perfila como uno de los directores más prometedores del momento. El filme, que ya ha cosechado excelentes críticas y ha arrasado en Berlín haciéndose con el Oso de plata, es un magistral drama, un trabajo sobresaliente que consigue unas atmósferas sublimes y unos personajes muy oscuros.

El filme es magistral en casi todo: el reparto no podría estar mejor elegido y la habilísima dirección de actores da como resultado unas actuaciones memorables. La fotografía es una de las grandes joyas de la cinta, que regala imágenes y atmósferas sobrecogedoras que sirven para construir la narracción. Como el propio director admite, en la película hay antes que nada un intento de recrear visual y sensorialmente una realidad, y el guión se articula en función de ésta, no al revés. De hecho Larraín confiesa que el guión fue escrito a medida que se rodaba.

Hay una clara intencionalidad de denuncia social en “El club”. Es arte en toda regla, ya que la finalidad recreativa es secundaria respecto al ansia de contar la verdad. Una verdad en cierta forma inédita, desde luego compleja, arriesgada, muy difícil de plasmar en toda su profundidad. Es probablemente lo que se le ha reconocido al director chileno entregándole el Oso de plata: el haber hecho un trabajo que es, no solo bello e increíblemente interesante, sino valioso, revelador. “El club” no solo dirige la mirada a la iglesia representada en el filme, sino a aquella que está fuera de éste, y formula de forma implícita pero incisiva una serie de preguntas incómodas. Golpea con dureza y sin piedad, mancha la poderosa institución como nunca antes se había visto. La retrata como un ente que utiliza, de forma totalmente maquiavélica, todos los medios para mantener su poder, aplastando al individuo y la verdad si es necesario.

Pablo Larraín, y todo el equipo de “El club” han vuelto ha demostrar una vez más no solo que el cine chileno está vivo y listo para dar de qué hablar, sino que ser ambicioso y arriesgado puede llegar a merecer la pena. Para no perdérsela.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
MacGaufre
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