Primero de todo, decir que estamos ante una gran construcción cinematográfica por parte del director. Está bien hecha. Tiene un ritmo apropiado, diálogos bien hilvanados y con fuerza. Hay un buen hacer detrás de esta película como Sorogoyen ha acreditado en sus obras posteriores. Ésta cualidad que a lo mejor piensan que se debería dar por sentada, no se crean que se de muy a menudo en el cine español. Directores como éste y como Oriol Paulo dan esperanza de que pueda haber un futuro y una salvación para el cine español. El presente son ellos y poco mas.
Me he quedado con la impresión de que es muy difícil no quedar prendado por el personaje de Aura Garrido, y de paso, por ella misma. La fragilidad que proyecta en su sensual mirada. Esa delicada ternura. Representa tan magistralmente esa pugna entre el anhelo de entregarse a la experiencia amorosa y la frialdad como estrategia defensiva para evitar el dolor. Es la vulnerabilidad trocada en gracia delicada y belleza angelical.
La verdad es que es todo un descubrimiento para mi esta actriz porque su actuación es tan auténtica que da la impresión de que es ella misma en todo momento y que no tuvo que interpretar. Solo vivir el momento y sentir.
Y está tan sensual y magnética durante la mañana siguiente con ese ligerito vestido que lleva.