Donde la primera era original, esta huele a copia. Donde la primera resultaba fresca, esta resulta aburrida. Se intenta disimular con autoparodia que debajo de eso se esconde un guion malísimo que no cuenta nada. Y, vale, siempre es buena estrategia reirse de uno mismo para que los demás dejen de hacerlo. Pero no trates de colarla dos veces, por favor. Se veía venir que una segunda parte de Deadpool dejaría ver las costuras de todo lo malo que hay debajo de esa nueva forma de presentar el cine de superhéroes una vez pasada la admiración a la valiente entrega original.

Cierto que se deja ver a duras penas pero solo es recomendable si no tienes nada mejor y cierto es tambien que ha vuelto a triunfar en taquilla pero básicamente por la incondicionalidad del fan acrítico. Y lo peor no es que esta vez nos demos más cuenta de lo malo que es el guion, sino que ni siquiera los chistes irreverentes están muy conseguidos, por cada chiste bueno hay cinco reguleros tirando a malos. Y es una pena que hayan desperdiciado así a unos buenos Cable y Juggernaut. Resumiendo, el problema de Deadpool es que sencillamente no da para más.