Es una cinta que se pierde en sus formas, que se repite en ellas hasta la saciedad, y que parece que es así porque no tiene más que contar. Así que se siente un exceso de metraje. Dafoe consigue meterse en el papel y matizar a su alter ego, pero el guión limita los registros porque no es capaz de entrar en los detalles internos de su locura. No es capaz de penetrar en ella a nivel intelectual, y el formalismo no consigue darle cuerpo.

Tiene puntos interesantes, diálogos bastante directos, pero se hace tediosa y en buena parte aburrida porque parece no saber enfocarse en lo que quiere contar. También se hubiera agradecido un acercamiento más histórico y comercial. Por ejemplo, en cada episodio o en cada cuadro se debería hubiera puesto la fecha exacta y el precio aproximado de venta o subasta de ese cuadro concreto en nuestros días. Eso nos hubiera permitido empatizar con el drama del pintor.

No sé, se echa de menos algo un poco más digerible y masticable para el "público general", es como si pidiera a gritos más personalidad en su guión y dirección que permitiera al público abrazar el drama del genio huraño. Quizás algo más "comercial", más cercano, pues hasta cierto punto fracasa en su construcción interna.

Es una película correcta que parece no llevarnos a ninguna parte. La crítica más acertada es esta:

"La lectura del pintor que propone Schnabel apenas avanza complacida y enferma de su propia autoindulgencia (...) Sólo un inmenso y a la vez tan comedido como cauto Willem Dafoe se mantiene firme."
—Luis Martínez: Diario El Mundo