Inimitable técnica, textura, belleza plástica, tempo... técnicamente casi impecable, pero la locomotora del guión ha cambiado de carril y se ha metido en otra vía diferente. Al final han sucumbido a la religión de la modernidad, es decir, la "ideología de género" y el "feminismo". Además se pierde toda la esencia del "juguete" con una historia plana y sin la imaginación de la trilogía original. Se aleja, pues, del "camino mágico" trazado con maestría que nos hacía "tocar el cielo" a los adultos, que es el hilo conductor de la serie. Este "niño perdido" que debe re-encontrarse con su "verdadero yo" a través de los "juguetes de su infancia". Y recordamos a Toy Story 3, con su broche perfecto donde se da el definitivo paso de gigante en el desarrollo de esa idea y que consigue jugar en otra liga completamente diferente mostrando en su excelso final al niño como "Dios" y a los juguetes como "hombres", en esta especie de fusión de amor insondable y quizás irrepetible en la historia del cine de animación por hablar tan alto sin palabras.

Aquí todo eso desaparece, y la superficialidad del guión no consigue sacar al proyecto de lo meramente correcto. Quitado este elemento central tan profundo, queda coja y tiene que apelar a otras cosas más superficiales. No que esté "mal", no que no sea "correcta". Pero ha cambiado de carril. La "divinidad" de la trilogía original se pierde. La "buena película" a la que le han arrancado la mitad del alma se queda en "pasable película". Se merece el 6, pero meto un 5 porque las alforjas son muy grandes, y la comparación con la trilogía original es ineludible.

Y quien no quiera verlo, que no lo vea.