La novela de Henryk Sienkiewicz ambientada en los tiempos de Nerón proporcionaba un argumento lo bastante suculento como para adaptarlo a la gran pantalla en technicolor y con un gran despliegue de medios. Dirigida por Mervyn Leroy, el film recrea la época romana de Nerón con fidelidad (al menos nos creemos que era así dicha época), y aunque cuenta con diversos personajes secundarios, y alguna subtrama paralela, la central es la relación entre el orgulloso romano Marco Vinicio (Robert Taylor) y su esclava cristiana, Lygia (Deborah Kerr). Evidentemente lo que más llama la atención es el fastuoso despliegue de medios, tanto en decorados, vestuario y figurantes, aunque no habría que desmerecer el buen trabajo de los guionistas, quienes saben extraer los elementos más del agrado del público del texto original.

En este sentido el amor prohibido, por diferencias de religión, o el mensaje del amor que supera todas los obstáculos y peligros es uno de los principales temas. Otro tema sutilmente introducido es el de la persecución de los cristianos con claros paralelismos con la persecución de judios recientemente sufridas por los nazis (cristiano = judio, romano = soldado alemán), lo que puede explicar como es posible que unos cineastas judios realicen tal exaltación de la persecución cristiana. En un film de semejantes proporciones, el trabajo del director queda bastante diluido entre tanto fasto y ampulosidad, limitándose a ser prácticamente un mero guardia urbano que dirige el enorme tráfico de todos los elementos de la puesta en escena y que todo quede bien conjuntado, tarea que desde luego no es poca.

El resultado final es bastante creíble, así como la interpretación de sus principales estrellas cuya función es mucho más decorativa que dramática en un film de estas características. De entre todo el reparto lleno de excelentes secundarios aunque el que más destaca es sin lugar a dudas Peter Ustinov cuya composición del personaje de Nerón es una de las más recordadas de este actor, hasta tal punto que es muy dificil disociarlos.

Se trata de un film que es puro entretenimiento y aunque lo hemos visto múltiples veces aprovechando la Semana Santa, y el tiempo ha maltratado sobretodo su timorato mensaje pro-cristiano (o era judio?) convendría revisitarlo de vez en cuando para admirar el glamour de una época ya lejana y no lo suficientemente recordada sobretodo porque contribuyó a poner en imágenes la época romana, y poco importa que sea verdadera o no. Por algo le llaman a Hollywood la fábrica de los sueños, verdad?