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Voto de Sibila de Delfos:
5
Drama Emma Rovault, hija única de un humilde granjero de Berteaux, contrae matrimonio con Charles Bovary, un doctor de una pequeña ciudad. Emma, transgresora, romántica y soñadora, pronto es consciente del enorme vacío que provoca su matrimonio en su interior, por lo que buscará consuelo en numerosas relaciones extra conyugales que deben servirle para colmar sus deseos más íntimos, así como ascender en su estatus social. (FILMAFFINITY)
6 de julio de 2015
7 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
No cabe ninguna duda de que Madame Bovary, la obra maestra de Gustave Flaubert, es un clásido inmortal de la literatura y una de las mejores novelas jamás escritas, y está claro también que la historia de la desdichada y adúltera Emma Bovary va a seguir cautivando a lectores de todos los tiempos y nacionalidades. Pero nada de eso significa que sea una novela fácil de adaptar o apropiada para el cine. De hecho, no lo es en absoluto.
La prosa de Flaubert requiere de tiempo y sosiego para ser apreciada y para conectar con la historia y los personajes. La película de Sophie Barthes, como si quisiera ser Flaubert, hace justamente eso. Se toma su tiempo, reduce el diálogo (¿cuántas palabras se dicen en los primeros quince minutos?), paladea cada plano como si se tratara del último que el mundo vaya a contemplar y ralentiza al máximo la acción. El resultado es, al igual que en la reciente La señorita Julia, una película preciosista en lo visual pero carente de toda magia en lo narrativo. Es densa, muy densa, llega a aburrir y la pasión de los amores de Emma Bovary nunca traspasa la pantalla. Quizás lo que pasa es, como se decía más arriba, que la novela en sí no es demasiado apropiada para el medio cinematográfico, pero claro... ¿quién puede resistirse a un gran clásico, que (casi) siempre es un imán para los premios y la taquilla?
Así, lo mejor es el nivelazo de la producción (vestuario, decorados, maquillaje y peluquería, que son los que transmiten ese mismo aire de desasosiego emocional de la novela), no por casualidad inglesa (¡cómo no! ¿hay algo mejor que la cinematografía británica para adaptar novelas clásicas y hacer época?), y por supuesto el desfile de grandes actores delante de la cámara. Ezra Miller es el perfecto Léon, Paul Giamatti y Rhys Ifans aportan la nota de elegancia y veteranía, Logan Marshall-Green clava la seducción maliciosa de Rodolphe. Y Mia Wasikowska, cada vez más grande, más señora y más elegante en sus recreaciones de grandes damas de la literatura (¿recuerdan su extraordinaria Jane Eyre de hace cuatro años?), llena la pantalla cada vez que aparece y matiza hasta el extremo cada mirada y cada inflexión de voz de un personaje al límite que domina por completo una producción exquisita en lo formal pero fallida en el ritmo y el contenido. Quizás es mejor que las letras se queden en el papel.

Lo mejor: Los actores y el trabajo técnico.
Lo peor: Es lenta, aburrida y no le queda nada de la maestría de su material original.
Sibila de Delfos
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