Vaya sorpresa El juego del ahorcado.
Donde cabría esperar una ñoñería adolescente, Manuel Gómez Pereira se saca de la manga un thriller la mar de convincente lleno de toques más que adultos en el que amor y tragedia se dan la mano con inusitada facilidad. Todo funciona a la perfección en la película. La trama pseudo-policial en la que se ven envueltos Sandra y David remueve las tripas del espectador y su historia de amor resulta hermosa y bien escrita desde el principio. Gómez Pereira retrata con enorme habilidad ese primer amor adolescente, el descubrimiento de la sexualidad y también cómo los celos y el deseo de posesión pueden convertir un cuento de hadas en un infierno. Todo eso lo consigue la película combinando un guión muy bien escrito con una realización valiente por parte de Gómez Pereira, muy carnal, visual y sensual (atención a la fotografía en las escenas de la fábrica o el ejemplar tratamiento del sexo, aunque se recrea demasiado en el desnudo de la protagonista) que en todo momento transmite la tensión y el halo de tragedia de la historia.
Tiene fallos, como la poca profundización en los personajes secundarios (por ejemplo el de Adriana Ugarte, una mera comparsa en la función a pesar del esfuerzo de la actriz, que logra darle verosimilitud pese a ser demasiado mayor para el papel) o el imperdonable fallo de que se nos cuente el quid de la historia antes de que David se lo revele a Sandra, pero hay que perdonárselo porque lo demás es ejemplo de muy buen cine de género hecho aquí, cine de sobresaliente claro por dar mucho más de lo que prometía en un principio. Y no se puede acabar un comentario sobre El juego del ahorcado sin alabar la fuerza de Álvaro Cervantes, que solventa su cierta inexpresividad facial y poca credibilidad vocal con una presencia, una expresión corporal (trabajadísima) y unos ojos que hipnotizan, mostrando la dualidad de David, un personaje lleno de claroscuros, de ternura y de siniestra voluntad, perdido en la inmensidad sin Sandra pero incapaz de amarla de forma sana. Y por supuesto, hay que hablar de Clara Lago y cómo se ha convertido en una de las mejores actrices jóvenes de España en mucho tiempo, si no la mejor. Se come la pantalla cada vez que aparece, y cuando llora, grita, sonríe, besa o corre tenemos que creérnosla, porque es toda alma y corazón.
Un triunfo. Hay que verla y descubrirla.

Lo mejor: Clara Lago, dueña y señora de la película, la fuerza de Álvaro Cervantes más que su actuación en sí (por momentos recuerda incluso un poco a James Dean, salvando las distancias) y la fuerza emocional de la historia.
Lo peor: Los personajes secundarios quedan descolgados, y se descubre el pastel antes de tiempo.