Irregular, de ritmo lento pero al mismo tiempo interesante.

No es un film fácil de ver, no porque no se comprenda, pues tiene una narración clara y sencilla, si no porque es muy dura e incluso, en momentos determinados, cruel e inhumana.

Y es que relata parte de lo que, en realidad, fue "La conquista del oeste", entre otras vicisitudes históricas, el de la casi extinción de los búfalos, sustento de los nativos de los lugares invadidos por el hombre blanco, por parte de cazadores sin escrúpulos.

En este sentido, es importante lo que cuenta, no tanto cómo lo cuenta. Y esto es porque hay tiempos muertos, embellecidos, eso sí, por los magníficos paisajes de la reserva india de los Blackfeets, en Montana, EE.UU., gracias a la impresionante fotografía de David Gallego, sin duda lo mejor del film.

Una película que podría haber estado mejor y así su discurso y su denuncia habría tenido más visibilidad. Tal y como queda, está bien, pero es mejorable.

De todas formas, estimable, seria y rigurosa, al mostrar también la progresiva locura de los cazadores de búfalos ambiciosos, codiciosos y deseosos del reconocimiento de los demás, poniendo en peligro a quien se encuentra en su compañía. En este sentido, nuestro amigo Nicolas Cage compone su personaje con su proverbial histrionismo.

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