En un rincón perdido de los Alpes, una familia afanada en sus quehaceres... el padre, la madre, una hija, un hijo (sordo), viven aislados del resto del mundo... ellos se retroalimentan, ellos sobreviven a ellos mismos... el hijo y la hija, cada uno, con su necesidad de crecer y aprender...

El padre, fumando sus cigarros de campo... la madre, tratando de mantener el orden... la hija, ayudando a todos, con todo su potencial sin explotar... el hijo, con algunas taras, aprendiendo las labores del campo, viviendo en su mundo infantil en los ratos de ocio...

Las estaciones transcurren, implacables... el verde de los pastos alimenta a las vacas... las aguas atraviesan el paisaje, como venas henchidas de vida... las monumentales rocas nos recuerdan que estamos en el templo... los cerdos también necesitan de los cuidados...

Un hombre y una mujer, una mujer y un hombre, por algo existen y son la esencia de la supervivencia de la especie... aunque no tuvieras a nadie más, te "arrimarías" al mismísimo Belcebú, tal es nuestra naturaleza... tanto monta, monta tanto, aunque eso no les guste a los hoy ideologizados de género... quién puede juzgar, cuando la naturaleza manda...

A veces, aunque parece que se cuenta poco, se cuenta mucho... a veces, en una película, el silencio habla más que los discursos infinitos... a veces, la contención, expresa más que todos los aspavientos... a veces, un poco de cotidianeidad en la lejanía, es más extraordinaria que cualquier extravagancia de los ya mundos conocidos...