A los amantes del cine romántico clásico, aquí tenemos uno de los ejemplos más representativos del género.
Dirigida por George Cukor con su habitual elegancia y delicadeza, este director que, no por nada, bien se ganó el calificativo de director de actrices, consigue que Greta Garbo luzca vibrante y hermosa, injertando a su personaje Camille en el imaginario colectivo, apropiándose para siempre de la inmortal cortesana nacida de la pluma de Alejandro Dumas hijo.
Con un jovencísimo y muy guapo Robert Taylor que aguanta el tipo frente a ella, una ambientación muy cuidada, elegante, dulce y suave y un buen guion siempre teñido de dulce melancolía, Cukor nos presenta este drama a la antigua usanza, perfecto para esas tardes de invierno de perezoso sofá.
Garbo es Camille, una joven prostituta muy cotizada por toda la aristocracia de París.
Pero Armand ( Taylor) entrará en su vida. Un joven caballero cuya verdadera nobleza y pureza de intenciones la irán desarmando poco a poco.
Afectada de tuberculosis, decidirá que, a pesar de todos los obstáculos que se ciernen sobre ellos, tiene derecho a optar por un poco de felicidad y se retirará con él a vivir al campo, lejos de las murmuraciones y los problemas de la gran ciudad.
A quién pueda interesar, que ya sé que serán muy pocos. Una buena película, verdaderamente romántica, antes de que prostituyeran esa palabra, ideal para espíritus sensibles y delicados. Muy recomendable.