De la misma manera que numerosos cocineros imitan a aquellos primeros 'deconstructores' que caramelizan todo y lo reducen al Pedro Ximénez, bastantes directores de cine tratan de emular a algunos que consiguen renovar o rizar el rizo de los géneros existentes. Para algunos espectadores esto parece ser una virtud en sí misma. Quizá sea por desconocimiento. Terror y western ya se mezclaron de forma soberbia en extrañas y personales películas como "La noche de los gigantes", hace décadas, ofreciendo un resultado espléndido. Aquí nos encontramos con un intento vano y "posmoderno" de llamar la atención del espectador con trucos propios, casualidad, de vendedor de crecepelo en el oeste. Primero, durante más de una hora, tenemos a un grupo que sale a la aventura. Solo que la aventura brilla por su ausencia. Tedio y falta de ingenio en los diálogos tratan de sorprender al estilo "soy el más listo de la clase y te ofrezco lo inesperado". Luego, un último tercio "gore" que a estas alturas no aporta nada e incluso en algunos momentos resulta ridículo. No obstante el director muestra talento en algunas escenas, lo que hace pensar que acompañado de un buen guión pueda hacer buenas películas tras este debut.