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Voto de Chris Jiménez:
6
Acción Como cada año, en el Casino Riviera de Las Vegas se dan cita centenares de imitadores de Elvis, llegados desde todos los rincones del mundo, para celebrar la semana internacional del rey del rock. Pero en esta ocasión, entre los asistentes a la convención se encuentra una banda que pretende atracar el casino. (FILMAFFINITY)
6 de octubre de 2017
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una noche especial en la ciudad de las luces y el vicio. Por unas horas el llamado "rey del "rock" " será resucitado, pero no para una entrañable celebración, sino para uno de los robos más sangrientos y estrafalarios de la Historia.

Pero "3.000 Miles to Graceland" es un planeta extraño en la galaxia del género, y ni se tiene en cuenta dentro de las longevas carreras de sus actores principales, Kurt Russell y Kevin Costner. Proyecto gestado desde Franchise que ponía a Demian Lichtenstein, polifacético individuo que ejerció de productor, guionista, director de fotografía y director de videoclips, al frente de su segundo largometraje, enlazando este truculento relato sobre unos atracadores que mutilan un casino para luego despedazarse entre ellos por el dinero con su debut "Lowball", situado en el mismo tipo de universo.
Las primeras secuencias del film son un claro ejemplo del momento en qué se realizó, a principios de un 2.000 donde el gusto por la acción "videoclipera" y estilizada traída por Bay, Woo y los Wachowski se cruzaba con las referencias cinéfilas, el gusto por la ultraviolencia y los ambientes "retro" que tanto se le debían a Tarantino y Rodríguez. Esta obra de abultado presupuesto mezcla dichos conceptos de forma extravagante; un pequeño tramo inicial se centra en el casino, en plena locura por el tributo a Elvis Presley, y en la peculiar panda de ladrones; así veremos lo que sería una versión burda y bruta de la elegante "Ocean's Eleven", estrenada unos meses después.

Una cara oscura de la obra de Soderbergh, el reverso oxidado y sucio de la moneda, con todo lo que eso conlleva. Tras servir el director grandes dosis de acción filmadas al estilo Guy Ritchie y con plena devoción por el ruido y la sangre, el guión comete dos errores garrafales que condenarán el metraje restante: el primero es provocar las rápidas bajas en el grupo por lucha de opiniones, dejando el campo libre para el duelo directo entre el psicótico y despiadado Murphy (Costner) y el benevolente y justo Zane (Russell), que ya presagiaban los dos escorpiones (generados por ordenador) al comienzo.
Esto deja fuera de combate a secundarios tan interesantes como Christian Slater y Bokeem Woodbine. El segundo y peor es introducir a Cybil (Courteney Cox en su faceta más sensual y explosiva) y su hijo Jesse, quienes ya conocimos antes, y dejarlos bajo la protección de Zane, mientras juega al ratón y al gato con Murphy, a lo McQueen y Lettieri en "La Huida" (de gran influencia); así, ella y el niño tendrán a un marido y padre sustitutivo y se subraya la humanidad del personaje de Russell en contraposición a la furiosa crueldad del de Costner, pero esto también precipita la trama hacia giros de guión que llegan al pleno delirio.

Situación provocada durante la posproducción. Ambos actores se encargaron del montaje debido a su diferencia de opiniones con el cineasta, pero cada uno montó el segmento del film que protagonizaba: mientras Russell ocupa una parte más enfocada a la comedia absurda y al drama (dado por la forzadísima relación entre él, Cox y el absolutamente aborrecible David Kaye), Costner se desenvuelve en una alocada aventura con olor a pólvora, arena y sangre, pagando mejor su deuda con Tarantino, si bien la esencia que exhala es la de aquellos "thrillers" tan ásperos y cínicos de los '70 y de cineastas con la mala leche de Winner, Flynn o Peckinpah.
Un pronunciado desequilibrio donde cuesta unir las dos tramas (como sucedía en "The Mexican"), hasta el punto de hacernos dudar de que realmente forman parte de un mismo argumento, donde participan, muy arrinconados, dos aguerridos agentes de la ley (dicharacheros Kevin Pollak y Thomas H. Church) que no hacen nada de nada salvo al final y un anecdótico homenaje a Presley y su heredado linaje funcionando a modo de "leit motiv" o quizás de "macguffin", debido al misterio que se oculta tras ello. Un argumento que con el avanzar de los minutos se va precipitando a sorpresas cada vez más increíbles y desastrosas.

La más desagradable y que hemos de tragarnos sin receta es la que propone que Cybil abandone a su hijo con Zane y vaya cual llanera solitaria a hacerse con el dinero, por supuesto siendo la crónica de una muerte anunciada; gracias a esto es fácil apreciar el cariz de personajes-calzador o de conveniencia que poseen esta entrometida madre y su idiota hijo, cuya función es servir de carnaza a Murphy, lo más típico que se podía inventar el guión (pese a que Russell insiste en la originalidad). Tampoco nos podemos alegrar de cómo esta salvaje "road movie" quiere finalizar su trayecto.
La participación del rapero Tracy "Ice-T" Marrow en la batalla climática puede producir parálisis por su grado de estupidez, quedando como uno de los más horripilantes cameos de la Historia del cine (no es broma, observen sus escenas y lo que hace en ellas...), batalla épica de alto fusilaje con Costner catapultado al éxtasis cual Pacino en "Scarface", otra vez regodeándose el director en la ultraviolencia después de hacer un guiño a la gran "There was a Crooked Man". Otros dos a recordar son la misma presencia de Slater y Russell, cada uno con sus respectivas conexiones con Presley.

El primero teniéndole de mentor en "Amor a Quemarropa" y el segundo habiendo aparecido en un film suyo cuando era sólo un chaval (en una secuencia que aquí se repite con un gracioso intercambio de roles) y más tarde poniéndose en su piel en el "biopic" que rodó junto a Carpenter.
La obra desagradó a todos y se estampó en la taquilla; era muy rara y disfuncional en su mezcla de estilos, tenía miles de agujeros (la chica de la gasolinera...¿qué fue de ella?) y estaba ocupada por seres terribles que destilaban malicia, sadismo y crueldad por puro placer, pero sin carisma ninguno (tal vez los dos protagonistas). Esto hizo que fuera olvidada con rapidez (aún más tras llegar Clooney y su cuadrilla) y que Lichtenstein se apartara del cine por largo tiempo...
Chris Jiménez
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