Genial tributo de Stanley Kramer a la igualdad, amistad y respeto que surge entre dos hombres con una cultura y unos valores opuestos. Bien es cierto que, en principio, lo hacen de una manera obligada puesto que se trata de dos presos (uno blanco y otro negro) que huyen encadenados durante un traslado a la prisión. Pero esto no desmerece ni mucho menos el mensaje transmitido por el director. Al contrario, ya que en un principio se refleja de manera muy marcada la postura de ambos personajes y se muestran los prejuicios que tienen el uno del otro (Hay que tener en cuenta la época del film). Pero conforme van pasando juntos los acontecimientos y las experiencias se puede observar un gran cambio entre éstos, dando lugar a un gran compañerismo y respeto entre ambos.


Todas las actuaciones son muy notables, destacando los papelones realizados por unos inspirados Tony Curtis y Sidney Portier y la narración es vibrante e intensa. Se muestra, de una forma magistral, la defensa antirracista que Kramer pretende reflejar, preocupado por los problemas raciales y sociales de su país. Gran mensaje y geniales diálogos.