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Voto de Luis Guillermo Cardona:
8
Drama Realista narración sobre la vida de los habitantes de un edificio en un barrio pobre y la desesperación de los jóvenes por salir de él, tratando de evitar los conflictos que provocan el adulterio o las relaciones clandestinas. Los diferentes enfrentamientos cambiarán la vida de sus protagonistas para siempre. (FILMAFFINITY)
5 de marzo de 2014
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Apenas comenzado el Cine Sonoro, los productores encontraron que uno de los mejores filones para lograr rápidamente unas buenas películas, lo ofrecían en bandeja de plata las salas de espectáculos, y por supuesto, el teatro. Así que, de inmediato, se dieron a la búsqueda de revistas y de obras dramatúrgicas que hubieran sido un éxito de público… y llovieron, desde entonces, cientos de películas musicales (casi todas jartas, unas cuantas divertidas y una que otra magistrales), y desde otro frente, un buen montón de dramas y comedias de inspiración teatral se le midieron al éxito… y muchos lo alcanzaron porque, por este lado, abundaban los grandes escritores.

También, el director King Vidor, fue arrastrado por esta vena. Había hecho ya un exitoso musical llamado “¡Aleluya!”, y ahora era tentado para que hiciera la adaptación de “Street scene” (1929), una obra escrita por el newyorkino Elmer Rice (1892-1967), con la cual se había llevado nada menos que el premio Pulitzer.

Pero Vidor quería algo distinto a poner una cámara en el interior de una vivienda… y entonces se le ocurrió trabajar en una calle construida en los Estudios MGM, donde se las ingenió para crear un ameno ir y venir, entrar y salir de un grupo de moradores de un edificio, donde las escalinatas y las ventanas serán los únicos espacios para el diálogo.

Los personajes se caracterizan por pertenecer a diferentes culturas, y esto servirá al humanista Vidor, para hacer discurrir unas buenas ideas acerca de la convivencia y de la tolerancia. ”¿Por qué no podemos ser amables los unos con los otros? ¿Por qué no podemos vivir en paz?” preguntará la cuestionada y atractiva Anna Maurrant, durante el lapso de tiempo en que algunos adultos discuten, amenazan, chismorrean o juzgan, y unos cuantos jóvenes juegan al amor y a la comprensión, mientras anhelan escapar de aquel entorno que les resulta bastante pesado.

Con la ayuda del connotado cinematografista George Barnes, Vidor consigue crear “acción” valiéndose de cuidadosos y muy bien planeados desplazamientos de cámara y durante los 75 minutos que dura el filme, tan solo hace una toma “ajena” al interior de un taxi, desde donde desciende Rose Maurrant, la preciosa y sensible chica que, gradualmente, irá dejando una huella en nuestros corazones.

Sylvia Sidney, como Rose, Estelle Taylor como Anna, su madre, y David Landau como el esposo y padre Frank Maurrant, serán los más fuertes protagonistas de una convivencia que incluye a los Jones, los Buchanan… y los Kaplan, una familia de judíos rusos con los que Rose tendrá una relación particularmente cálida y muy fraterna.

Quienes vivimos en barrios populares y compartimos con vecinos y amigos la cotidianidad de la existencia, podemos sentir al final de “LA CALLE”, que hemos visto a la gente de nuestra cuadra… y quizás caigamos de nuevo en cuenta que, si acaso hay gente pesada y aburrida, también es indudable que hay gente maravillosa.
Luis Guillermo Cardona
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