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Voto de Luis Guillermo Cardona:
9
Drama. Comedia Los miembros de una familia numerosa irlandesa reaccionan de forma distinta ante la noticia de que la hija mayor está embarazada, sobre todo, porque ni siquiera tiene novio; así que sus familiares están intrigados por saber quién es el padre de la criatura. (FILMAFFINITY)
6 de marzo de 2015
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Conocí a una mujer –y sé muy bien que no es la única- que, en cada salida a la calle, lo mismo le servía como interlocutor la vecina que el carnicero, el conductor de un taxi o la señora a la que cada semana le compraba los tamales… y con cualquier persona que mostrara disposición de escucharla, el tema central sobre el que comúnmente discurría esta mamá, eran sus hijos (un hombre y dos mujeres). Pero en vez de sentir el deseo de hablar bien de ellos y refrendar las cosas positivas que hacían cada día, más asiduamente ella prefería señalar sus defectos o propagar sus ¡imperdonables faltas! Cuando algún hijo se enteraba de los comentarios que ya andaban de boca en boca y, decepcionado -¡porque hasta los escorpiones defienden a sus crías!- le reclamaba a la madre por sus improcedencias, la respuesta de aquella mamá era siempre la misma: “Estoy diciendo la verdad”. Nunca pudo entender que, así como hay verdades que al comunicarlas construyen, también hay verdades que, al transmitirlas, deterioran y dañan las relaciones.

La explicación que conseguí darles a las hijas de esta mamá que trabajaron su problemática conmigo es, resumiendo, que cuando una persona carga con sentimientos de culpa por acciones u omisiones, y con carencias afectivas que son la respuesta a su manera de comportarse, acuden irreflexiva e instintivamente al mecanismo de desplazamiento, y al desacreditar a sus hijos, solo están pretendiendo trasladar las culpas para así aligerar su propia conciencia. Es por esto que buscan interlocutores de bajo nivel intelectual, porque así encuentran condescendencia y ninguna confrontación. Razón de más por la que no acuden jamás a donde un terapeuta ya que presienten que, con él, las cosas van a ser de otro talante.

Por casos como éste –harto comunes en nuestra sociedad, plagada además de padres intolerantes, incultos y de una necedad abrumadora-, es que encontrarse con gente como Dessie y Kay Curley ¡es como una bendición! Son ellos, los padres de Sharon, la joven de 20 años que acaba de llegarles con la sorpresiva noticia de que ha quedado embarazada y ni siquiera está dispuesta a decir quién es el padre… ya sabremos luego el porqué de esta omisión.

Ver la manera como estos padres asumen la situación y como apoyan a su hija para que siga adelante, ¡es maravilloso! (cito aquí situaciones claves): Se cometió un error: ¡Es humano!... Dará de qué hablar a los vecinos: ¡El que esté libre de pecado que tire la primera piedra!... Habrá una nueva boca para alimentar: ¡Haremos lo que se pueda para asegurarnos de que no le falte nada!... Hay quienes podrían faltarnos al respeto: ¡Se las verán con nosotros!… Y si el bebé es de… ¡Qué importa de quien sea! Es un niño. Dios nos lo dio, nosotros lo acogeremos!

Con este estilo, es como va desarrollándose la magnífica comedia de Stephen Frears, donde está reflejada la gente del común, y donde hay personas con una grandeza que nadie cuantifica, ni sale en los noticieros ni en las revistas. Tiene la historia unos diálogos pícaros, frenteros y geniales, de esos en que cada argolla, al lanzarla, se queda en el cuello de la botella. Y las actuaciones son de nunca olvidar, con un fabuloso Colm Meaney como esa suerte de padre que se quisiera cualquier chica del mundo; Ruth McCabe, la clase de madre que es toda una señora, siempre presente donde tiene que estar; y Tina Kellegher, como la abrumada muchacha que tiene la suerte de estar amparada entre sólidas columnas. ¡Hay que ver los absurdos matrimonios y las terribles desgracias que, por casos semejantes, se ven cada día!

A quienes vieron “Juno”, les recomiendo que vean “CAFÉ IRLANDÉS”. Aquí las cosas están en su punto exacto y habrá ocasión para unas buenas carcajadas… Claro que también habrá quienes sientan este cuento como una bofetada.

Título para Latinoamérica: “ESPERANDO AL BEBÉ”
Luis Guillermo Cardona
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