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Voto de Luis Guillermo Cardona:
8
Intriga. Romance A pesar de que sus últimas misiones son bastante irrelevantes, el agente secreto británico Alec Leamas no desea abandonar la clandestinidad para ocupar un despacho oficial. Su nueva misión en la Alemania Oriental parece más interesante: consiste en hacerse pasar por un desertor y para que su deserción resulte verosímil se las ingenia para desacreditarse y desacreditar a sus jefes hasta conseguir que lo expulsen de la agencia de ... [+]
18 de junio de 2016
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Elegida como ‘La mejor novela de espionaje de todos los tiempos’ por la prestigiosa revista, Publishers Weekly, en el año 2006, “El espía que vino del frío”, fue publicada en 1963 y su autor, John le Carré -autor de amplio carácter que tampoco muestra interés alguno por títulos, premios o reconocimientos-, que con esta publicaba su tercera novela, se convirtió, desde entonces, en uno de los autores modernos más exitosos de Inglaterra.

Ganadora también de los premios Edgar y Gold Dagger, la novela de le Carré -que surgía como una respuesta sin tapujos a la idealización que, de los espías, venía haciendo el cine jamesbondiano y demás, no tardó en atraer a los productores, y un guión de Paul Behn Y Guy Trosper, sería el punto de partida para la película que se encargó a Martin Ritt, director que había salido muy bien librado cuando dirigió a sus personajes atormentados de “Edge of the city” y “Hud”.

“EL ESPÍA QUE SURGIÓ DEL FRÍO”, nos cuenta la historia de Alec Leamas, un agente del Servicio Secreto que, tras 18 años de servicio, es echado en 18 minutos, como él mismo desencantado, explica. Pero, luego, cuando deseando sobrevivir ha pasado por bibliotecario y hasta por ladrón-agresor-encarcelado (¡y curiosamente al que golpea es a Bernard Lee el M de los filmes de James Bond!), el jefe le da otra oportunidad y lo prepara para asumir la Operación Rolling Stone, con la que deberá desacreditar al jefe de contraespionaje de Alemania oriental, a fin de que sea eliminado por su propia gente.

Lo que va a desenvolverse, desde entonces, es una exquisita trama que dejará al descubierto los muchos brazos que tiene el juego de los servicios de inteligencia y los muy diversos, y marcados intereses, que se mueven en su interior. Tiene uno que reírse -como Leamas- cuando aprecia las muchas capas del enmarañado juego que se va presentando a su paso, y la trama, meticulosamente hilvanada, va de sorpresa en sorpresa hasta la escena final.

Los diálogos son muy cuidados y se nota el bagaje de le Carré sobre el muy grueso tejemaneje del espionaje, con lo que Bond queda aquí como una mera engañifa fantasiosa. Frase contundente la que va a decir Control, el jefe del Servicio Secreto inglés, a su agente: “Nuestra política es pacífica (el caramelo), pero nuestros métodos deben ser despiadados como los del enemigo” (la pura verdad). Los paréntesis son nuestros.

Richard Burton, nos ofrece aquí la figura perfecta para recrear a ese agente desgastado y resentido que, por dinero, vuelve a jugarse la vida, y enamorado de Nancy Perry (Claire Bloom), una bibliotecaria confesa comunista, estará empeñado en protegerla deseando que no resulte involucrada en ningún caso. Oskar Werner es Fiedler, el hombre certero que quizás deje demostrado que, lo que luce como justicia no siempre es Justicia.

Estamos en un mundo retorcido, donde la conveniencia se antepone a la justicia, y donde cumplir con una encomienda pesa más que la dignidad. Algo así, es lo que puede dejarnos como lección este sorprendente y preocupante filme, que denuncia que, el poder, no suele estar en las manos de los más justos.

También para el recuerdo: El tema musical que Sol Kaplan ha compuesto para los títulos de crédito.

Título para Latinoamérica: “EL ESPÍA QUE VINO DEL FRÍO”
Luis Guillermo Cardona
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