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Voto de Luis Guillermo Cardona:
8
Western En 1870, Harris, recepcionista de un hotel de Chicago, se asocia a Tom Rice y parte con él para conducir una manada de ganado bovino a México. (FILMAFFINITY)
25 de abril de 2015
7 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Fue a finales de 1869 que, con 13 años de edad y sin un centavo en el bolsillo, al puerto de New York llegó el irlandés, James Thomas Harris, con su padre, entonces oficial de la armada británica. Viviendo años después en Chicago, Harris se empleó como botones en un hotel del que luego sería administrador, y allí se hizo amigo de muy variopintos ganaderos, uno de los cuales le despertaría el deseo de abandonar la vida citadina para experimentar la vida de los celebérrimos cowboys… por supuesto, una mujer tuvo que ver en la osadía de emprender tal aventura, con la que Harris pretendía llegar hasta México, de donde era oriunda la linda morena.

Años más tarde, convertido en escritor y llamándose ahora Frank Harris, en 1908 y en forma de serial, publicó sus aventuras en la revista Vanity Fair, con el título “The odyssey of the great trail”, y dos décadas después, consiguió publicar este material en forma de libro con algunas modificaciones y titulándolo entonces: “My reminiscenses as a cowboy” (1930). Aunque parece haber mucho de ficción y de historias de amigos en lo que Harris cuenta, el gran valor de su libro y también de la adaptación cinematográfica que hiciera Dalton Trumbo -a quien una vez más le denegaron el crédito por hacer parte de Los diez de Hollywood- consiste en los contradictorios e interesantes rasgos de personalidad que aquí se enfrentan, y en las muy humanas actitudes que fluyen de sus personajes, donde se demuestra la fuerte influencia que lo civilizado puede tener sobre lo salvaje, y también en sentido contrario, cuando se ha producido una relación estrecha entre dos individuos de formación muy diferente.

En Harris hay poesía, sentido de la equidad, respeto por la vida humana, fidelidad… y en Tom Reece, el ganadero del que se ha hecho socio, hay coraje, mucho arrojo, marcada dureza, una sensibilidad profundamente guardada para que no luzca como debilidad, y una lealtad sin medida ante quien valora como amigo.

Ese magnífico choque de personalidades que se va desgranando a lo largo de este majestuoso filme, en el que –aquí está la impronta de Trumbo-, un hombre humilde, en este caso el mexicano Paco Mendoza, será la sabia voz que dará luz a las tribulaciones del recio ganadero, hace que este filme trascienda la simple y tradicional trama de los buenos y los malos, para convertirse en una historia donde, el salvaje oeste, es esencialmente un recurso pictórico para dar encanto visual a lo que, en realidad, es una efectiva recreación de la lucha entre el atraso y el progreso moral del hombre.

Glenn Ford y Jack Lemmon, logran magníficas interpretaciones. El primero, con ese aspecto de hombre recio por el que se caracterizó en sus muchos westerns y Lemmon sin perder su característico toque de comediante, pero demostrando que puede ser serio, muy serio, cuando el momento lo reclama. Entre ellos hay una muy buena conexión a lo largo de toda la aventura y así se consigue que la trama nos impacte y sensibilice a partes iguales.

La película también es objetiva frente al manipulado papel que jugó la mujer en la machista sociedad de los siglos anteriores (¿anteriores?) y muestra de manera distanciada a los indios sin maltratarlos como cultura. Con una ambientación inmejorable y una fotografía de alto relieve, “COWBOY” consigue dejar huella sobre todo porque tiene una historia con muy valiosos matices.

Hay una pequeña falencia al dejar de contarnos lo que pasó en definitiva con Charlie (Dick York), durante la encerrona que le hicieron los mexicanos en el bar (aunque luego sabremos que salió avante), y el cuento final acerca de Doc Bender (Brian Donlevy), psicológicamente no tiene justificación alguna y es tan solo un recurso para lo que luego ocurre. Pero por lo demás, éste es un filme que se merece un alto reconocimiento.
Luis Guillermo Cardona
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