Por muchos años, sentí un inmenso cariño por la película “EL CHICO” a la que consideraba una deliciosa combinación de drama y de comedia, con una banda sonora inolvidable y con un actor, Jackie Coogan, que me resultaba entrañable. Muchas veces la presenté en mis talleres de cine y creo que, en este momento, habiendo pasado ya unos cuantos años desde que la vi por última vez, podría describirla escena por escena de tantas que fueron las ocasiones en que llegué a verla.

La última vez que presenté esta película, fue en una ocasión en que me contrataron para que hiciera un trabajo de sensibilización en un colegio con alumnos bastante complejos en un barrio con muchas limitaciones. Había trabajado ya con los novenos y décimos grados de manera bastante satisfactoria…hasta que me tocó un grado 11, con unos alumnos del estilo de los de “Mentes peligrosas”: Bajo rendimiento, nula disciplina y tendencias de alto riesgo. Cuando llegó el momento de socializar la película “El chico”, los comentarios eran exactamente de este calibre (retomo notas conservadas en una agenda de archivo):

“¡Ese papá es un bacán! Así es como hay que enseñarles a los pelaos a conseguir el billete: ¡A las que den!”

“Cuando a uno le dan, da. A lo bien como ese mancito ayuda al niño para que se las cobre con el que le robó el muñeco. El viejo debió pasarle un fierro”.

“Ese Chaplin enseña muy mal a ese niño. menos mal que la cucha se arrepiente y decide buscarlo... ¡pero le va a tocar hacer un trabajito!”…

El debate fue intenso y complicado... y entre tanto, me iba sintiendo envuelto en una atmósfera cargada y bastante sombría. La opinión que prevaleció entonces entre los alumnos, hasta que como facilitador entré a mediar, es que Chaplin había sido “un papá a lo bien, porque sabía que la vida es uno contra todos”. Más interesado en oír a los muchachos que en que me oyeran, hice un poco de mayéutica motivando algunas inquietudes, pero extrañamente, porque en cualquier otro contexto me encantaba, salí de aquel aula con ganas de tirar la película de “EL CHICO” a un recipiente de basura.

Es así como se prueba que el cine, como todo arte, es subjetivo: Según sea a quien esté dirigido el mensaje serán las apreciaciones. Cuando veía la película de Chaplin con muchachos “bien” de otros sectores sociales, lo que hacía Chaplin con su hijo John, eran solo travesuras y salidas recursivas que se validan perfectamente en una comedia, pero ante tantísimos jóvenes de hoy, faltos de afecto y de oportunidades, atrapados entre el vicio y la violencia, lo que ocurre en este filme, es una forma de vida que tan solo ratifica la que para ellos pareciera ser la única que existe. Y así no debe ser.

Queda mencionar, que recién vi la película de King Vidor, “El hombre de la navaja” (1920), la cual anduvo desaparecida hasta hace muy poco… y es indudable que el filme de Chaplin bebió profusamente de esta fuente sin responsabilidad ni reconocimiento alguno.

Mi nota para “EL CHICO” era siempre de notable. Ahora solo la siento interesante porque aquella experiencia me marcó para siempre… y porque no es tan original como pareciera.