Trepidante como angustiante película de suspense que retoma el espíritu de los horrores cotidianos de carretera que tan bien había ofrecido Steven Spielberg en “Duel” (El Diablo Sobre Ruedas, 1970), como una inesperada como escalofriante carta de presentación al cine. Pero con ésta reseña no pretendo ir más allá con la película que rodó Robert Harmon, bastante menor que la ópera prima de Spielberg (en intencionalidad incluso es distinta por una trama más visible pero no así menos intrigante).

Como el personaje de “Vanishing Point”, el joven Jim Halsey(C. Thomas Howell) tiene que llevar como recadero un coche en destino de Chicago a los Ángeles. Una ruta similar por la que tomaria el personaje que interpretó Barry Newman en 1971, solo que aquí se convierte en una pesadilla constante e intermitente cuando se le cruza el autoestopista John Ryder (Rutger Hauer), un escurridizo y peligroso psicópata al que nadie ha visto pero saben que está allí. Además conoce bien los áridos paisajes del desierto y, más aún, la carretera.

La película goza de buenos momentos (la secuencia de las patatas fritas) y no se advierte algún giro inesperado. Jennifer Jason Leigh, que ya había coincidido con Rutger Hauer en el violento film medieval de Paul Verhoeven “Los Señores del Acero” (Flesh & Blood, 1985), interpreta a una camarera involucrada en tan singular pesadilla.

El film fue objeto de una secuela en 2003, nuevamente con C. Thomas Howell, y un innecesario remake en 2007.