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España España · Madrid
Voto de J C:
8
Aventuras. Drama Adaptación de 'The Long k: The True Story of a Trek to Freedom' de Slavomir Rawicz. El protagonista narra en primera persona cómo, tras la invasión de Polonia por los alemanes, fue arrestado por el ejército soviético y encarcelado en Siberia. En 1940 consiguió escapar del gulag -campos de concentración de la Unión Soviética- en compañía de otros presos y, finalmente, cómo huyendo a pie llegaron desde Siberia al Himalaya, al desierto del ... [+]
27 de enero de 2011
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
En “Gallipoli (1981), Peter Weir ofrecía un retrato descarnado y lúcido sobre la guerra, en aquella ocasión la primera mundial, y de los jóvenes que combatían en ella y acababan siendo vampirizados por su furia desatada. Treinta años más tarde, Weir vuelve a desplegar ante nosotros el lienzo de otra guerra, esta vez la segunda que sacudía al mundo, y si en el filme de 1981 veíamos correr a un soldado con vocación de atleta para llevar un mensaje, en ésta asistimos a otro tipo de carrera, más lenta, pero igualmente frenética, en busca de la libertad.
Ha sido grato reencontrarse con este artesano oriundo de Australia y con su cine más personal, el que nos cautivara en trabajos como “El año que vivimos peligrosamente” (otra vez la guerra) o “La costa de los mosquitos”. Reconoce uno elementos de esas obras en esta “Camino a la libertad” (desafortunada traducción al castellano del título original, “The way back”, perfectamente definitorio de lo que se cuenta), no porque asistamos al conflicto bélico, del que sólo vemos un trasfondo apenas difuminado, la intuición de su existencia allá a lo lejos, sino porque aparece nuevamente el hombre en lucha con la naturaleza y esa suerte de misticismo difuso que hemos visto en otras películas de Weir.
Con un tratamiento que por momentos recuerda al documental, “Camino a la libertad” es la crónica de una fuga en plena Segunda Guerra Mundial que transcurre ajena a ella y por sus aledaños, narrada con medida contención y a brochazos. Porque si algo caracteriza esta película es una sequedad concisa y brusca que no escatima en realismo de alta precisión para hacer partícipe al espectador de las penalidades que sufren sus personajes. Esa es, sin duda, una de las mayores virtudes de una película que, a pesar de estar contada de un modo apacible, se mueve en todo momento hacia delante, como esos hombres que han dejado atrás el GULAG ruso para llegar a alguna parte tan sólo con la ayuda de sus pies.
A través de sonidos y paisajes que van dando cuenta con certera atmósfera del periplo de estos desarraigados, Weir nos sumerge de lleno en esa a veces procelosa naturaleza que tan bien ha sabido describir en su cine, dándonos nuevamente un retrato de la desesperación como el que ya nos ofreciera, de manera muy distinta, en la mencionada y notable “Gallipoli”. “The way back” es también la historia de una epopeya, salpicada de una épica poco dada a la desmesura, acomodada al discurrir de la evasión y sus múltiples e intrincados dobleces. Creo sinceramente que este cineasta australiano ha vuelto a estar a la altura de las circunstancias con esta película sobre la huida y labúsqueda de algo mejor y agradecemos su trazo firme y desprovisto de artificios para contarlo sin que suene a reiteración.
J C
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