132/28(23/04/21) Estimulante drama criminal dirigido, escrito (guión nominada al Oscar, perdiendo ante el de “Fargo”) (y editado) por John Sayles, para una narración enmarcada en un pueblo texano fronterizo con México, con clima de neo western se desarrolla una historia marcadamente sobre conflictos raciales, inherentes como se funden en la zona hispanos, indios, blancos e incluso negros de una base militar cercana. Donde se intenta dar un enfoque humanista a la convivencia interracial. Ello en un relato coral donde se entrecruzan varios relatos, incluso con saltos a décadas atrás para desentrañar quien asesinó a un sheriff, encontrado su cuerpo en un campo de tiro. Esto sirve para componer un collage con connotaciones de los choques generacionales, las relaciones paterno-materno-filiales, donde se entrelazan corrupciones políticas, abuso de poder policial, homicidios, xenofobia, vejaciones, secretos ancestrales, amores de juventud, e incluso incestos. Ello con dosis de misterio, aunque deslizadas sin tensión dramática, mezclado con melancolía desesperanzadora, aquí está lo importante, el retrato de este crisol de razas que intentan cohabitar.

Sam Deeds (Chris Cooper) es el alguacil del condado de Rio en Frontera, Texas. Sam, nativo de Frontera, regresó hace dos años y fue elegido sheriff. El difunto padre de Sam había sido el legendario Sheriff Buddy Deeds (Matthew McConaughey), amado por la ciudad, recordado como un individuo único con un gran sentido de equidad y justicia. Cuando era adolescente, Sam tuvo problemas con su padre y la pareja discutía y peleaba habitualmente. Sam desaprueba particularmente los esfuerzos de la líder empresarial local Mercedes Cruz (Mirian Colon) y el ex viceprimer jefe de Buddy, el alcalde Hollis Pogue (buen Clifton James), para ampliar y cambiar el nombre del juzgado local en honor de Buddy; lo considera un desperdicio innecesario del dinero de los contribuyentes. Cuando era adolescente, Sam había estado enamorado de la hija de Mercedes, Pilar, pero Buddy y Mercedes se opusieron firmemente al noviazgo. El coronel Delmore Payne (Joe Morton) ha llegado recientemente a la ciudad como comandante de la base local del ejército estadounidense. Delmore es hijo de Otis "Big O" Payne (buen Ron Canada), propietario de un club nocturno local y figura destacada de la comunidad afroamericana. Dos sargentos fuera de servicio de la base descubren un esqueleto humano en un antiguo campo de tiro en la base junto con un anillo masónico, una placa de sheriff del condado de Río y, más tarde, una bala de pistola gastada, muy inusual en un campo de tiro, los forenses identifican el esqueleto como el de Charlie Wade (Kris Kristofferson), el sheriff infamemente corrupto y cruel que precedió a Buddy. Wade desapareció misteriosamente en 1957, llevándose $ 10,000 en fondos del condado,

Posee un reparto estupendo con un matizado y mesurado Chris Cooper (da igual cuando leas esto), enarbolando con naturalidad la brújula moral del relato con gran dignidad, sumado a una buena química con su partenaire; un exuberante Kris Kristofferson exponiendo a un aterrador villano con sonrisa que hiela la sangre, un a un semi-desconocido Matthew McConaughey que desprende carisma en sus pocos minutos en pantalla, una enternecedora Elizabeth Peña como una combativa profesora de historia; Miriam Colón como la exitosa dueña de un restaurante, está notable desprendiendo gran carácter y latente mundo interior; Y en papel de apenas una escena deja huella una anciana Beatrice Winder maravillosa en como achica al sheriff mientras juega a la gameboy, este se presenta con su apellido y ella sin dejar de jugar a la consola le espeta, "El sheriff Deeds está muerto, cariño. Tú eres el sheriff Junior", y también está grácil; Asimismo aparece en una sola escena en un rol cercenable la gran Frances McDormand como la ex del sheriff, a la que le gusta ver futbol americano. La actriz de Illinois ganaría este mismo año el Oscar por su mítico papel en “Fargo”.

Entre sus defectos está la sub trama de los militares, donde está un hijo oficial con un padre dueño de un bar que hace tiempo que no ve, todo esto me resulta además de manido, poco e interesante, cada vez que entra baja el ritmo.

La investigación de Sam para dar con el asesino Charlie Wade, supondrá un viaje al pasado, donde muchos secretos afloraran dejando heridas por el camino, componiendo un rompecabezas de favores y muertes por el camino. Y donde el componente racial tendrá mucha importancia. En este tránsito Sam se relacionará con un antiguo amor de su juventud, que tendrá un final perturbador frito de los mencionados secretos del pasado, dejando un poso agridulce. Sirve también este romance para exponer las relaciones interraciales. El esqueleto encontrado supone una especie de fantasma del pasado que viene a remover los cimientos endebles del presente.

Todo el relato Sayles lo desarrolla con fluidez, haciendo que incluso la subtrama más floja (la ya mencionada) no estove demasiado, siendo atractiva la investigación de Sam pasando por varios testigos que conocieron al muerto, trasladándonos con ello al pasado con flash-backs ingeniosos en sus transiciones. Donde sentimos el régimen del terror que tiranizaba el antiguo sheriff Wade.

Tenemos la vertiente geosocial política en dos vertientes, por un lado está la rebelión escolar de los padres, digamos blancos, cuando se oponen al modo en que se ensalza a los hispanos en las raíces para Texas, el eterno choque sobre que el vencedor escribe la Historia o ser más crítico con las culturas; También se toca a través del dueño del bar, Otis, que hace una alabanza de las rebeliones nativas contra el ejército USA; Perro todo esto se sienten realmente como gritos en el desierto, proclamas un tanto superficiales.

Me queda un film más que interesante, que intenta indagar con inteligencia en las relaciones interraciales, y ello dejando un poso agridulce con su turbador final. Fuerza y honor!!!