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Voto de TOM REGAN:
6
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Bélico. Drama
El joven soldado de 19 años Billy Lynn y su patrulla sobreviven a una batalla en Iraq en la que son grabados por las cámaras, por lo que son tratados como héroes cuando regresan a casa para una gira promocional antes de volver a la guerra... Adaptación de la novela de Ben Fountain, con la particularidad de ser el primer film de la historia rodado a 120 fotogramas por segundo. (FILMAFFINITY)
27 de agosto de 2017
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
178/14(16/08/17) Fallido drama bélico del taiwanés Ang Lee, una pretendida sátira y crítica social anti- guerra que se queda en tierra de nadie, pareciendo no saber dónde poner el foco, llegando a caer en aquello ante lo que parece arremeter el patriotismo. El guión del debutante Jean-Christophe Castelli y Jean-Christophe Castelli, basada en la novela homónima de Ben Fountain, supone una denuncia la trivialización que se hace de las guerras en la sociedad estadounidense, tomándoselo todo como un espectáculo más, super-bowl, actuaciones musicales, películas, y héroes militares, forman parte del show-business, todo forma parte del circo mediático para alimentar a las masas acomodadas en sus hogares, insensibilizadas contempla la guerra como parte de algo manufacturado por internet donde los héroes surgen a través de youtube, insuflandoles unos valores morales simplistas y banalizados. Es una cinta que se puede ver como una especie de mezcla entre dos películas de Clint Eastwood, por un lado está el referido circo mediático en el que se frivoliza a los héroes de guerra, me refiero a “Banderas de nuestros padres” (2006), y por lo del stress post-traumático se asimila a “American Sniper”.
Ang Lee es un cineasta arriesgado que no se encasilla, experimenta y cambia de géneros constantemente, nunca se acomoda y busca innovar, como ya demostró en “La vida de Pi”, una obra de arte visual poderosa en 3D, y esta película forma parte de sus ansias de reinventarse y sorprender al espectador, “Billy Lynn…” pasará a la historia por ser la primera película que se rodó con cámara especial llamada CineAlta F65 4K para rodar imágenes en 3D-4k y a 120 (habitualmente son 24) fotogramas por segundo, Lee y sus colaboradores han citado que este nuevo proceso está destinado a ser un paso adelante cuando se trata de realismo en pantalla, experimento consiste en ofrecer imágenes que hagan coincidir la realidad del frente y la de la retaguardia con una definición cerca de la perfección, siendo epítome de esto el contraste visual entre la actuación de las Destiny Child como los figurantes soldados mezclándolo con secuencias bélicas en el frente. Pues bien esto al final se queda en un experimento localista e híper-reducido, pues solo hay cinco salas para ver la película en todo el mundo capaces de reproducirla con esa tecnología. Al final uno siente que la historia puede ser un McGuffin para exponer una tecnología que quita mucho y da poco, el pretendido realismo deriva en hiper-realismo, desviando la atención de lo que debiera ser lo importante el contenido (el envoltorio) y no el continente (la historia), alejando al espectador al crear una (vistosa) barrera de cromatismos fulgurantes, como bien he leído película de alta definición con una historia de baja calificación, relato plano que nunca termina de despegar, se queda en un quiero y no puedo, en una exposición de ideas simplistas sin desarrollo alguno, sin giros que sorprendan, falto de intensidad y tensión.
El tramo epicentro del film y que da sentido al resto del metraje y que al final todo se sienten como piezas parcheadas alrededor, cuando la compañía Bravo, los héroes de Irak, durante el descanso de la Super-Bowl en Dallas son manejados cual floreros bonitos a exponer durante una actuación de las hermosas Destiny Child, son obligados a ser parte del atrezo en el escenario, estallando la algarabía a su alrededor, con pomposos fuegos artificiales, apareciendo en el protagonista con estos estallidos los recuerdos de la batalla en Irak, con lo que lo serio de la guerra se funde con la frivolidad del espectáculo vacuo, los héroes de guerra como adornos de uno de los mayores símbolos USA, su Super-Bowl. En este tramo es donde la idea queda expuesta en toda su crudeza, el caos y angustia existencial de la guerra banalizada por el devorador aparato consumista de una sociedad insensibilizada. Una sociedad movida a empujones de La Red, donde cualquier video es viralizado globalmente en segundos, y su protagonistas pueden ser masacrados o como en este caso pasar a ser la atracción de la semana, hasta que otro video de youtube con un mono oliéndose el dedo metido en el culo ocupe su lugar. Una prometedora deconstrucción de la épica que arremete contra la “American way of life”.
La historia evoluciona en varios niveles: Las (difíciles) relaciones familiares del veterano de guerra regresado a casa, sobre todo Billy lidiando con una angustiada hermana que se siente culpable de que su hermano esté alistado, e intenta que vaya a un médico para le licencie por problemas psicológicos (Síndrome de Stress Post-traumático), tratado de modo simplista, sin originalidad, dejándolo todo a la fuerza dramática del entente Alwyn Kristen Stewart, y esta actriz parece tener un solo registro que es el de estreñida perpetua, sin matices, no te emociona su fraternal relación; Está el ya mencionado bloque durante la Super-Bowl en que se entremezclan varias subtramas. La relación de camaradería entre la compañía Bravo, llena de tópicos y sin algo fresco. La del agente del batallón intentando vender los derechos de la historia en Irak para una película (clímax la charla en el palco con un magnate y Billy), muy artificiosa, queriendo más de lo que alcanza, pretende emocionar y me deja frío. Está la relación-flechazo de una bella cheerleader con Billy, increíble y metido con calzador romance, hay que darles muchas licencias para medio-creértelo, pues encima parece que al relacionarse la mentalidad de la pareja se haya infantilizado… (sigue en spoiler)
Ang Lee es un cineasta arriesgado que no se encasilla, experimenta y cambia de géneros constantemente, nunca se acomoda y busca innovar, como ya demostró en “La vida de Pi”, una obra de arte visual poderosa en 3D, y esta película forma parte de sus ansias de reinventarse y sorprender al espectador, “Billy Lynn…” pasará a la historia por ser la primera película que se rodó con cámara especial llamada CineAlta F65 4K para rodar imágenes en 3D-4k y a 120 (habitualmente son 24) fotogramas por segundo, Lee y sus colaboradores han citado que este nuevo proceso está destinado a ser un paso adelante cuando se trata de realismo en pantalla, experimento consiste en ofrecer imágenes que hagan coincidir la realidad del frente y la de la retaguardia con una definición cerca de la perfección, siendo epítome de esto el contraste visual entre la actuación de las Destiny Child como los figurantes soldados mezclándolo con secuencias bélicas en el frente. Pues bien esto al final se queda en un experimento localista e híper-reducido, pues solo hay cinco salas para ver la película en todo el mundo capaces de reproducirla con esa tecnología. Al final uno siente que la historia puede ser un McGuffin para exponer una tecnología que quita mucho y da poco, el pretendido realismo deriva en hiper-realismo, desviando la atención de lo que debiera ser lo importante el contenido (el envoltorio) y no el continente (la historia), alejando al espectador al crear una (vistosa) barrera de cromatismos fulgurantes, como bien he leído película de alta definición con una historia de baja calificación, relato plano que nunca termina de despegar, se queda en un quiero y no puedo, en una exposición de ideas simplistas sin desarrollo alguno, sin giros que sorprendan, falto de intensidad y tensión.
El tramo epicentro del film y que da sentido al resto del metraje y que al final todo se sienten como piezas parcheadas alrededor, cuando la compañía Bravo, los héroes de Irak, durante el descanso de la Super-Bowl en Dallas son manejados cual floreros bonitos a exponer durante una actuación de las hermosas Destiny Child, son obligados a ser parte del atrezo en el escenario, estallando la algarabía a su alrededor, con pomposos fuegos artificiales, apareciendo en el protagonista con estos estallidos los recuerdos de la batalla en Irak, con lo que lo serio de la guerra se funde con la frivolidad del espectáculo vacuo, los héroes de guerra como adornos de uno de los mayores símbolos USA, su Super-Bowl. En este tramo es donde la idea queda expuesta en toda su crudeza, el caos y angustia existencial de la guerra banalizada por el devorador aparato consumista de una sociedad insensibilizada. Una sociedad movida a empujones de La Red, donde cualquier video es viralizado globalmente en segundos, y su protagonistas pueden ser masacrados o como en este caso pasar a ser la atracción de la semana, hasta que otro video de youtube con un mono oliéndose el dedo metido en el culo ocupe su lugar. Una prometedora deconstrucción de la épica que arremete contra la “American way of life”.
La historia evoluciona en varios niveles: Las (difíciles) relaciones familiares del veterano de guerra regresado a casa, sobre todo Billy lidiando con una angustiada hermana que se siente culpable de que su hermano esté alistado, e intenta que vaya a un médico para le licencie por problemas psicológicos (Síndrome de Stress Post-traumático), tratado de modo simplista, sin originalidad, dejándolo todo a la fuerza dramática del entente Alwyn Kristen Stewart, y esta actriz parece tener un solo registro que es el de estreñida perpetua, sin matices, no te emociona su fraternal relación; Está el ya mencionado bloque durante la Super-Bowl en que se entremezclan varias subtramas. La relación de camaradería entre la compañía Bravo, llena de tópicos y sin algo fresco. La del agente del batallón intentando vender los derechos de la historia en Irak para una película (clímax la charla en el palco con un magnate y Billy), muy artificiosa, queriendo más de lo que alcanza, pretende emocionar y me deja frío. Está la relación-flechazo de una bella cheerleader con Billy, increíble y metido con calzador romance, hay que darles muchas licencias para medio-creértelo, pues encima parece que al relacionarse la mentalidad de la pareja se haya infantilizado… (sigue en spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
… Y la ya mencionada actuación de las Destiny Child, esta es la quedará en la memoria del espectador, la que posee la garra sensorial epidérmica para calar, lástima que sea un oasis de calidad en medio del desierto de inanidad; Y están los recuerdos en flash-back de Billy sobre su estancia en Irak y su relación con la compañía, sobre todo con un almibarado Vin Diesel, especie de gurú espiritual zen, que chirría más que el Titanic partiéndose, ridículo repartiendo “te quieros” antes de una misión militar, todo manufacturado, acartonado, hecho sin pulso ni alma, insípido, tanto que me da igual lo que les pase a los protagonistas. De hecho estos flash-back se sienten un tanto innecesarios y redundantes, pues no aportan información adicional a lo que se cuenta en el presente, uno se queda esperando algo que de sentido al relato y se queda sin ello.
Y es no hay introspección psicológica de los personajes, mostrados cual estereotipo mil veces (y me quedo corto) vistos, ejemplo claro es un protagonista Billy al que nunca se le ve con dudas morales o angustiado, apenas deja traslucir mundo interior, no sentimos su supuesto tormento por traumas de guerra. El libro en que se basa es una sátira y Ang Lee parece que esto no lo sabe, pues humor (mordaz o de otro tipo) hay entre poco y nada. La película resulta por momentos cansina en su modo de remarcar ideas una y otra vez, sintiéndose largo el metraje para lo que cuenta, que además al abarcar mucho aprieta muy poquitísimo. No suman unos diálogos que divagan entre lo tosco y lo lacio. El colmo es su ambiguo mensaje, pues al final resulta muy acomodado y conservador, sin riesgo alguno, harto predecible.
El reparto discurre por la frialdad: El actor británico Joe Alywn debuta en cine, cumpliendo sin más, correcto, pero falto de dimensión: Kristen Stewart hace de lo mismo de siempre, de melancólica con gesto retorcido, sin matices; Vin Diesel hace una actuación que pide a gritos el Razzie al peor actor, no sé si por mor del guión, pero su rol divaga entre lo penoso y lo ridículo; Garrett Hedlund como el sargento Dime es el mejor aprovecha para dar una buena actuación, con carácter; Steve Martin en un personaje fuera de lugar para el encasillamiento que tenía, no deja especial huella; Makenzie Leigh como la cheerleader resulta estridente en un papel difuso, ya se que su rol era para dar a entender que la gente se puede enamorar de la idealización del héroe y olvidar a la persona, pero esto no tiene la menor solidez en su fugaz romance; Chris Tucker no da lo que requiere su rol, queda des-animado, busto parlante sin espíritu.
La puesta en escena resulta muy condicionada por la ya mencionada filmación en 120 fotogramas por segundo, excelente diseño de producción de Mark Friedberg (“Life Aquatic”), rodando en Georgia-USA (Locust Grove, Atlanta, Canton,…), en Santa Clarita(California-USA), y en Marruecos (Erfoud), recreándolos dos ámbitos, el de la guerra en Irak y el de USA, sobre todo maximizado en la Super-Bowl (el Georgia Dome se transforma en el Estadio AT & T de los Dallas Cowboys), reflejando con viveza la algarabía, todo esto filtrado por la fotografía de John Toll (“Braveheart”), condicionada por el formato referido, con muchos primeros planos, tomas estáticas para recoger el esplendor cromático, al final esto no casa con lo que se cuenta. La música de los hermanos Mychael (“La vida de Pi”), y Jeff Danna (“El imaginario del Dr. Parnassus”), no me deja huella alguna, quizás porque la historia me deja tibio.
En conjunto queda un estimable esfuerzo saboteado por la poca valentía en desarrollar alguna de las ideas mostradas, plúmbeas y superficiales en su exposición. Fuerza y honor!!
Y es no hay introspección psicológica de los personajes, mostrados cual estereotipo mil veces (y me quedo corto) vistos, ejemplo claro es un protagonista Billy al que nunca se le ve con dudas morales o angustiado, apenas deja traslucir mundo interior, no sentimos su supuesto tormento por traumas de guerra. El libro en que se basa es una sátira y Ang Lee parece que esto no lo sabe, pues humor (mordaz o de otro tipo) hay entre poco y nada. La película resulta por momentos cansina en su modo de remarcar ideas una y otra vez, sintiéndose largo el metraje para lo que cuenta, que además al abarcar mucho aprieta muy poquitísimo. No suman unos diálogos que divagan entre lo tosco y lo lacio. El colmo es su ambiguo mensaje, pues al final resulta muy acomodado y conservador, sin riesgo alguno, harto predecible.
El reparto discurre por la frialdad: El actor británico Joe Alywn debuta en cine, cumpliendo sin más, correcto, pero falto de dimensión: Kristen Stewart hace de lo mismo de siempre, de melancólica con gesto retorcido, sin matices; Vin Diesel hace una actuación que pide a gritos el Razzie al peor actor, no sé si por mor del guión, pero su rol divaga entre lo penoso y lo ridículo; Garrett Hedlund como el sargento Dime es el mejor aprovecha para dar una buena actuación, con carácter; Steve Martin en un personaje fuera de lugar para el encasillamiento que tenía, no deja especial huella; Makenzie Leigh como la cheerleader resulta estridente en un papel difuso, ya se que su rol era para dar a entender que la gente se puede enamorar de la idealización del héroe y olvidar a la persona, pero esto no tiene la menor solidez en su fugaz romance; Chris Tucker no da lo que requiere su rol, queda des-animado, busto parlante sin espíritu.
La puesta en escena resulta muy condicionada por la ya mencionada filmación en 120 fotogramas por segundo, excelente diseño de producción de Mark Friedberg (“Life Aquatic”), rodando en Georgia-USA (Locust Grove, Atlanta, Canton,…), en Santa Clarita(California-USA), y en Marruecos (Erfoud), recreándolos dos ámbitos, el de la guerra en Irak y el de USA, sobre todo maximizado en la Super-Bowl (el Georgia Dome se transforma en el Estadio AT & T de los Dallas Cowboys), reflejando con viveza la algarabía, todo esto filtrado por la fotografía de John Toll (“Braveheart”), condicionada por el formato referido, con muchos primeros planos, tomas estáticas para recoger el esplendor cromático, al final esto no casa con lo que se cuenta. La música de los hermanos Mychael (“La vida de Pi”), y Jeff Danna (“El imaginario del Dr. Parnassus”), no me deja huella alguna, quizás porque la historia me deja tibio.
En conjunto queda un estimable esfuerzo saboteado por la poca valentía en desarrollar alguna de las ideas mostradas, plúmbeas y superficiales en su exposición. Fuerza y honor!!