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Voto de TOM REGAN:
10
7.3
5,867
Drama
Ángel (Ovidi Montllor) es un cazador furtivo que vive en un bosque con su madre (Lola Gaos), una mujer tiránica y violenta. En uno de sus escasos viajes a la ciudad, conoce a Milagros (Alicia Sánchez), una chica que ha huido de un reformatorio y que es la amante de un delincuente llamado El Cuqui. Ángel la protege y la lleva a su casa. La animosidad de la madre hacia Milagros, así como la atracción que Ángel siente hacia ella desembocarán en un drama. (FILMAFFINITY) [+]
10 de marzo de 2013
77 de 90 usuarios han encontrado esta crítica útil
239/13(25/11/12) Obra Maestra del Cine español, un clásico imperecedero, José Luis Borau nos obsequio con una de las mejores radiografías que se hayan hecho jamás de la España profunda, un desgarrador fresco emparentado con la posterior ‘Los Santos Inocentes’. ‘Angel (gran Ovidi Montllor) vive con su posesiva madre, Martina (colosal Lola Gaos), en una aislada casa en los montes de Segovia, es un alimañero en un coto privado, caza a los depredadores de los ciervos, los lobos, para que cuando llegue el gobernador civil, Santiago (gran José Luis Borau), con sus amigotes tengan cacería, Ángel para sacarse un sobresueldo hace de furtivo. Un día en la capital por casualidad una muchacha, Milagros (gran Alicia Sánchez), le aborda para que la ayude a escapar de un reformatorio, Ángel la socorre y esta le paga con sexo, él se enamora de ella, se la lleva a su casa en la montaña, allí los problemas surgen entre la pareja y la ultraprotegedora madre que ve en Milagros a una rival en el afecto de su retoño. Extraña que esta dura película se rodara con la censura aún trabajando, con desnudos, sexo, personajes amorales, nítidas insinuaciones de incesto, violencia animal, claras alegorías a la incompetencia de las autoridades, en la figura del Gobernador, y con un final desgarrador (spoiler), aún así esta intentó torpedearla exigiendo su recorte en 40 planos, tras muchas luchas, se pudo exhibir en el festival de San Sebastián eliminando algún metraje, según Borau sin importancia. Furtivos es un cuento de hadas de terror, está el Rey, el Gobernador, y cambiando los papeles está el príncipe atrapado, Ángel, en un mundo cerrado y endogámico por una bruja, su Madre Martina, está el bosque envuelto en brumas y misterio al que llega la heroína, Milagros, un soplo de aire fresco que viene a traer la felicidad al príncipe atrapado, en forma de sexo y amor, un cuento retorcido y lúgubre. Borau escribió el magnífico guión con Manuel Gutiérrez Aragón, Borau quería hacer una película con Lola Gaos que le había maravillado en ‘Tristana’, y a fe que le regalo uno de sus mejores trabajos. El director pretendió reflejar la España tardofranquista en esta obra, el bosque representaba para él el país, Martina sería Saturno que devora sus hijos, Santiago el Gobernador podría ser un cuasi-Franco paternalista (el símil de ser cazador), ansiaba controlarlo todo pero no se enteraba de mucho, y por debajo unos siervos que ansiaban salir del regazo enfermizo de la Madre, metáfora de lo perdido que estaba el país. Ello envuelto en una extraordinaria puesta en escena, una ambientación soberbia que nos traslada el sabor de una España Negra, tétrica, ayudado por una excelente fotografía de Luis Cuadrado (‘La Caza’ o ‘El Espíritu de la Colmena’), con un ritmo vigoroso, con un salpicado de escenas para el recuerdo (spolier), dolorosa la de Ángel echando a su Madre a rastras de la cama, la paliza al lobo, o el fresco costumbrista con los cazadores, con un increscendo dramático asfixiante, dejándonos unas gloriosas elipsis (spoiler), derivando en un tramo final antológico, uno de los grandes de la Historia del Cine (spoiler), de los que te deja una huella perenne. Los personajes están espléndidamente construidos, en pequeñas pinceladas sabemos cómo son, además está interpretados de forma sublime, un sembrado de personas amorales y perdidos, unos perdedores, fresco de una nación sin rumbo, un Ovidi Montllor que jamás ha estado mejor, crea a un ser perdido que busca salir de un ambiente patológico, transmite pasión, amor, ilusión, esperanza, y lo hace con un lenguaje corporal sobrio, sin estridencias, sobresaliente, está Alicia Sánchez como Milagros que borda su rol de pícara que utiliza su cuerpo como arma, que se debate entre dos amores, pero que sabe dar luz a Ángel, denota una gran fragilidad, espléndida, y luego está el tercer lado del triángulo pasional, Lola Gaos como Martina, esta está a otro nivel, su actuación es magistral, nadie puede creer que no sea Martina, su cruenta y latente violencia es emitida de modo excelente, su lenguaje físico es poderío, el gestual es brillante, su mirada son dos puñales que te atraviesan, su voz es un susurro apagado lastimero, es capaz de combinar intimismo perverso como cuando desviste a su hijo, con la furia más desatada, cuando la vemos apalear al lobo (me niego a entrar en polémicas sobre si fue real) demuestra una ira infinita con lo que el caldo de cultivo está sembrado para que todo nos lo esperemos de ella, su labor traspasa la pantalla, desborda realismo, un portento en uno de los papeles más colosales que ha dado el Cine, por cierto, nos podemos imaginar que Ángel es Norman Bates y Martina su madre, una especie de precuela de ‘Psycho’. Es reseñable José Luis Borau como el gobernador, hace de un paternalista buenista, un tipo obsesionado con dar caza a un ciervo que para mí representa la fuerza indómita de España. José Luis Borau creó este Clásico y ya se le acabó la genialidad, hizo mucho más cine pero nunca se acercó al nivel de esta, acaba de morir y este es mi tributo a alguien que aunque no hubiera hecho más filme, será loado por siempre por este colosal retrato de la degradación moral de España. Fuerza y honor!!!
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Dos minutos y medio hito en el cine hispano, arrancan de noche, Milagros le pide a Ángel ir al dormitorio a ‘retozar’, Ángel entra con ímpetu en el dormitorio, el de los dos, Martina y Ángel (el incesto), Martina está de rodillas rezando y él le espeta <Váyase, fuera de aquí!>, ella se mete en la cama, se tapa y sigue orando, él la destapa y tira de ella, se coge a los barrotes de la cama , el tira de ella, ella se aferra cual leona, hasta que él consigue sacarla a rastras, la deja fuera mientras cierra la puerta, lo hace para sustituirla por su amada Milagros y Ángel han tomado posesión del trono, él le dice a Milagros <Esta es tu casa y esta tu cama>, los dos se desvisten y se meten alegremente en la cama a ‘retozar’, de estremecedora dureza, mientras vemos en la cocina a Martina sentada bebiendo orujo mientras llora, se levanta y deambula por la habitación, de fondo se escuchan los quejidos de un lobo que tienen amarrado fuera en un riachuelo, los ojos de Martina echan fuego, baja las escaleras y sale afuera, en camisón y con una toga, la vemos acercarse al lobo por el riachuelo con una azada en las manos, y comienza a darle golpes hasta que loe destroza la cabeza, este tramo es brutalmente colosal, turbador e impresionante.
Lo de que en ningún momento se diga nada del asesinato de Milagros pero todos lo sepamos es sencillamente turbador, Borau trata al espectador de modo inteligente, las elipsis usadas en esta obra son excelsas, de una agudeza descomunal. Martina ha matado a Milagros, lo sabemos tras la mirada que le echa a Milagros por la ventana mientras está saca patatas junto al riachuelo, Ángel lo sabe cuando ‘El Cuqui’ le interroga por su paradero, Ángel a un tipo abrir un paquete de cigarros, esto le recuerda a Ángel que Milagros guardaba una cajita de recuerdos con cintas-precinto del tabaco, desesperado busca encima del armario la arquita, está allí, Ángel ya sabe que a Milagros la ha matado su madre, se acerca a ella que pela un pollo, ella le habla trivialmente, él sentencia <Mañana tenemos que ir a la Iglesia>, que sutileza, vemos el exterior de la Iglesia nevada, pasamos al interior, el sacerdote (buen Ismael Merlo), se acerca a ella y le dice que su hijo le ha dicho que se quiere confesar, Martina se cerciora de que Ángel la va a matar, de una brillantez cumbre, ella se pone a confesarse, mientras Ángel ejerciendo de monaguillo enciende velas, el párroco llega con el gesto agrio, Ángel le ayuda a vestirse, y justo antes de salir al altar le pregunta a Ángel <Por quien aplico la misa?>, responde < Por mis intenciones>, vemos al cura administrar la comunión, se pone de rodillas Martina y justo antes de abrir la boca mira a su hijo, tras esto vemos caminar por el monte, sobre un manto de nieve a Madre e Hijo, ella de negro inmaculado y él detrás con su escopeta al hombro, él le dice <Espere!>, ella de espaldas, sin mirarlo, se para y le cuestiona <Que vas a hacer conmigo?>, él replica <Ya lo sabe usted>, ella se arrodilla y le espeta <Pues hazlo pronto jodio!!!>, él da unos pasos atrás, vemos un primer plano de la escopeta, apunta y dispara, se escucha el eco de un grito. Llega Ángel a su casa, se descuelga el arma, coge una botella de aguardiente, coge la cajita de Milagros, se sienta, primer plano del baulito, Ángel ojea lo único que le queda de su gran amor, sus recuerdos, sus esperanzas, sus ilusiones, y lo último que se ve, una foto de carnet de Milagros de niña con trenzas y fundido en negro. Nueve minutos finales fascinantes, de una profundidad extraordinaria, de los que te encogen las entrañas, el Cine se creó para momentos como estos.
Lo de que en ningún momento se diga nada del asesinato de Milagros pero todos lo sepamos es sencillamente turbador, Borau trata al espectador de modo inteligente, las elipsis usadas en esta obra son excelsas, de una agudeza descomunal. Martina ha matado a Milagros, lo sabemos tras la mirada que le echa a Milagros por la ventana mientras está saca patatas junto al riachuelo, Ángel lo sabe cuando ‘El Cuqui’ le interroga por su paradero, Ángel a un tipo abrir un paquete de cigarros, esto le recuerda a Ángel que Milagros guardaba una cajita de recuerdos con cintas-precinto del tabaco, desesperado busca encima del armario la arquita, está allí, Ángel ya sabe que a Milagros la ha matado su madre, se acerca a ella que pela un pollo, ella le habla trivialmente, él sentencia <Mañana tenemos que ir a la Iglesia>, que sutileza, vemos el exterior de la Iglesia nevada, pasamos al interior, el sacerdote (buen Ismael Merlo), se acerca a ella y le dice que su hijo le ha dicho que se quiere confesar, Martina se cerciora de que Ángel la va a matar, de una brillantez cumbre, ella se pone a confesarse, mientras Ángel ejerciendo de monaguillo enciende velas, el párroco llega con el gesto agrio, Ángel le ayuda a vestirse, y justo antes de salir al altar le pregunta a Ángel <Por quien aplico la misa?>, responde < Por mis intenciones>, vemos al cura administrar la comunión, se pone de rodillas Martina y justo antes de abrir la boca mira a su hijo, tras esto vemos caminar por el monte, sobre un manto de nieve a Madre e Hijo, ella de negro inmaculado y él detrás con su escopeta al hombro, él le dice <Espere!>, ella de espaldas, sin mirarlo, se para y le cuestiona <Que vas a hacer conmigo?>, él replica <Ya lo sabe usted>, ella se arrodilla y le espeta <Pues hazlo pronto jodio!!!>, él da unos pasos atrás, vemos un primer plano de la escopeta, apunta y dispara, se escucha el eco de un grito. Llega Ángel a su casa, se descuelga el arma, coge una botella de aguardiente, coge la cajita de Milagros, se sienta, primer plano del baulito, Ángel ojea lo único que le queda de su gran amor, sus recuerdos, sus esperanzas, sus ilusiones, y lo último que se ve, una foto de carnet de Milagros de niña con trenzas y fundido en negro. Nueve minutos finales fascinantes, de una profundidad extraordinaria, de los que te encogen las entrañas, el Cine se creó para momentos como estos.