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Voto de TOM REGAN:
6
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Western. Comedia. Aventuras
En México ha estallado la guerra entre los seguidores de Juárez y las tropas francesas del emperador Maximiliano de Austria. Hogan (Clint Eastwood), un duro mercenario, salva a una monja (Shirley MacLaine) del ataque de unos malhechores. Juntos emprenden un accidentado viaje en el que, a pesar de sus diferencias, quedará de manifiesto que tienen mucho en común. (FILMAFFINITY)
10 de julio de 2021
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266/13(09/07/21) Entretenidillo western dirigido por Don Siegel en su segunda colaboración (de las cinco que tuvieron) con Clint Eastwood (tras “La Jungla Humana” de 1968, luego seguirían “The Beguiled” y “Harry el sucio”, amabas en 1971, y finalmente “La fuga de Alcatraz” de 1979), teniendo como aliciente la buena química entre el estoico actor (dando vida a Hogan), que su papel de pistolero frío, y la gran Shirley MacLaine (encarnando a Sara), a la que sabe darle vis cáustica cómica desde su posición de monja, mujer valiente y decidida que empatiza con el espectador (aunque le sobran esas cantarinas pestañas postizas). El guión de uno de los uno de los Diez de Hollywood (los que fueron encarcelados en 1950 por su negativa en 1947 a testificar ante el Congreso USA sobre su presunta participación en el Partido Comunista de Estados Unidos) Albert Maltz (“La ciudad desnuda” o “The beguiled”), basándose en una historia de Budd Boetticher, ello enmarcado durante la Revolución Mexicana derivada de la intervención francesa en el país centroamericano en la década de 1860 (1861-1867), denominada Segunda Intervención Francesa en México, donde un nihilista mercenario estadounidense (veterano sudista de la Guerra Civil USA) se junta por azar con una monja militante juarista rebelde para combatir a los invasores galos durante el reinado títere emperador Maximiliano en México al servicio del monarca francés Napoleón III.
Una del oeste con claras señas de identidad del spagueti-western en su tono sardónico, el humor, habiendo de protagonista a unos de sus adalides como el Eastwood de la trilogía leoniana del dólar, haciendo el mismo rol que en sus aventuras en Almería, sumándose la música (maravillosa) de Ennino Morricone, músico fetiche de Sergio leone, pionero del sub género. Ello para una cintra que mezcla de modo superficial la acción, el humor, el romance, y el idealismo revolucionario, pero todo desde una óptica trivial, buscando que el espectador pase un buen rato. Donde su exiguo guión, con más lagunas que Finlandia, termina por ser un McGuffin donde solo importa la relación entre la pareja protagonista, donde es notable su tensión sexual no resuelta durante el metraje, donde le hábito de ella es un muro para la ética de él. Todo esto con un buen salpicado de escenas pintorescas que saben dar colorido, con intento de violación, huida de soldados, una serpiente de cascabel, trueque de una mula por un burrito, encuentro con un moribundo oficial, ataque de unos indio repelido por un crucifijo, singular cirugía para extraer una flecha, una (jocosa) operación de derribo de un puente, y ya el clímax en el rush final con el intento de toma de un cuartel francés, donde las explosiones, tiroteos, y muertos se multiplican.
Siegel con el fondo del western parece más decidido a potenciar el tono de comedia romántica entre el binomio de intérpretes, donde al chispeante relación entre ambos es el motor de todo en esta horse-movie, con diálogos ingeniosos, réplicas y contra-réplicas divertidas, estableciendo entre ellos una gran compenetración, donde está el choque entre este rudo pistolero, un amoral sin más Dios que el Dinero, pero con el sentido de no traspasar el sacrilegio de los hábitos. Ella una monja con coraje, segura de sí misma, aunque con un giro final un tanto chirriante por lo visto hasta entonces (spoiler).
Entre los defectos se puede mencionar que para lo que se cuenta el metraje es excesivo, hubiera ganado en solidez y ritmo el haber acortado metraje en pos de este sentido lúdico hubiera calado más, y que haya algunos remanso que estiran demasiado.
Budd Boetticher, residente de largo plazo en México reconocido por su serie de westerns de Randolph Scott, escribió el guión original de 1967 que se compró con disposición que él dirigiría. Boetticher había planeado la película para Robert Mitchum y Deborah Kerr, quien había interpretado a un hombre de acción y una monja en Heaven Knows, Mr. Allison. El personaje de Kerr era un miembro de la aristocracia mexicana que escapó de la venganza de la Revolución Mexicana, con el vaquero de Mitchum protegiéndola mientras la conducía a un lugar seguro en los USA. Carrol Case vendió el guión a Martin Rackin, quien hizo que Albert Maltz, también residente en México, reescribiera la historia. La versión de Maltz tenía a Clint Eastwood interpretando a un soldado de fortuna para los juaristas y a Shirley MacLaine interpretando a una prostituta revolucionaria ahora ambientada durante la intervención francesa en México. La película vio a Eastwood encarnar al alto misterioso extraño una vez más, sin afeitar, vistiendo un chaleco parecido a un sarape y fumando un cigarro; Boetticher expresó su disgusto porque el carácter obsceno de MacLaine obviamente no se parecía a una monja, a diferencia de su idea de una dama elegante cuya revelación final hubiera sido más una sorpresa para la audiencia. Aunque Boetticher era amigo de Eastwood y del director Don Siegel, Siegel comprendió la aversión de Boetticher por la película final. Boetticher le preguntó a Siegel cómo podía hacer una película tan espantosa como esa; Siegel respondió que era una gran sensación despertarse por la mañana y saber que había un cheque en el correo, y Boetticher respondió que era una mejor sensación despertarse por la mañana y poder mirarse en el espejo.
Una del oeste con claras señas de identidad del spagueti-western en su tono sardónico, el humor, habiendo de protagonista a unos de sus adalides como el Eastwood de la trilogía leoniana del dólar, haciendo el mismo rol que en sus aventuras en Almería, sumándose la música (maravillosa) de Ennino Morricone, músico fetiche de Sergio leone, pionero del sub género. Ello para una cintra que mezcla de modo superficial la acción, el humor, el romance, y el idealismo revolucionario, pero todo desde una óptica trivial, buscando que el espectador pase un buen rato. Donde su exiguo guión, con más lagunas que Finlandia, termina por ser un McGuffin donde solo importa la relación entre la pareja protagonista, donde es notable su tensión sexual no resuelta durante el metraje, donde le hábito de ella es un muro para la ética de él. Todo esto con un buen salpicado de escenas pintorescas que saben dar colorido, con intento de violación, huida de soldados, una serpiente de cascabel, trueque de una mula por un burrito, encuentro con un moribundo oficial, ataque de unos indio repelido por un crucifijo, singular cirugía para extraer una flecha, una (jocosa) operación de derribo de un puente, y ya el clímax en el rush final con el intento de toma de un cuartel francés, donde las explosiones, tiroteos, y muertos se multiplican.
Siegel con el fondo del western parece más decidido a potenciar el tono de comedia romántica entre el binomio de intérpretes, donde al chispeante relación entre ambos es el motor de todo en esta horse-movie, con diálogos ingeniosos, réplicas y contra-réplicas divertidas, estableciendo entre ellos una gran compenetración, donde está el choque entre este rudo pistolero, un amoral sin más Dios que el Dinero, pero con el sentido de no traspasar el sacrilegio de los hábitos. Ella una monja con coraje, segura de sí misma, aunque con un giro final un tanto chirriante por lo visto hasta entonces (spoiler).
Entre los defectos se puede mencionar que para lo que se cuenta el metraje es excesivo, hubiera ganado en solidez y ritmo el haber acortado metraje en pos de este sentido lúdico hubiera calado más, y que haya algunos remanso que estiran demasiado.
Budd Boetticher, residente de largo plazo en México reconocido por su serie de westerns de Randolph Scott, escribió el guión original de 1967 que se compró con disposición que él dirigiría. Boetticher había planeado la película para Robert Mitchum y Deborah Kerr, quien había interpretado a un hombre de acción y una monja en Heaven Knows, Mr. Allison. El personaje de Kerr era un miembro de la aristocracia mexicana que escapó de la venganza de la Revolución Mexicana, con el vaquero de Mitchum protegiéndola mientras la conducía a un lugar seguro en los USA. Carrol Case vendió el guión a Martin Rackin, quien hizo que Albert Maltz, también residente en México, reescribiera la historia. La versión de Maltz tenía a Clint Eastwood interpretando a un soldado de fortuna para los juaristas y a Shirley MacLaine interpretando a una prostituta revolucionaria ahora ambientada durante la intervención francesa en México. La película vio a Eastwood encarnar al alto misterioso extraño una vez más, sin afeitar, vistiendo un chaleco parecido a un sarape y fumando un cigarro; Boetticher expresó su disgusto porque el carácter obsceno de MacLaine obviamente no se parecía a una monja, a diferencia de su idea de una dama elegante cuya revelación final hubiera sido más una sorpresa para la audiencia. Aunque Boetticher era amigo de Eastwood y del director Don Siegel, Siegel comprendió la aversión de Boetticher por la película final. Boetticher le preguntó a Siegel cómo podía hacer una película tan espantosa como esa; Siegel respondió que era una gran sensación despertarse por la mañana y saber que había un cheque en el correo, y Boetticher respondió que era una mejor sensación despertarse por la mañana y poder mirarse en el espejo.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Elizabeth Taylor (en ese momento, la esposa de Richard Burton) le había mostrado el guión a Eastwood durante el rodaje de Where Eagles Dare; esperaba interpretar el papel de la hermana Sara. Inicialmente se lo ofrecieron a ella, pero tuvo que rechazar el papel porque quería rodar en España, donde Burton estaba haciendo su última película. Se suponía que la hermana Sara era mexicana, pero Shirley MacLaine fue elegida en su lugar. Aunque inicialmente no estaban convencidos con su tez pálida, Eastwood creía que el estudio estaba interesado en MacLaine, ya que tenían grandes esperanzas en su película Sweet Charity, en la que interpretó a una bailarina de taxi. Tanto Siegel como Eastwood se sintieron intimidados por ella en el set, y Siegel describió a la coprotagonista de Clint así: "Es difícil sentir una gran calidez por ella. Es demasiado poco femenina y tiene demasiados huevos. Es muy, muy dura". Dos mulas para la hermana Sara marcó la última vez que Eastwood recibiría una segunda facturación por una película, y pasarían 25 años hasta que corriera el riesgo de ser eclipsado de nuevo por una protagonista, en The Bridges of Madison County (1995).
Lo del periplo de la monja es un tanto arbitrario, pues no se sabe bien que pinta por esos desiertos de Dios. Parece que va huyendo de los franceses vestida de monja, por casualidad se junta con Hogan, y resulta que termina por ‘casualidad’ en el pueblo de donde salió Sara. Entonces se destapa que en realidad es una meretriz de un burdel, y la personalidad de Sara vira 180 grados, demasiado radical verla en la bañera fumando puros. Pero es que resulta que ella sabe que hay un túnel en su prostíbulo que da al cuartel que oh casualidad deben tomar los juaristas. Ósea, mil y un vueltas para acabar donde salió no con por azar haber traído a un mercenario con grandes estrategias militares, y ella suelta en el último momento el gran camino para penetrar en el destacamento. Todo tan rebuscado como poco verosímil pensándolo un poco.
El mejor tramo es para mí todo el que se da entre la aparición de los indios que flechean el hombro de Hogan, como Sara con arrojo se enfrenta a ellos con la Cruz, intentando sus creencias hagan a los nativos desistir, cosa que ante el reflejo del crucifijo hacen. Luego viene como con instrucciones rudimentarias de él, la monja va a extirpar y ‘sanear’ la herida, no sin antes emborracharse Hogan como anestesia y cantar un tema sudista, todo esta secuencia llevada con tensión dramática. Para después desembocar todo en cómo debe ser la monja la que ponga la dinamita en el puente escalando las traviesas a gran altura, ello visto en un plano cenital vertiginoso. Tras lo que Hogan debe acertar a los cartuchos con el hombro herido y borracho, ello con la ayuda de la monja, muy grácil todo. Hasta desembocar en que le acierta y hace que el tren caiga por el precipicio. Aunque todo muy aséptico, pues vemos caer la locomotora y los vagones a cámara lenta, pero nunca vemos heridos, lo cual me da grima que una ‘monja’ no se preocupe por los posibles sobrevivientes.
Eastwood reveló que en realidad mató a una serpiente de cascabel para una escena de la película, ya que las autoridades mexicanas no querían que se lanzara en el área después de que terminara la filmación. Eastwood señaló que no quería matarlo, ya que se opone a matar animales.
Me queda un ameno film, pero sin mínima capacidad de trascendencia. Fuerza y honor!!!
Lo del periplo de la monja es un tanto arbitrario, pues no se sabe bien que pinta por esos desiertos de Dios. Parece que va huyendo de los franceses vestida de monja, por casualidad se junta con Hogan, y resulta que termina por ‘casualidad’ en el pueblo de donde salió Sara. Entonces se destapa que en realidad es una meretriz de un burdel, y la personalidad de Sara vira 180 grados, demasiado radical verla en la bañera fumando puros. Pero es que resulta que ella sabe que hay un túnel en su prostíbulo que da al cuartel que oh casualidad deben tomar los juaristas. Ósea, mil y un vueltas para acabar donde salió no con por azar haber traído a un mercenario con grandes estrategias militares, y ella suelta en el último momento el gran camino para penetrar en el destacamento. Todo tan rebuscado como poco verosímil pensándolo un poco.
El mejor tramo es para mí todo el que se da entre la aparición de los indios que flechean el hombro de Hogan, como Sara con arrojo se enfrenta a ellos con la Cruz, intentando sus creencias hagan a los nativos desistir, cosa que ante el reflejo del crucifijo hacen. Luego viene como con instrucciones rudimentarias de él, la monja va a extirpar y ‘sanear’ la herida, no sin antes emborracharse Hogan como anestesia y cantar un tema sudista, todo esta secuencia llevada con tensión dramática. Para después desembocar todo en cómo debe ser la monja la que ponga la dinamita en el puente escalando las traviesas a gran altura, ello visto en un plano cenital vertiginoso. Tras lo que Hogan debe acertar a los cartuchos con el hombro herido y borracho, ello con la ayuda de la monja, muy grácil todo. Hasta desembocar en que le acierta y hace que el tren caiga por el precipicio. Aunque todo muy aséptico, pues vemos caer la locomotora y los vagones a cámara lenta, pero nunca vemos heridos, lo cual me da grima que una ‘monja’ no se preocupe por los posibles sobrevivientes.
Eastwood reveló que en realidad mató a una serpiente de cascabel para una escena de la película, ya que las autoridades mexicanas no querían que se lanzara en el área después de que terminara la filmación. Eastwood señaló que no quería matarlo, ya que se opone a matar animales.
Me queda un ameno film, pero sin mínima capacidad de trascendencia. Fuerza y honor!!!