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Voto de TOM REGAN:
6
6.7
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Thriller. Terror. Intriga
Atrapados en una terrible tormenta, diez viajeros se ven obligados a refugiarse en un extraño motel situado en pleno desierto, quedando aislados del resto del mundo. Pronto se dan cuenta de que han encontrado cualquier cosa menos refugio, pues entre ellos hay un asesino. (FILMAFFINITY)
17 de noviembre de 2022
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373/17(17/11/22) Muy entretenido thriller, un cruce juguetón entre el neo noir mezclado con un relato clásico ‘whodunit’ remanente de la popular novela “And Then There Were None” (1939) de Agatha Christie, esto aderezado por elementos psicológicos en su twist. Un interesante pasarratos, no pasa de ahí, y tampoco parece aspirar a más que ser un producto escapista. Dirige James Mangold con ritmo trepidante, con ingenio para hacer atractivo el metraje desde su inicial rompecabezas, adaptando un guion del dramaturgo inglés Michael Cooney (“La sombra de los otros”), para un libreto con múltiples influencias empezando por el motel donde transcurre casi toda la acción que nos retrotrae a la hitchcockiana “Psycho” (1960), con otras que no mencionaré por aquello de no spoilear. Un ejercicio de estilo donde la historia hace que diez personajes desemboquen en una noche torrencial de lluvia en un motel de carretera en medio de la nada, lugar del que no pueden salir por estar las carreteras inundadas, e incomunicados por estar las líneas cotadas. Y con este panorama comienzan a ser asesinados uno por uno y a su lado una llave con un número de habitación que empieza en el 10 y hacia atrás, creando una sensación de claustrofobia pesarosa, un clima de intriga y misterio que transmiten los nerviosos personajes que no saben quién puede ser el criminal, esto manejado con pericia por el director, generando tensión acuciante, con crímenes propios del slasher, donde nada es original, pero si produce interés en como lo evoluciona Mangold. Goteando pistas, que pueden o no ser trampas, teniendo que ver seguramente una trama paralela donde vemos a un reo ante un juez defendido por un psiquiatra.
Es una noche oscura y tormentosa. Una violenta tormenta eléctrica aúlla en una carretera solitaria de Nevada. Un matrimonio con un hijo (Bret Loehr), es detenida por un pinchazo de rueda. Mientras el padre (John C. McGinley) intenta cambiar la llanta, su esposa (Leila Kenzle) es atropellada por una limusina que pasa. A pesar de las protestas del pasajero de la limusina (Rebecca De Mornay), una estrella de cine malcriada, el conductor (John Cusack) los lleva a todos a un motel cercano. Las carreteras están arrasadas en ambos sentidos. Las líneas telefónicas están caídas. Otros buscan refugio en el motel, está a cargo de un empleado raro (John Hawkes). En total, hay 10 invitados. Aparte de los mencionados, hay un policía (Ray Liotta), que transporta a un asesino (Jake Busey) con grilletes. Hay una prostituta (Amanda Pee) saliendo de Nevada, y una pareja joven (William Lee Scott y Clea DuVall) que se casaron recientemente, por razones aún en disputa. La historia intercala una audiencia de última hora para un hombre (Pruitt Taylor Vince) condenado por varios asesinatos salvajes. Un juez gruñón ha sido despertado por esta apelación y, a menos que anule su propia decisión, el hombre morirá. Su psiquiatra (Alfred Molina) sale en su defensa.
Film con muchos giros, siendo el valor de que te sientas engañado su mayor baza para mantenerte enganchado, si sospechas el núcleo de todo el imán será mucho menor, siendo uno de esos films que no aguanta bien posteriores visionados, pues se basa en mayor medida en el twist final, y a este se le dan varios tirabuzones, a cuál más aparatoso. Y es que habrá muchos espectadores que se sientan estafados cuando en el último parte se destape todo, pues resulta muy artificioso, propio de Shyamalan o JJ Abrams. Teniendo un nutrido reparto coral encabezado por dos que hacen un muy buen trabajo como son John Cusack y Ray Liotta, les acompañan Amanda Peet, John Hawkes, Alfred Molina Clea DuVall, Rebecca De Mornay y Pruitt Taylor Vince.
Tiene un arranque sugestivo en como encadena situaciones hacia atrás, cual “Memento”, es decir, vemos como un hombre llega desesperado a un motel con su esposa herida en brazos, y pasamos a de donde viene esto, es un atropello, y vemos el porqué, y así vamos retrocediendo en varias mordaces situaciones, donde se hace una exposición de como el azar puede jugar con nuestro destino, como diría Romeo: ‘Soy (extrapolable a somos) un triste juguete del destino!’. Para luego aposentarnos en un espacio reducido con personajes que todos tiene secretos por desvelar, apareciendo el primer crimen en modo cabeza cortada en la lavadora junto a la llave 10 y la tensión y el temor se desata, las disputas y los encontronazos son continuos, los resquemores y las dudas lo cubren todo.
Entonces comienza la investigación, el señalamiento de sospechosos, y como van sucediendo pistas que en realidad lo complican todo más, a medida que van cayendo los muertos lo inexplicable se agranda, atrapa al espectador en querer saber como el argumento puede dar sentido a esta red de elementos extraños que se hunden en lo surrealista. Hasta que, en el último acto, se desvela el misterio, y entonces continua la historia, pero ya ha perdido fuelle al abrir la Caja de pandora, haciendo que ya el espectador (o sea, yo) pierda interés, pues lo que venga después no puede ser tan (pretendidamente) impactante como cuando se desvela el twist, pues además lo que vemos resulta carente de sentido con lo rebelado. Llegamos al epílogo y tenemos otro twist más, con gran sentido orgánico (spoiler), pero ya el espectador se ha despegado de la acción, puede hacer una mueca de sorpresa, pero nada que ver con lo expuesto con el misterio. Es como si después de que Bruce Willis se hubiera dado cuenta de que estaba muerto la película continuara media hora más, por mucho que nos dijeran que la madre del niño también lo estaba, no tendría impacto. Esta revelación debería haber llegado en el final y no con tanto minutaje por acabar, es un tiro en el pie.
Es una noche oscura y tormentosa. Una violenta tormenta eléctrica aúlla en una carretera solitaria de Nevada. Un matrimonio con un hijo (Bret Loehr), es detenida por un pinchazo de rueda. Mientras el padre (John C. McGinley) intenta cambiar la llanta, su esposa (Leila Kenzle) es atropellada por una limusina que pasa. A pesar de las protestas del pasajero de la limusina (Rebecca De Mornay), una estrella de cine malcriada, el conductor (John Cusack) los lleva a todos a un motel cercano. Las carreteras están arrasadas en ambos sentidos. Las líneas telefónicas están caídas. Otros buscan refugio en el motel, está a cargo de un empleado raro (John Hawkes). En total, hay 10 invitados. Aparte de los mencionados, hay un policía (Ray Liotta), que transporta a un asesino (Jake Busey) con grilletes. Hay una prostituta (Amanda Pee) saliendo de Nevada, y una pareja joven (William Lee Scott y Clea DuVall) que se casaron recientemente, por razones aún en disputa. La historia intercala una audiencia de última hora para un hombre (Pruitt Taylor Vince) condenado por varios asesinatos salvajes. Un juez gruñón ha sido despertado por esta apelación y, a menos que anule su propia decisión, el hombre morirá. Su psiquiatra (Alfred Molina) sale en su defensa.
Film con muchos giros, siendo el valor de que te sientas engañado su mayor baza para mantenerte enganchado, si sospechas el núcleo de todo el imán será mucho menor, siendo uno de esos films que no aguanta bien posteriores visionados, pues se basa en mayor medida en el twist final, y a este se le dan varios tirabuzones, a cuál más aparatoso. Y es que habrá muchos espectadores que se sientan estafados cuando en el último parte se destape todo, pues resulta muy artificioso, propio de Shyamalan o JJ Abrams. Teniendo un nutrido reparto coral encabezado por dos que hacen un muy buen trabajo como son John Cusack y Ray Liotta, les acompañan Amanda Peet, John Hawkes, Alfred Molina Clea DuVall, Rebecca De Mornay y Pruitt Taylor Vince.
Tiene un arranque sugestivo en como encadena situaciones hacia atrás, cual “Memento”, es decir, vemos como un hombre llega desesperado a un motel con su esposa herida en brazos, y pasamos a de donde viene esto, es un atropello, y vemos el porqué, y así vamos retrocediendo en varias mordaces situaciones, donde se hace una exposición de como el azar puede jugar con nuestro destino, como diría Romeo: ‘Soy (extrapolable a somos) un triste juguete del destino!’. Para luego aposentarnos en un espacio reducido con personajes que todos tiene secretos por desvelar, apareciendo el primer crimen en modo cabeza cortada en la lavadora junto a la llave 10 y la tensión y el temor se desata, las disputas y los encontronazos son continuos, los resquemores y las dudas lo cubren todo.
Entonces comienza la investigación, el señalamiento de sospechosos, y como van sucediendo pistas que en realidad lo complican todo más, a medida que van cayendo los muertos lo inexplicable se agranda, atrapa al espectador en querer saber como el argumento puede dar sentido a esta red de elementos extraños que se hunden en lo surrealista. Hasta que, en el último acto, se desvela el misterio, y entonces continua la historia, pero ya ha perdido fuelle al abrir la Caja de pandora, haciendo que ya el espectador (o sea, yo) pierda interés, pues lo que venga después no puede ser tan (pretendidamente) impactante como cuando se desvela el twist, pues además lo que vemos resulta carente de sentido con lo rebelado. Llegamos al epílogo y tenemos otro twist más, con gran sentido orgánico (spoiler), pero ya el espectador se ha despegado de la acción, puede hacer una mueca de sorpresa, pero nada que ver con lo expuesto con el misterio. Es como si después de que Bruce Willis se hubiera dado cuenta de que estaba muerto la película continuara media hora más, por mucho que nos dijeran que la madre del niño también lo estaba, no tendría impacto. Esta revelación debería haber llegado en el final y no con tanto minutaje por acabar, es un tiro en el pie.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
John Cusack está notable como la brújula moral, proyecta a un tipo noble, honorable, empático, un líder nato en como maneja con temple el caos en que se sume todo, y ello sabiendo exponer grietas en su interior por algo del pasado; Ray Liotta vuelve a demostrar lo gran actor que es, con un rol un tanto estereotipado, sabe darle alma y visceralidad, intimidante, amenazante, estupendo; Amanda Peet cumple con un papel de ‘Prostituta Buena’ que se quiere reformar; John Hawkes es otro que da igual lo que le den, brilla con su fuerte personalidad que impregna a cada interpretación, muy bueno en su rol de tipo avieso y viscoso; Alfred Molina tiene un papel plano como psiquiatra, pero al que incluso en su cliché dota de porte y carácter.
En la puesta en escena destaca la fenomenal cinematografía Phedon Papamichael (“Nebraska” o “Lemans ’66), trasmitiendo zozobra, manejando la oscuridad nocturna en que sucede casi todo de forma sensacional en las imágenes lluviosas, con tomas singulares, detallistas, tenebrosas, creando un clima angustioso y opresivo en su iluminación ominosa.
Spoiler:
Quedando un tercio para el fin, nos enteramos (con el rol de John Cusack), que el reo en la vista del juicio tiene una patología donde tiene múltiples personalidades, resultan que todos los personajes que hay en el motel son una de ellas, y todo lo que acontece allí es fruto de su demencial mente. Este es el gran twist! Pero sigue la trama cuando lo que realmente vemos es el plan del psiquiatra que ante el juez quiere hacer ver que la personalidad asesina del reo puede ser eliminada por alguna de las otras y con ello, eliminamos a la personalidad criminal que mató a 6 personas, y con ello no ejecutar al tipo. Y recluirlo en un psiquiátrico. Volvemos al motel y allí se desvela que el rol de Liotta es en realidad un asesino que ha matado al poli que lo llevaba en el auto. El rol de Cusack cree entonces que es el asesino y en un duelo muy del oeste se sacrifica para matarlo: la única que aparentemente queda con vida es la prostituta, a la que el moribundo Cusack le dice que la ve en su campo de naranjas. Pasamos a la vista del juicio donde el juez decide no ejecutar al reo y enviarlo al manicomio. Hay un montaje paralelo donde vemos a la ahora ex prostituta en su naranjal bucólicamente. Pero entonces le aparece el verdadero asesino, era el niño que habíamos dado por muerto con el rol de Clea Duvall. Este lleva una herramienta agrícola, pero de modo amenazante, la utiliza contra la mujer. Pasamos al traslado del reo, donde este tras engañar al psiquiatra (que le acompaña), lo coge para estrangularlo, la cámara entonces hace una toma exterior y bel vehículo da tumbos con frenazos hasta parar. Fin. Que sea el niño tiene sentido orgánico, pues el reo de niño fue maltratado por su madre prostituta (el odio a las de esta profesión), lo que derivó en su psique perturbada asesina.
Me queda una película amena, con giros cuando ,menso que te hacen provocar interés, espero que no sabe manejar los tiempos para ser algo más. Gloria Ucrania!!!
En la puesta en escena destaca la fenomenal cinematografía Phedon Papamichael (“Nebraska” o “Lemans ’66), trasmitiendo zozobra, manejando la oscuridad nocturna en que sucede casi todo de forma sensacional en las imágenes lluviosas, con tomas singulares, detallistas, tenebrosas, creando un clima angustioso y opresivo en su iluminación ominosa.
Spoiler:
Quedando un tercio para el fin, nos enteramos (con el rol de John Cusack), que el reo en la vista del juicio tiene una patología donde tiene múltiples personalidades, resultan que todos los personajes que hay en el motel son una de ellas, y todo lo que acontece allí es fruto de su demencial mente. Este es el gran twist! Pero sigue la trama cuando lo que realmente vemos es el plan del psiquiatra que ante el juez quiere hacer ver que la personalidad asesina del reo puede ser eliminada por alguna de las otras y con ello, eliminamos a la personalidad criminal que mató a 6 personas, y con ello no ejecutar al tipo. Y recluirlo en un psiquiátrico. Volvemos al motel y allí se desvela que el rol de Liotta es en realidad un asesino que ha matado al poli que lo llevaba en el auto. El rol de Cusack cree entonces que es el asesino y en un duelo muy del oeste se sacrifica para matarlo: la única que aparentemente queda con vida es la prostituta, a la que el moribundo Cusack le dice que la ve en su campo de naranjas. Pasamos a la vista del juicio donde el juez decide no ejecutar al reo y enviarlo al manicomio. Hay un montaje paralelo donde vemos a la ahora ex prostituta en su naranjal bucólicamente. Pero entonces le aparece el verdadero asesino, era el niño que habíamos dado por muerto con el rol de Clea Duvall. Este lleva una herramienta agrícola, pero de modo amenazante, la utiliza contra la mujer. Pasamos al traslado del reo, donde este tras engañar al psiquiatra (que le acompaña), lo coge para estrangularlo, la cámara entonces hace una toma exterior y bel vehículo da tumbos con frenazos hasta parar. Fin. Que sea el niño tiene sentido orgánico, pues el reo de niño fue maltratado por su madre prostituta (el odio a las de esta profesión), lo que derivó en su psique perturbada asesina.
Me queda una película amena, con giros cuando ,menso que te hacen provocar interés, espero que no sabe manejar los tiempos para ser algo más. Gloria Ucrania!!!