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España España · almeria
Voto de TOM REGAN:
8
Fantástico. Romance. Drama Érase una vez un mercader arruinado que vivía con su hijo Ludovic y sus tres hijas. Dos de ellas, Felicie y Adelaide, son seres egoístas que explotan a su hermana pequeña Bella. Un día, el padre se pierde en el bosque y llega hasta un castillo. Allí encuentra una preciosa rosa y decide cogerla para Bella, entonces aparece el señor del castillo que le impondrá un duro castigo por su osadía. (FILMAFFINITY)
17 de julio de 2015
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
113/04(09/07/15) Notable versión gala del clásico cuento de fantasía homónimo escrito por Jeanne-Marie Leprince de Beaumont (1757), dirigida con pulso lírico-sensorial por el polifacético artista Jean Cocteau, poeta, pintor, escultor, escritor, dramaturgo y de vez en cuando director de cine. Su primera película fue “Sangre de poeta”, obra surrealista de 1930, coetánea de “La Edad de oro” de Salvador Dalí y Buñuel, las dos producidas por el vizconde de Noailles. Esta es una cinta imbuida desde su etéreo inicio, Cocteau hablando a cámara hablándonos de la inocencia de los niños y como pide todos mientras veamos el film estemos bañados de esta ingenuidad para disfrutar de la narración visual. El popular cuento el director lo utiliza con libertad para desplegar un mundo de enorme creatividad estética, reflejado sobremanera en el castillo y jardines de Bestia, todo un alarde de imaginación puesta al servicio del relato, construyendo tomas de una belleza excelsa, cuadros en movimiento de tremendo magnetismo, emitiendo por momentos una formidable magia, cautivando con su ambientación de fábula romántica que toca la fibra sensible.

Un mercader (Marcel André) tiene cuatro hijos, Ludovico (Michel Auclair), Adelaida (Nane Germon), Felicia (Mila Parély), estas unas egoístas arrogantes, y Bella (Josette Day), una dulce y hermosa joven pretendida por Avenant (Jean Marais), un rudo tipo, viven desahogadamente hasta que les llega la ruina por un mal negocio. Tras un viaje el mercader a la vuelta se pierde por el mal tiempo por un bosque, yendo a parar a un misterioso y solitario castillo, donde se refugia, cuando se calma el clima el mercader se marcha, pero en el jardín ve una rosa, justo lo que le había pedido su hija Belle, la corta y aparece de improviso el amo del lugar, Bestia, que considera este el peor de los crímenes, condenando al hombre a la pena de muerte, el hombre pide lo deje ir a despedirse de su familia antes, prometiendo que volverá, Bestia accede, el mercader cuando llega a su casa se pone enfermo y Belle decide por su cuenta ir al castillo de Bestia en su lugar, este queda prendado de la belleza de ella.

Cocteau consigue edificar un halo de hechizo al metraje, lo reviste todo de un aire cuasi-onírico, todo revestido de una atmósfera de ensoñación, en una poderosa combinación de realidad y fantasía, gracias a un exacerbado uso de recursos como la dirección artística, los trajes, el maquillaje, o la música, con un místico halo de misterio, trasladándonos una sensación de ser unos niños pasando las páginas de un cuento, donde nuestra mente compone el movimiento de las viñetas, donde nuestra candidez era fascinante, esa nunca recuperaremos. Cinta perturbadora que en varios tramos hipnotiza por su vibrante puesta en escena, con escenas donde en miscelánea deliciosa se funden la danza, la poesía y el goticismo visual. Este clima de cuento de hadas es hábilmente contrastado con el escenario de la casa rural de la familia de Belle, contrapunto de este idealizado submundo en el que habitan lacras de la Condición Humana, la envidia, el egoísmo, la soberbia, el orgullo, los prejuicios, la codicia o el snobismo.

La historia habla de sobre todo de las falsas apariencias, de los denostables prejuicios, de la importancia de la personalidad sobre el físico, del triunfo del amor puro por encima de barreras impostadas por el costumbrismo, resaltando la profunda belleza interior sobre la superficial exterior, de nuestra necesidad primaria de ser amados, de nuestra necesidad de superar nuestros demonios internos.

La puesta en escena resulta sibarita en su recreación onírica, exaltándose en el castillo y jardines de Bestia, gracias al gran diseño de producción de Christian Bérard (“Los padres terribles”) y Lucien Carré (“Los Miserables”), ayudados en los lindos y barrocos decorados por René Moulaert, creando un interior de mansión envuelta en el expresionismo mágico, con visillos que bailan al son del viento, brazos vivos que emergen de las paredes sosteniendo candelabros con velas encendidas, estatuas que realizan muecas emocionales, otras que lanzan flechas (lo de elementos cuasi-vivientes tomado de “La Chatte Blanche” de Marie-Catherine d'Aulnoy , publicado en Les Contes des Fees , en París 1697-1698, en que los funcionarios, mágicamente reducidos a sus brazos y manos, todavía deben realizar tareas como criados), , espejos mágicos, puertas que se abren y cierran solas, un bosque cerrado de vegetación, un romántico jardín, esto sumado a un fastuoso vestuario creado por Antonio castillo (“Nicolás & Alejandra”) y Marcel Scoffier (“Senso”), con un fenomenal maquillaje de Hagop Arakelian (“Los niños terribles”), sobresaliendo en la faz de Bestia, aún siendo muy imaginativo deja espacio para que el actor pueda actuar gestualmente, todos estos elementos realzados por la espléndida fotografía en glorioso b/n de Henri Alekan (“Vacaciones en Roma”), jugando con las penumbras, la iluminación, los claroscuros, las sombras, con efluvios cuasi-etéreos, todos estos elementos para recrear una visión gótica del cuento que bebe de las ilustraciones del artista galo del SXIX Gustav Dore, todo adornado por la deliciosa música de Georges Auric (“El salario del miedo”), que refuerza el halo mágico que sobrevuela por todo el film.

Josette Day realiza una buena interpretación, con una adorable belleza sabiendo transmitir su arco de desarrollo con Bestia, queda una sentida Belle. Jean marais como bestia deja traslucir una gran gama de sentimientos tras su espeso maquillaje, deja traslucir tormento, hastío, ilusión, frustración y al final amor, amor puro, luego está el actor en su otro rol de villano, el de Avenant, se muestra sibilino, sutil, y al final codicioso, cumple sin más, destacar que el actor era amante del realizador Jean Cocteau. Michel Auclair realiza una buena actuación como el padre emitiendo su amargura por la situación.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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