367/13(13/10/21) Interesantilla miniserie (2 episodios) de la NBC dirigida Tony Richardson, pero lejos de ser una gran adaptación de la icónica novela homónima de 1909 del galo Gaston Leroux, llevada en varias ocasiones al celuloide, pero sin haber todavía una obra definitiva siendo probablemente la más famosa la versión muda protagonizada por Lon Chaney en 1925. Se basa en un musical no producido de 1983 de Arthur Kopit con música de Maury Yeston pero, después de que Andrew Lloyd Webber produjo su nueva versión musical de la historia, se convirtió en este drama cinematográfico de televisión reinventado utilizando secuencias operísticas reales, pero ya sibn los temas de Yeston, que no dio permiso. Se basa libremente en la novela de Leroux, donde se alteran varios elementos, cambiando el origen del ‘Fantasma’ para ser una especie de versión romantizada de Quasimodo cruzado con la Bestia, debilitando su carácter y con ello ablandarlo con recursos de fondo inverosímiles, aplacando la vertiente gótica y de terror del original por un enfoque más romántica, y con ello variando la garra que tenía la obra de Leorux. Una de las innovaciones es la incorporación e un personaje nuevo en la figura de Carriere, combinación de dos personajes de la historia original como Madame Giry y El Persa, este encarnado por el gran Burt Lancaster.

Posee una aceptable puesta en escena, sobre todo en lo referente a interiores con la ópera (estos de ls parisina Ópera Odeon; los sesgados exteriores son de la Ópera Garnier), el vestuario, el manejo de masas, en el subterráneo donde reside El Fantasma, especie de trastero teatral con decorados abandonados allí, tiene buenos números de ópera, pero adolece de algo tan simpe como un plano de la Ópera Garnier de París, la realización es más plano y desprovista de vida que el cadáver del bufón Yorick, así como su duración de tres horas es excesiva, notándose en muchos tramos atascada. Un relato que adolece garra, de chispa, e intensidad, el lirismo inherente me ha resultado impostado, a lo que no ayudan las motivaciones que se dan a los roles, que se mueven por imperativo del guión.

Tiene una gran presencia Charles Dance como el Fantasma, con la difícil tarea de mostrar expresividad ocultando su rostro (rostro que nunca veremos, lo más la reacción impactada de un personaje al verlo), pero el actor (ayudado por el buen recurso de que las máscaras sean propias de sensaciones) cumple, destilando melancolía y misterio, aunque es un lastre el cambio de personalidad que se le da con respecto al material original (virando a carácter de ínfulas incestuosas), apareciendo como un travieso más que como la encarnación de la ira, alguien paranoico cercano a la esquizofrenia. En el lado contrario esta la tan bella como sosa Teri Polo como el objeto de deseo del Fantasma

El fantasma de la ópera (Charles Dance) es desfigurado genio musical llamado Erik vive en el subterráneo de la Ópera Garnier, en París. Tiene papel importante en la gestión de cada actuación a través de su amigo Gerard Carriere (Burt Lancaster en una de sus última actuaciones, demostrando su enorme carisma). La vida del Fantasma cambia cuando Gerard es despedido y la ópera contrata a nuevo manager, Choleti (guiñolesco Ian Richardson). La esposa Carlotta Choleti (caricaturesca Andréa Ferréol) es una mujer mimada con una mala personalidad y a la vez cuenta con una terrible voz, es obvio que Cholet va a impulsar la carrera de esta. Al fantasma no le gusta ninguno de los dos. Choleti y Carlotta se niegan a escuchar las advertencias sobre el fantasma que ronda la casa de la ópera. El conde Philippe de Chagny (fatuo Adam Storke) descubre a la cantante Christine (Teri Polo) y la envía a su amiga Carrière, cuyo prepotente sucesor, Cholet, emplea a Christine como vestidor para su esposa.