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España España · almeria
Voto de TOM REGAN:
5
Western Juan Carrasco, un bandido mexicano, secuestra a una pareja y el asunto acaba trágicamente. El hilo conductor de la historia serán las declaraciones realizadas a lo largo del juicio por tres testigos involucrados en el caso, cada uno de los cuales expondrá su propia visión de los hechos. Un singular western que se basa en parte en el "Rashomon" de Kurosawa. (FILMAFFINITY)
7 de octubre de 2020
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
320/31(23/09/20) Este pretencioso film es de esos que al finalizar te preguntas si era necesario, si aporta algo este remake a la Obra Maestra de Akira Kurosawa “Rashomon” (1950), y la respuesta clara y diáfana en la comparaciones es un NO mayúsculo, el traslado al género western del film chambara resulta un mero artificio que solo puede servir a aquellos que desconozcan la fuente de la que bebe. La dirección es de Martin Ritt, adaptando un guión de Michael Kanin que se basa en su propia obra teatral (que escribió junto a su hermana Fay Kanin) que a su vez se basa en el guión de Rashomon de Akira Kurosawa, que a su vez basó su película en la historia de 1915 "Rashōmon" y la historia de 1922 "In a Grove" de Ryunosuke Akutagawa, siendo fiel al material original (incluso en la duración), pero desbarrando sobremanera en el cuarto flash-back, un desatino que parece el guionista perdió una apuesta y metió un mini-vodevil caricaturesco ridículo. La historia es la del film nipón, como se narran cuatro versiones diferentes de un crimen a través de cuatro testimonios, dejándonos un cuento moral cargado de ambigüedad sobre la idea de que ‘La verdad es una mentira que no ha sido descubierta subjetividad de un hecho según la visión de cada uno, donde nos adentramos en temas como la lujuria, la codicia, el sadismo, los celos, o el honor. Teniendo una primera hora bien llevada (con sus desequilibrios), para entrar en el último testimonio y la película dar un bajón de campeonato. Con lo que te encuentras que para que ver una versión defectuosa, cuando la original es tan grandiosa, no tiene sentido.

Se ha cometido una violación y un asesinato, y tres hombres (un sacerdote, un buscavidas y un estafador) que, un día invernal, se encuentran reunidos en una cabaña de Silver Gulch, discurren acerca del trágico suceso. Se rememorarán, entonces, las versiones que, durante el juicio, fueron contadas por el el bandido mexicano Juan Carrasco Paul Newman), la víctima del ultraje, la señora Wakefield (Claire Bloom)- y un indio (Paul Fix)que, hallándose por allí, tuvo contacto con el señor Wakefield antes del hecho luctuoso.

Tampoco ayuda un reparto sobreactuado, donde lo más chirriante es Paul Newman (también productor del film) como un mexicano ladrón, lo de que actores caucásicos den perfil a un mexicano ya lo habíamos visto en Marlon Brando y su “Viva Zapata” (1952) y “Touch of evil” (1958), con Charlton Heston. Pero aquí este rasgo pasa a ser folclórico en su modo guiñolesco (el chapurreo en español da grima) de afrontarlo un Paul Newman desatado e histriónico, duele el compararlo con el Toshiro Mifune del rtoil que ‘remakea’; Lawrence Harvey es un témpano que parece ni sentir ni padecer, da la sensación lo hayan obligado a estar en la película; Claire Bloom es otra que resulta sobreactuada y con cero química con sus dos partenaires; William Shatner como el compungido predicador es otro que añadir a la escuela del histrionismo con ese rostro permanente de asustado; Los únicos que aportan carácter son Howard Da Silva como el buscador de oro afligido por lo vivido, y sobre todo un majestuoso Edward G. Robinson como el serpentil charlatán, con esa vena sutil de villano mordaz, precisamente es el que da las frases con más mordiente.

El film arranca de modo sugerente, con una imagen contra un cielo cerrado de nubes, lloviendo a mares, vemos una cabaña al borde de una vía del tren, visto en un plano general, pero claro, para cualquiera que recuerde “Rashomon” recordará la puerta Imperial que da nombre al film, lugar semiderruido con una gran mística, palideciendo frente a este lar. Para a continuación adentrarnos en este drama laberíntico donde la verdad es compleja, mientras surcamos los diferentes flash-backs donde se dan desiguales versiones de cómo murió un hombre tras ser violada su mujer. Donde lo que parece no se discute es el modo de comenzar todo, con un salteador mexicano que por casualidad encuentra a una pareja paseando en su carruaje, se siente atraído cual animal en celo por la mujer y decide abordarlos, pero desde la picardía aprovechándose del estereotipo del tonto mexicano y alimentándose de la codicia humana. Que Carrasco y la mujer fornican es también certero, que el marido muere de una puñalada también no se discute, lo que se altera según el narrador es si fue violación, o quien fue el apuñalador. Pero todo esto como en la original pero peor, siguiendo paso a paso los mismos patrones, con diálogos similares, con motivaciones similares, no se explora nada en los márgenes, es plagiar cambiando el escenario, pero sin darnos algo que sumar. Se agradece que Ritt, al igual que Akira deje al espectador que saque sus propias conclusiones. Aunque dejando un substrato nada políticamente correcto de misoginia en el modo de retratar a la mujer.

Posee una bonita fotografía en Panavisión en glorioso b/n del bi-oscarizado chino (“La rodsa tatuada” o “Hud”) James Wong Howe, ya dejando huella en su potente inicio visualmente con grúa, cual ojo de Dios que observa las veleidades humanas, esas tomas del desierto poblado de cactus, cual reflejo de la condición humana, o como crea un microcosmos claustrofóbico en el lugar epicentro de los hechos, cual paradójico remanso de paz. Con ese toque que parece ser un homenaje al cine japonés, en este caso de Ozu, rodando a ras de suelo las secuencias del juicio.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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