Media votos
6.5
Votos
5,703
Críticas
5,201
Listas
10
Recomendaciones
- Sus votaciones a categorías
- Mis críticas favoritas
- Contacto
-
Compartir su perfil
Voto de TOM REGAN:
6
7.8
14,171
8 de abril de 2016
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
49/12(20/03/16) Sobrevalorado western que ni el propio realizador Nicholas Ray tenía en estima, éxito de público, pero masacrado por la crítica, hasta que en Francia la prestigiosa revista de cine Cahiers du Cinema la elevó a los altares del melodrama psicosexual. Obra de serie b, hay buenos momentos pero orgánicamente mal desarrollados, hay situaciones bastante chuscas, hay que darle muchas licencias que no aguantan mínimo análisis. El guión de Philip Yordan (“El Cid”) se basa libremente en la novela homónima de Roy Chanslor. Historia que te atrapa en su sugestivo inicio, tramo a tiempo real de más de media hora, todos los personajes se presentan de modo fulgurante, pero en cuanto tiene avanzar se le ven las costuras por muchos lugares. Lo que hace especial este film es que da un giro al género oeste poblado de hombres rudos, fuertes, carismáticos, aquí los vértices de la historia son dos mujeres, Viena y Emma, hechas a sí mismas, duras, y enfrentadas de modo visceral, y esto atomizado porque son dos actrices raciales, Joan Crawford y Mercedes McCambridge, aunque en el debe de Joan Crawford está que no me creo que haya varios hombres locamente enamorados de ella, una mujer andrógina, desprende el mismo sex-appel que un arenque, no hay química con Sterling Hayden, no hay chispas, con lo que gran parte de la salsa del film queda descafeinada, quizás lo que si debieron es potenciar más la soterrada y turbadora relación lésbica entre Viena y Emma, esta si verosímil por el comportamiento y vestimenta de una y otra, esta si muy sugestiva. Esto de mujeres fuertes en el Wild West las emparenta con otros dos films de los 50, “Encubridora” (1952) de Fritz Lang con Marlene Dietrich y “Cuarenta pistolas” (1957) de Samuel Fuller con Barbara Stanwyck.
El hilo argumental es similar a “El forastero” (1940) de William Wyler o “Raíces profundas” (1953) de George Stevens, territorio en el oeste donde los ganaderos temen que la llegada de los granjeros y sus vallas arruine su medio de vida, haciendo que sus reses no pasten a gusto, y la llegada de un forastero será la espita que todo lo haga estallar, asimismo recuerda a la posterior de Sergio Leone “Hasta que llegó su hora” (1968), por el tema de la llegada del ferrocarril, ello enfrentamientos entre la modernidad y el conservadurismo, sobre el progreso frente al valor de lo ya establecido. Esto tratado de modo bastante liviano y con carencias evidentes en la puesta en escena que merman el resultado final, ejemplo que ni se ve ganado alguno, solo tiene algo de fuerza en un enfervorecido discurso que hace Emma, el resto queda muy difuso. El director está más por hacer una narración que surque las más bajas pasiones, intensos odios, deseos reprimidos, en base a juegos de miradas y gestos marcados de expresividad, con algunos diálogos y frases punzantes, pasando a la historia el de Guitar y Viena <Miénteme...>. Ray despliega su universo de personajes solitarios, perdedores, frustrados, nihilistas, afligidos por el peso de los recuerdos, pero que aún poseen un halo de esperanza, los enmarca en un mundo decadente donde prima la ira, la venganza, la codicia, el despotismo servil del poder, el fatalismo, tocando temas como la intolerancia, el imparable progreso, lo tóxico de tomarse la justicia por nuestra mano, o la represión sexual.
El peso femenino es diáfano durante el metraje, las mujeres que llevan la voz cantante, manejan y manipulan, guían por donde se debe ir o no, Emma domina con su fuerte personalidad a McIvers, llega a provocar un linchamiento. Y está Viena, sobre la que pivota la historia, dueña del salón, con varios hombres a su mando a los que ordena desde la altura. Ejemplo de este poderío femenino frente a los hombres es cuando a Turkey lo tienen los linchadores interrogándolo en el salón de Viena, aterrorizado le pregunta a Viena que decir, ella le dice que se salve, esto implica acusarla a ella de algo que no ha hecho, Turkey la incrimina, quedao patente la fuerza de la mujer ante el sexo débil, esta vez el hombre. Esta maximización de la dureza feminista se amplifica cuando el duelo final se lleva a cabo entre ellas dos, dos leonas enfrentándose a muerte mientras los hombres miran. Lo malo es que más que feminismo es lesbianismo lo que subyace en esta antagónica relación Emma-Viena, a Viena uno de sus camareros la define <Nunca he conocido a una mujer que era más hombre>, y la vestimenta de Viena no puede ser de más “macho” en el oeste, pantalones con cartuchera, botas altas, pañuelo al cuelo a lo cowboy, pelo corto, y dos pistolas al cinto (simbología freudiana evidente), al otro lado del ring Emma, se dice que está enamorada de Dancin’ Kid, y que está celosa de Viena por haber estado con él, lo que se atisba es que los celos los tiene de él, Emma no le quita la vista de encima a Viena, la tiene enfilada, se siente un caso de atormentada sexual que no puede luchar contra sus “amorales” sentimientos y odia a quien ama realmente por no poder dejar pensar en ella.
Taras empiezan por qué no crees a Joan Crawford vaya rompiendo corazones por su belleza y hermosura, rostro andrógino, mandíbula cuadrada, ademanes varoniles, me chirría su relación con Guitar, no veo pasión entre ellos. Nebulosas como la banda de Dancin’, no se sabe que son, si bandidos, o mineros de una mina que nunca se ve, no se sabe qué relación extraña tiene Dancin’ con Viena, banda de este son unos garrulos al atracar el banco a cara descubierta y sin plan de huida. Turkey tras el atraco va a refugiarse al local de Viena donde saben irán a buscarlo, Viena tiene un plan maestro que ni el profesor Moriarty, lo esconde bajo una mesa, y los que registran el salón deben ser los hermanos tontos de Forrest Gump no dan con el “pérfido” escondite. Luego nos enteramos que el local de Viena tiene un sótano con un pasadizo que conecta con el refugio de Dancin’, porque Viena no metió allí a Turkey cuando apareció y se hubiera ido con su líder?...
(sigue en spoiler)
El hilo argumental es similar a “El forastero” (1940) de William Wyler o “Raíces profundas” (1953) de George Stevens, territorio en el oeste donde los ganaderos temen que la llegada de los granjeros y sus vallas arruine su medio de vida, haciendo que sus reses no pasten a gusto, y la llegada de un forastero será la espita que todo lo haga estallar, asimismo recuerda a la posterior de Sergio Leone “Hasta que llegó su hora” (1968), por el tema de la llegada del ferrocarril, ello enfrentamientos entre la modernidad y el conservadurismo, sobre el progreso frente al valor de lo ya establecido. Esto tratado de modo bastante liviano y con carencias evidentes en la puesta en escena que merman el resultado final, ejemplo que ni se ve ganado alguno, solo tiene algo de fuerza en un enfervorecido discurso que hace Emma, el resto queda muy difuso. El director está más por hacer una narración que surque las más bajas pasiones, intensos odios, deseos reprimidos, en base a juegos de miradas y gestos marcados de expresividad, con algunos diálogos y frases punzantes, pasando a la historia el de Guitar y Viena <Miénteme...>. Ray despliega su universo de personajes solitarios, perdedores, frustrados, nihilistas, afligidos por el peso de los recuerdos, pero que aún poseen un halo de esperanza, los enmarca en un mundo decadente donde prima la ira, la venganza, la codicia, el despotismo servil del poder, el fatalismo, tocando temas como la intolerancia, el imparable progreso, lo tóxico de tomarse la justicia por nuestra mano, o la represión sexual.
El peso femenino es diáfano durante el metraje, las mujeres que llevan la voz cantante, manejan y manipulan, guían por donde se debe ir o no, Emma domina con su fuerte personalidad a McIvers, llega a provocar un linchamiento. Y está Viena, sobre la que pivota la historia, dueña del salón, con varios hombres a su mando a los que ordena desde la altura. Ejemplo de este poderío femenino frente a los hombres es cuando a Turkey lo tienen los linchadores interrogándolo en el salón de Viena, aterrorizado le pregunta a Viena que decir, ella le dice que se salve, esto implica acusarla a ella de algo que no ha hecho, Turkey la incrimina, quedao patente la fuerza de la mujer ante el sexo débil, esta vez el hombre. Esta maximización de la dureza feminista se amplifica cuando el duelo final se lleva a cabo entre ellas dos, dos leonas enfrentándose a muerte mientras los hombres miran. Lo malo es que más que feminismo es lesbianismo lo que subyace en esta antagónica relación Emma-Viena, a Viena uno de sus camareros la define <Nunca he conocido a una mujer que era más hombre>, y la vestimenta de Viena no puede ser de más “macho” en el oeste, pantalones con cartuchera, botas altas, pañuelo al cuelo a lo cowboy, pelo corto, y dos pistolas al cinto (simbología freudiana evidente), al otro lado del ring Emma, se dice que está enamorada de Dancin’ Kid, y que está celosa de Viena por haber estado con él, lo que se atisba es que los celos los tiene de él, Emma no le quita la vista de encima a Viena, la tiene enfilada, se siente un caso de atormentada sexual que no puede luchar contra sus “amorales” sentimientos y odia a quien ama realmente por no poder dejar pensar en ella.
Taras empiezan por qué no crees a Joan Crawford vaya rompiendo corazones por su belleza y hermosura, rostro andrógino, mandíbula cuadrada, ademanes varoniles, me chirría su relación con Guitar, no veo pasión entre ellos. Nebulosas como la banda de Dancin’, no se sabe que son, si bandidos, o mineros de una mina que nunca se ve, no se sabe qué relación extraña tiene Dancin’ con Viena, banda de este son unos garrulos al atracar el banco a cara descubierta y sin plan de huida. Turkey tras el atraco va a refugiarse al local de Viena donde saben irán a buscarlo, Viena tiene un plan maestro que ni el profesor Moriarty, lo esconde bajo una mesa, y los que registran el salón deben ser los hermanos tontos de Forrest Gump no dan con el “pérfido” escondite. Luego nos enteramos que el local de Viena tiene un sótano con un pasadizo que conecta con el refugio de Dancin’, porque Viena no metió allí a Turkey cuando apareció y se hubiera ido con su líder?...
(sigue en spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
...Y la otra. Porque los que registraron el local no buscaron en el sótano? La puerta estaba a la vista, ridículo. Genial plan de rescate de Viena de la horca, menuda bazofia de escenificación, huye a cámara lenta por una pendiente y la turba se queda petrificada, menuda estupidez. Hay más pero el límite de espacio...
La puesta en escena alterna buenos detalles con otros bastante burdos, la dirección artística es de James W. Sullivan (“La vuelta al mundo en 80 días”), filmándose en exteriores de Red Rock Crossing, Sedona, Arizona (USA), poco aprovechados, destaca el gran salón del local de Viena, parece excavado en la roca, aprovechando una pared con la roja montaña, así como la cabaña de Dancin’ y su banda de claras influencias al afamado arquitecto Frank Lloyd Wright con el que estudio el director, hermosa pero vivienda fuera de lugar, esto con la fotografía de Harry Stradling (“Un tranvía llamado Deseo”) en estilo TruColor, de colores saturados, de un cromatismo que parece falso. Esto punteado por la música de Victor Young (“Raíces profundas”), sin profundidad, y sin dejar huella, sobresale el tema del film, “Johnny Guitar”, escrito por Young y Peggy Lee, que también la canta, asimismo es el tema que toca Viena al piano (doblada), Johnny Guitar toca a la guitarra (doblado) “Old Joe Black”.
Joan Crawford con 49 años hace un rol que no le pega en lo concerniente a su carácter de rompecorazones masculinos, no ves en ella picardía, sensualidad, calor, ella si sabe exprimir su lado melancólico, de dureza dejando traslucir fragilidad, se debería haber explotado más su rivalidad explosiva con Emma, hubiera agudizado la vertiente de amor-odio entre las dos y hubiera elevado el producto final, el romance con Guitar cruje. Mercedes McCambridge es la espléndida antagonista, con cada aparición la pantalla arde a su alrededor, su mirada echa fuego, su sadismo, ira, rabia, nervio, provoca terror su virulencia visceral con claros ademanes lésbicos, sin duda lo mejor del film, este personaje no tiene pliegues, es lo que se ve, la encarnación de la frustración sexual combatida con el salvajismo. Sterling Hayden con el personaje que da nombre a la cinta, pero con mucho menos peso en la trama se llega a sentir un estorbo entre la turbia relación entre las dos mujeres, siento decirlo, pues es un gran actor, pero aquí se encuentra en medio de una pelea de leonas, y su papel me es impostado, por mucho que protagonice el popular momento del diálogo con Viena < Miénteme, dime que me amas...>. Scott Brady es una presencia liviana, sin carisma, ni alma, ejemplo es el gran Ernest Borgine que en cada entente lo hace desaparecer con su rotunda personalidad.
Ben Maddow no fue acreditado por estar en la nefasta Lista Negra de Hollywood, por ello en el film se atisban referencias y críticas soterradas al hediondo Comité de Actividades Antiamericanas y su Caza de Brujas, ejemplo todo el tramo de linchadores que se presentan en el salón de Viena, todos de negro, son una alegoría de este Comité.
Johnny: Cuántos hombres has olvidado?
Viena: Como muchas mujeres como usted ha recordado.
Johnny: No desaparece. Viena: no me he movido.
Johnny: Dime algo agradable.
Viena: Claro. ¿Qué quieres escuchar?
Johnny: Miénteme. Dime todos estos años has esperado ...Viena: Todos estos años he esperado.
Johnny: Dime que habrías muerto si no hubiera vuelto.
Viena: Me habría muerto si no hubiera vuelto. Johnny: Dime que todavía me amas como Te amo. Viena: Aún te quiero como tú me amas. Johnny: Gracias. Muchas gracias.
Film que seguro tendría en algo mejor estima si no fuera por lo mucho que se la elevado, otorgándole en mi modesta opinión unos atributos y unas sublecturas profundas que no posee, todo es tenue, y regularmente desarrollado. Fuerza y honor!!!
Crítica sesgada por el límite de caracteres, ver íntegra en: http://tomregan.blogspot.com/2016/04/johnny-guitar.html
La puesta en escena alterna buenos detalles con otros bastante burdos, la dirección artística es de James W. Sullivan (“La vuelta al mundo en 80 días”), filmándose en exteriores de Red Rock Crossing, Sedona, Arizona (USA), poco aprovechados, destaca el gran salón del local de Viena, parece excavado en la roca, aprovechando una pared con la roja montaña, así como la cabaña de Dancin’ y su banda de claras influencias al afamado arquitecto Frank Lloyd Wright con el que estudio el director, hermosa pero vivienda fuera de lugar, esto con la fotografía de Harry Stradling (“Un tranvía llamado Deseo”) en estilo TruColor, de colores saturados, de un cromatismo que parece falso. Esto punteado por la música de Victor Young (“Raíces profundas”), sin profundidad, y sin dejar huella, sobresale el tema del film, “Johnny Guitar”, escrito por Young y Peggy Lee, que también la canta, asimismo es el tema que toca Viena al piano (doblada), Johnny Guitar toca a la guitarra (doblado) “Old Joe Black”.
Joan Crawford con 49 años hace un rol que no le pega en lo concerniente a su carácter de rompecorazones masculinos, no ves en ella picardía, sensualidad, calor, ella si sabe exprimir su lado melancólico, de dureza dejando traslucir fragilidad, se debería haber explotado más su rivalidad explosiva con Emma, hubiera agudizado la vertiente de amor-odio entre las dos y hubiera elevado el producto final, el romance con Guitar cruje. Mercedes McCambridge es la espléndida antagonista, con cada aparición la pantalla arde a su alrededor, su mirada echa fuego, su sadismo, ira, rabia, nervio, provoca terror su virulencia visceral con claros ademanes lésbicos, sin duda lo mejor del film, este personaje no tiene pliegues, es lo que se ve, la encarnación de la frustración sexual combatida con el salvajismo. Sterling Hayden con el personaje que da nombre a la cinta, pero con mucho menos peso en la trama se llega a sentir un estorbo entre la turbia relación entre las dos mujeres, siento decirlo, pues es un gran actor, pero aquí se encuentra en medio de una pelea de leonas, y su papel me es impostado, por mucho que protagonice el popular momento del diálogo con Viena < Miénteme, dime que me amas...>. Scott Brady es una presencia liviana, sin carisma, ni alma, ejemplo es el gran Ernest Borgine que en cada entente lo hace desaparecer con su rotunda personalidad.
Ben Maddow no fue acreditado por estar en la nefasta Lista Negra de Hollywood, por ello en el film se atisban referencias y críticas soterradas al hediondo Comité de Actividades Antiamericanas y su Caza de Brujas, ejemplo todo el tramo de linchadores que se presentan en el salón de Viena, todos de negro, son una alegoría de este Comité.
Johnny: Cuántos hombres has olvidado?
Viena: Como muchas mujeres como usted ha recordado.
Johnny: No desaparece. Viena: no me he movido.
Johnny: Dime algo agradable.
Viena: Claro. ¿Qué quieres escuchar?
Johnny: Miénteme. Dime todos estos años has esperado ...Viena: Todos estos años he esperado.
Johnny: Dime que habrías muerto si no hubiera vuelto.
Viena: Me habría muerto si no hubiera vuelto. Johnny: Dime que todavía me amas como Te amo. Viena: Aún te quiero como tú me amas. Johnny: Gracias. Muchas gracias.
Film que seguro tendría en algo mejor estima si no fuera por lo mucho que se la elevado, otorgándole en mi modesta opinión unos atributos y unas sublecturas profundas que no posee, todo es tenue, y regularmente desarrollado. Fuerza y honor!!!
Crítica sesgada por el límite de caracteres, ver íntegra en: http://tomregan.blogspot.com/2016/04/johnny-guitar.html