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Voto de TOM REGAN:
6
6.6
26,491
Drama
Chesley “Sully” Sullenberger es un piloto aéreo que en 2009 se convirtió en un héroe cuando, al poco de despegar, su avión se averió y logró realizar un aterrizaje forzoso del aparato en pleno río Hudson, en Nueva York, con 155 pasajeros a bordo. (FILMAFFINITY)
18 de noviembre de 2016
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
214/09(14/11/16) Tenía depositadas muchas esperanzas en este film de un Clint Eastwood con ya 86 años (especializado en biopics), venía abalado por buenas críticas, la historia era sugestiva, con uno temas recurrentes del californiano, como son lo complejo de la heroicidad y el hombre en su pequeñez contra un sistema desalmado, pero la sensación final ha sido de insatisfacción, quizás por las expectativas, o porque ya Clint hace películas con el mando a distancia, sin poner el alma que antes si ponía, y me duele, es una cinta desprovista de vibraciones emocionales sutiles, las que hay te las quieren sacar a empujones, y con esto Eastwood pierde. Se basa en la historia real del vuelo 1549 de US Airways, el 15 de enero del 2009 perdió sus dos motores al poco tiempo despegar del Aeropuerto Internacional de La Guardia por impacto con aves a una altitud aún muy baja, ante la emergencia el piloto Chelsey “Sully” Sulemberg realizó un amerizaje en el rio Hudson, salvando a los 155 pasajeros (tema parecido al del film de Zemekis “El vuelo”, pero con enfoque distinto). Un hecho que apenas duró unos minutos, con lo que el hándicap está servido, como estirar este homenaje post-11/S a Nueva York? Pues el guionista Todd Komarnicki (“Seduciendo a un extraño”), basándose en el libro "Highest Duty" de Chesley 'Sully' Sullenberger y Jeffrey Zaslow, lo hace con estructura no lineal, con saltos temporales atrás en los que veremos el amerizaje desde diferentes puntos de vista (demasiados), y para rellenar nos incrustaran una investigación de las autoridades (la NTSV) de aviación en que se cuestionará si el piloto, hizo lo correcto o pudo haber vuelto al aeropuerto, haciendo de este modo que se puede cuestionar la complejidad de lo que es o no un héroe, tema ya tratado por Eastwood en films como “Banderas de nuestros padres” o “American sniper”, pero esto es tratado de un modo tan aséptico como previsible, donde no hay cabida para desplegar algo más que una brocha gorda sobre los temas referidos. Al final queda una reflexión trivial sobre el factor humano que todo lo desnivela, asimismo un soplo de optimismo y ensalzamiento de una Nueva York y sus gentes, tan falta de empujones alentadores tras el nefasto día de la caída de las Torres Gemelas. A destacar la impresionante interpretación de Tonm Hanks.
La cinta intenta hacer un estudio de personaje, del protagonista, para ello el realizador recurre a toques oníricos, como son pesadillas en que vemos que el famosos vuelo 1549 se estrella en medio de Manhattan, o cuando ve noticias en la televisión de que se dice que fue equivocada su maniobra, pero esto me resulta metido con calzador. Me gusta más la loa que se hace a la profesionalidad, al sentido del deber, a lo que debe ser alguien que capitanea una nave, alguien que debe tomar decisiones en milésimas de segundo, que no solo afectan a él sin no a centenares de personas, realizándose un canto a la capacidad humana por encima de la fría máquina, donde la intuición, el instinto de supervivencia, y por supuesto la habilidad germinada en años de experiencia son el mejor aval.
Clint desarrolla su relato con fluidez narrativa, agradeciéndose no se extienda más allá de la hora y media, la cuenta con clasicismo, tocando temas como el heroísmo, la amistad, el amor, el sentido del deber, esto bueno enfrentado a la cicatería y mezquindad de las poderosas autoridades. La trama peca de sencillez, y el modo en que quieren colarnos los dilemas resulta un tanto chirriante, no me la termino de creer, es una disección del accidente que redundad demasiado, estancándose en ciertos momentos en bucle, como esas llamadas telefónicas una y otra vez de Sully a su esposa. Es una historia que se estira sin más anhelo que rellenar su cimientos con algo de chicha, como lo es la batalla de Sully contra la el sistema, contra la pérfida NTSV, pero aquí el pistolero-piloto se encuentra con un rival que se ve artificial, sin fuerza, sin personalidad que le haga rival para el “héroe”, esto queda como un maniqueo McGuffin para lo que en realidad es una especie de panfleto Tributo a Nueva York y sus fuerzas de protección (policía, ferrys, bomberos, American Red Cross...) y lo bien que rescataron a los 155 pasajeros de las aguas del Hudson, esto queda bien en un documental, a una película, y más de Clint le pido más, y no una por momentos sonrojante sensiblería que roza lo almibarado (siendo benévolo). Lo malo es que alterna manierismos simplistas de frases sobadas, con austeridad y frugalidad en la creación de unos personajes distantes, como lo es la precocinada relación entre Sully y su copiloto, demasiado complaciente, esto hace de la cinta una hagiografía en que el protagonista no tiene matices o arista alguna, aminorando cualquier empatía con él. A destacar que de los pasajeros no sabremos algo, son simples figuras decorativas, a excepción de dos hijos y su padre, que entre poquísimo y nada aportan en su naif subtrama (prescindible), y es que en este sentido falta el toque humano y humanista, no hay voz y rostro para los mencionados pasajeros, esto resta poder dramático a la cinta, es como si Clint o no supiera o tuviera prisa en acabarla, resultado, ERROR. Todo esto incide un sentido monocorde y lineal cardiaco, sin moverte a emociones. Los flash-back en que asistimos al pasado de Sully en su juventud (clases y piloto de guerra) solo hacen dejar en evidencia la falta de ideas para moldear una personalidad del protagonista, pues queda un parche totalmente prescindible. Quizás el problema, como bien he leído, en que Sully fue un Héroe en el avión, pero fuera de él era un ser rutinario. Todo esto contribuye a que sea un film entretenido, ameno a ratos, pero carente de pasión, intensidad, tensión, dramatismo, complejidad, de personajes interesantes, derivando todo esto en lo peor que se puede decir de un film (y más de Clint), que es olvidable, del montón, y más plano que el pecho de la Keira Knightley.
La cinta intenta hacer un estudio de personaje, del protagonista, para ello el realizador recurre a toques oníricos, como son pesadillas en que vemos que el famosos vuelo 1549 se estrella en medio de Manhattan, o cuando ve noticias en la televisión de que se dice que fue equivocada su maniobra, pero esto me resulta metido con calzador. Me gusta más la loa que se hace a la profesionalidad, al sentido del deber, a lo que debe ser alguien que capitanea una nave, alguien que debe tomar decisiones en milésimas de segundo, que no solo afectan a él sin no a centenares de personas, realizándose un canto a la capacidad humana por encima de la fría máquina, donde la intuición, el instinto de supervivencia, y por supuesto la habilidad germinada en años de experiencia son el mejor aval.
Clint desarrolla su relato con fluidez narrativa, agradeciéndose no se extienda más allá de la hora y media, la cuenta con clasicismo, tocando temas como el heroísmo, la amistad, el amor, el sentido del deber, esto bueno enfrentado a la cicatería y mezquindad de las poderosas autoridades. La trama peca de sencillez, y el modo en que quieren colarnos los dilemas resulta un tanto chirriante, no me la termino de creer, es una disección del accidente que redundad demasiado, estancándose en ciertos momentos en bucle, como esas llamadas telefónicas una y otra vez de Sully a su esposa. Es una historia que se estira sin más anhelo que rellenar su cimientos con algo de chicha, como lo es la batalla de Sully contra la el sistema, contra la pérfida NTSV, pero aquí el pistolero-piloto se encuentra con un rival que se ve artificial, sin fuerza, sin personalidad que le haga rival para el “héroe”, esto queda como un maniqueo McGuffin para lo que en realidad es una especie de panfleto Tributo a Nueva York y sus fuerzas de protección (policía, ferrys, bomberos, American Red Cross...) y lo bien que rescataron a los 155 pasajeros de las aguas del Hudson, esto queda bien en un documental, a una película, y más de Clint le pido más, y no una por momentos sonrojante sensiblería que roza lo almibarado (siendo benévolo). Lo malo es que alterna manierismos simplistas de frases sobadas, con austeridad y frugalidad en la creación de unos personajes distantes, como lo es la precocinada relación entre Sully y su copiloto, demasiado complaciente, esto hace de la cinta una hagiografía en que el protagonista no tiene matices o arista alguna, aminorando cualquier empatía con él. A destacar que de los pasajeros no sabremos algo, son simples figuras decorativas, a excepción de dos hijos y su padre, que entre poquísimo y nada aportan en su naif subtrama (prescindible), y es que en este sentido falta el toque humano y humanista, no hay voz y rostro para los mencionados pasajeros, esto resta poder dramático a la cinta, es como si Clint o no supiera o tuviera prisa en acabarla, resultado, ERROR. Todo esto incide un sentido monocorde y lineal cardiaco, sin moverte a emociones. Los flash-back en que asistimos al pasado de Sully en su juventud (clases y piloto de guerra) solo hacen dejar en evidencia la falta de ideas para moldear una personalidad del protagonista, pues queda un parche totalmente prescindible. Quizás el problema, como bien he leído, en que Sully fue un Héroe en el avión, pero fuera de él era un ser rutinario. Todo esto contribuye a que sea un film entretenido, ameno a ratos, pero carente de pasión, intensidad, tensión, dramatismo, complejidad, de personajes interesantes, derivando todo esto en lo peor que se puede decir de un film (y más de Clint), que es olvidable, del montón, y más plano que el pecho de la Keira Knightley.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
La historia puede entenderse como una elegía sobre la veteranía, sobre el ocaso de una vida profesional, en la que incluso Sully puede entenderse como un alter ego de Clint Eastwood, los dos con décadas de profesión laboral a sus espaldas, una vida plena, dos valientes que han afrontado dificultades en su odisea vital, y que en el crepúsculo se les puede llegar a discutir su trayectoria, Clint podría verse reflejado en que no se sienta suficiente querido en los últimos años (no ayuda su apoyo a Donald Trump), lo bueno es que Eastwood ya nada tiene que demostrar, hace películas por gusto, y aunque sean triviales como esta seguiré acudiendo a la siguiente entusiasmado, un tipo que hace “Sin perdón”, “Million Dollar Baby” o “Mistyc River” (y varias más) me ha ganado para siempre.
Tom Hanks es el que lleva el peso absoluto del film, el muy justamente llamado el nuevo “James Stewart”, el adalid del buen hombre, lo hace con una naturalidad y frescura radiantes, te lo crees, su bondad, integridad, su angustia vital, demostrando una gran gama de emociones con contención y mesura que lo humanizan espléndidamente, en un rol bastante parecido al del que hacía en “El puente de los espías”. El resto de secundarios está desdibujados, sin peso más allá de alguna frase o diálogo. Aaron Eckhart tiene una buena química con Hanks, pero en un papel de apoyo insípido. Laura Linney hace de esposa de Sully durante unas cuantas llamadas telefónicas, no supera lo del busto parlante dulzón.
La puesta en escena rezuma la característica austeridad del director, excepto en la escena brillante del accidente, con un efectivo diseño de producción de James J. Murakami (“Apocalipsis Now” o “Sin perdón”),rodándose en Nueva York, Georgia y North Caroline (para las escenas del simulador), quedando muy bucólicos los paseos haciendo footting de Sully por Manhattan, con una vibrante fotografía de Tom Stern (“Sin perdón” o “Million Dollar Baby”), en tonos grisáceos para remarcar el dramatismo, maravillosa en las tomas generales del amerizaje. La música corre a cargo de la “Tierney Sutton Band” (Tierney a la voz y Christian Jacob al piano), de melodías jazzísticas tiernas, que dan un aire relajado al relato.
Spoiler:
Igual me equivoco, pero el dramatismo que Sully quiere colarnos cuando habla a su esposa de que tiene problemas económicos para pagar la casa, me queda inverosímil, me suena a recurso tramposo para añadir tragedia al juicio. Como forzado es que durante el juicio llegue la noticia que el motor del avión que se decía no está inservible se demuestra si lo estaba, justo durante el juicio?
Momentos recordables: En el centro del metraje, cuando vemos el flash-back de cómo acontecieron los hechos, la toma de decisiones, el amerizaje, el salvamento, el tipo de la torre de control que creía todos morían, Sully saliendo el último del avión, Sully angustiado por saber si todos los pasajeros están a salvo, espléndidamente recreada la situación; El clímax en el juicio en que Sully se los come a todos, muy maniqueo, donde se alaba el factor humano por encima del mecánico; Los créditos finales, también muy maniqueos, pero imprescindible, ver imágenes reales del amerizaje, y tiempo después, en un hangar a Sully con varios de los pasajeros sonriendo.
Frases lapidarias: “La mejor noticia (el milagroso amerizaje en el Hudson) que hemos tenido en años en Nueva York… al menos con un avión”; “Es la primera vez que escucho una conversación de la caja negra de un avión siniestrado y tengo vivos delante de mí al piloto y al copiloto”.
En conjunto, una amena cinta, aunque en la memoria no perdurable, adolece de vibraciones en el corazón, algo que Clint antes sabía hacer emerger con sutileza en sus obras y ahora (desgraciadamente) utiliza pinta con trazo grueso. Fuerza y honor!!!
Tom Hanks es el que lleva el peso absoluto del film, el muy justamente llamado el nuevo “James Stewart”, el adalid del buen hombre, lo hace con una naturalidad y frescura radiantes, te lo crees, su bondad, integridad, su angustia vital, demostrando una gran gama de emociones con contención y mesura que lo humanizan espléndidamente, en un rol bastante parecido al del que hacía en “El puente de los espías”. El resto de secundarios está desdibujados, sin peso más allá de alguna frase o diálogo. Aaron Eckhart tiene una buena química con Hanks, pero en un papel de apoyo insípido. Laura Linney hace de esposa de Sully durante unas cuantas llamadas telefónicas, no supera lo del busto parlante dulzón.
La puesta en escena rezuma la característica austeridad del director, excepto en la escena brillante del accidente, con un efectivo diseño de producción de James J. Murakami (“Apocalipsis Now” o “Sin perdón”),rodándose en Nueva York, Georgia y North Caroline (para las escenas del simulador), quedando muy bucólicos los paseos haciendo footting de Sully por Manhattan, con una vibrante fotografía de Tom Stern (“Sin perdón” o “Million Dollar Baby”), en tonos grisáceos para remarcar el dramatismo, maravillosa en las tomas generales del amerizaje. La música corre a cargo de la “Tierney Sutton Band” (Tierney a la voz y Christian Jacob al piano), de melodías jazzísticas tiernas, que dan un aire relajado al relato.
Spoiler:
Igual me equivoco, pero el dramatismo que Sully quiere colarnos cuando habla a su esposa de que tiene problemas económicos para pagar la casa, me queda inverosímil, me suena a recurso tramposo para añadir tragedia al juicio. Como forzado es que durante el juicio llegue la noticia que el motor del avión que se decía no está inservible se demuestra si lo estaba, justo durante el juicio?
Momentos recordables: En el centro del metraje, cuando vemos el flash-back de cómo acontecieron los hechos, la toma de decisiones, el amerizaje, el salvamento, el tipo de la torre de control que creía todos morían, Sully saliendo el último del avión, Sully angustiado por saber si todos los pasajeros están a salvo, espléndidamente recreada la situación; El clímax en el juicio en que Sully se los come a todos, muy maniqueo, donde se alaba el factor humano por encima del mecánico; Los créditos finales, también muy maniqueos, pero imprescindible, ver imágenes reales del amerizaje, y tiempo después, en un hangar a Sully con varios de los pasajeros sonriendo.
Frases lapidarias: “La mejor noticia (el milagroso amerizaje en el Hudson) que hemos tenido en años en Nueva York… al menos con un avión”; “Es la primera vez que escucho una conversación de la caja negra de un avión siniestrado y tengo vivos delante de mí al piloto y al copiloto”.
En conjunto, una amena cinta, aunque en la memoria no perdurable, adolece de vibraciones en el corazón, algo que Clint antes sabía hacer emerger con sutileza en sus obras y ahora (desgraciadamente) utiliza pinta con trazo grueso. Fuerza y honor!!!