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Voto de TOM REGAN:
7
9 de noviembre de 2020
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
369/07(06/11/20) Más que interesante sexto episodio de la segunda temporada de la popular serie tv de antología creada por Rod Serling para la CBS, The Twilight Zone, dirigido por Douglas Heyes sobre un guión original de Serling, versando sobre temas como la importancia de la imagen, sobre los cánones de la belleza, e incluso se puede ver como una alegoría sobre el racismo, la intolerancia al diferente, la marginación y su consecuente segregación social. Ello en un relato absorbente, rodado con mucho de expresionismo, jugando en su filmación con las sombras y la escasa iluminación para crear un halo de misterio, aunque hay que ser muy inocente para no ver venir el giro final, solo hay que saber sumar dos más dos (quizás podrían haber salvado este hándicap con un ejercicio de estilo y haber rodado el capítulo desde detrás delas vendas de la mujer), esto repercute en que puede desviar la atención de lo crucial de su moraleja incisiva sobre los prejuicios de las apariencias. Tiene gran importancia en el tramo final del episodio el maquillaje de William Tuttle, entonces jefe del departamento de maquillaje de MGM y técnico de referencia del programa, aceptó el desafío y entregó posiblemente el efecto de maquillaje más reconocible del programa, solución se encontró en aparatos de gomaespuma de látex que podían aplicarse a los rostros de los actores de manera uniforme.
Narración de apertura de Rod Serling: “Suspendida en el tiempo y el espacio por un momento, su introducción a la señorita Janet Tyler, que vive en un mundo de oscuridad muy privado, un universo cuyas dimensiones son el tamaño, el grosor y la longitud de una franja de vendas que cubren su rostro. En un momento volveremos a esta habitación y también en un momento miraremos debajo de esos vendajes, teniendo en cuenta, por supuesto, que no nos debe sorprender lo que vemos, porque esto no es solo un hospital, y esta paciente, 307, no es solo una mujer. Esto resulta ser la zona desconocida, y la señorita Janet Tyler, contigo, está a punto de entrar".
Janet Tyler se ha sometido a su undécimo tratamiento (número máximo permitido legalmente) en un intento de parecer normal. Primero se la muestra con la cabeza completamente vendada y no se ve su rostro. Las enfermeras y el médico describen su rostro como un "lamentable bulto de carne retorcida", cuyos propios rostros siempre están en las sombras o fuera de cámara. El resultado del procedimiento no se puede conocer hasta que se retiren los vendajes.
‘Cuando Buck Houghton recibió por primera vez este guión, según los informes, estaba aterrorizado al intentar llevar a cabo un episodio de veinticuatro minutos en el que la audiencia no puede ver ninguna de las caras del personaje hasta el final. Su primera opción para dirigir un episodio tan arduamente técnico fue Douglas Heyes. Para evitar que los espectadores sospechen inmediatamente que algo anda mal (es decir, "Oye, por qué no muestran la cara de nadie?"), Heyes mantiene la acción en constante movimiento, no de manera frenética, pero siempre hay movimiento de los actores o la cámara. Por ejemplo, en la escena en la que el médico camina desde las sombras hacia la luz y comienza a mirar directamente a la cámara, su rostro se oculta brevemente detrás de una enfermera, que está parada justo frente a él en el momento preciso, antes de que se vuelva de espaldas a la audiencia. La atmósfera oscura y sombría del set jugó un papel importante al ocultar los rostros del personaje.’
Un relato donde la voz tiene gran importancia, pues los rostros que hablan no se verán hasta el rush final, entonces es su emoción la que nos traslada la situación atípica de una mujer sufriendo por no poder ser ‘normal’, es ella la que nos hace sentir el temor a sentirse un paria, voz entonada por la actriz de radio Maxine Stuart (que no es la actriz cuando le quitan las vendas, lo es Donna Douglas), consiguiendo empaticemos con su padecimiento mental. Heyes para emitir este episodio hizo que los actores hicieran una audición de espaldas a ellos para que él escuchara lo que la audiencia escucharía. Sintió que las voces deberían ser comprensivas tanto para hacer que la audiencia no descifre el giro pero también para que formen una conexión emocional con los personajes. En contraste, sintió que la voz de la señorita Tyler debería ser bastante tosca y texturizada, una que mostrara una profundidad de carácter.
El director crea un ambiente malsano en el metraje mediante los comentarios de las enfermeras y médico, mediante un clima claustrofóbico, creando un halo pesadillesco acrecentado por esas imágenes de un líder distópico dictatorial (con un discurso homologable a los de la Guerra Fría, pero también creando paralelismos con el supremacismo racial propio de los nazis o de los que entonces oprimían con la segregación racial a los negros en muchos estados sureños, ello en pleno auge de la Lucha por los Derechos Civiles), en una pantalla que aparece para acrecentar la sensación febril que estalla cuando le quitan las vendas a la protagonista. Secuencia está rodada con mucho tacto, filmándose agónicos minutos desde el punto de vista de la paciente, haciéndonos sentir ella con su intensa espera por ver los resultados. Para lograr esto, Heyes hizo que el director de fotografía George T. Clemens colocara la cámara dentro de una pecera y envolviera los vendajes firmemente alrededor del exterior de la pecera, y entonces la que.
Narración de apertura de Rod Serling: “Suspendida en el tiempo y el espacio por un momento, su introducción a la señorita Janet Tyler, que vive en un mundo de oscuridad muy privado, un universo cuyas dimensiones son el tamaño, el grosor y la longitud de una franja de vendas que cubren su rostro. En un momento volveremos a esta habitación y también en un momento miraremos debajo de esos vendajes, teniendo en cuenta, por supuesto, que no nos debe sorprender lo que vemos, porque esto no es solo un hospital, y esta paciente, 307, no es solo una mujer. Esto resulta ser la zona desconocida, y la señorita Janet Tyler, contigo, está a punto de entrar".
Janet Tyler se ha sometido a su undécimo tratamiento (número máximo permitido legalmente) en un intento de parecer normal. Primero se la muestra con la cabeza completamente vendada y no se ve su rostro. Las enfermeras y el médico describen su rostro como un "lamentable bulto de carne retorcida", cuyos propios rostros siempre están en las sombras o fuera de cámara. El resultado del procedimiento no se puede conocer hasta que se retiren los vendajes.
‘Cuando Buck Houghton recibió por primera vez este guión, según los informes, estaba aterrorizado al intentar llevar a cabo un episodio de veinticuatro minutos en el que la audiencia no puede ver ninguna de las caras del personaje hasta el final. Su primera opción para dirigir un episodio tan arduamente técnico fue Douglas Heyes. Para evitar que los espectadores sospechen inmediatamente que algo anda mal (es decir, "Oye, por qué no muestran la cara de nadie?"), Heyes mantiene la acción en constante movimiento, no de manera frenética, pero siempre hay movimiento de los actores o la cámara. Por ejemplo, en la escena en la que el médico camina desde las sombras hacia la luz y comienza a mirar directamente a la cámara, su rostro se oculta brevemente detrás de una enfermera, que está parada justo frente a él en el momento preciso, antes de que se vuelva de espaldas a la audiencia. La atmósfera oscura y sombría del set jugó un papel importante al ocultar los rostros del personaje.’
Un relato donde la voz tiene gran importancia, pues los rostros que hablan no se verán hasta el rush final, entonces es su emoción la que nos traslada la situación atípica de una mujer sufriendo por no poder ser ‘normal’, es ella la que nos hace sentir el temor a sentirse un paria, voz entonada por la actriz de radio Maxine Stuart (que no es la actriz cuando le quitan las vendas, lo es Donna Douglas), consiguiendo empaticemos con su padecimiento mental. Heyes para emitir este episodio hizo que los actores hicieran una audición de espaldas a ellos para que él escuchara lo que la audiencia escucharía. Sintió que las voces deberían ser comprensivas tanto para hacer que la audiencia no descifre el giro pero también para que formen una conexión emocional con los personajes. En contraste, sintió que la voz de la señorita Tyler debería ser bastante tosca y texturizada, una que mostrara una profundidad de carácter.
El director crea un ambiente malsano en el metraje mediante los comentarios de las enfermeras y médico, mediante un clima claustrofóbico, creando un halo pesadillesco acrecentado por esas imágenes de un líder distópico dictatorial (con un discurso homologable a los de la Guerra Fría, pero también creando paralelismos con el supremacismo racial propio de los nazis o de los que entonces oprimían con la segregación racial a los negros en muchos estados sureños, ello en pleno auge de la Lucha por los Derechos Civiles), en una pantalla que aparece para acrecentar la sensación febril que estalla cuando le quitan las vendas a la protagonista. Secuencia está rodada con mucho tacto, filmándose agónicos minutos desde el punto de vista de la paciente, haciéndonos sentir ella con su intensa espera por ver los resultados. Para lograr esto, Heyes hizo que el director de fotografía George T. Clemens colocara la cámara dentro de una pecera y envolviera los vendajes firmemente alrededor del exterior de la pecera, y entonces la que.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
William Tuttle había creado recientemente los maquillajes de los monstruos Morlocks para “The Time Machine” (1960) de George Pal y gran parte de ese diseño de maquillaje se convirtió en "Eye of the Beholder". Fue Heyes quien sugirió que Tuttle usara los electrodomésticos sobrantes de “The Time Machine” desarrollar algo similar para los efectos grotescos necesarios para "Eye of the Beholder". Tuttle tenía experiencia previa en la creación de un maquillaje destinado a unificar un diseño mientras trabajaba con el exjefe de maquillaje de MGM, Jack Dawn. El maquillaje más memorable de Dawn apareció en el musical Technicolor de MGM de 1939 “El mago de Oz”.
Spoiler:
La sorpresa final, para mí no lo fue (y no me considero especialmente listo). Pues si no vemos a las enfermeras o al médico su cara solo puede ser porque todos tienen una faz fea. Pues además como todo el episodio va sobre los estándares de belleza, por tanto el giro solo puede ser que la sociedad (representada por el doctor, enfermeras o el Líder) sean feos a nuestros ojos y la vendada sea muy guapa, y efectivamente. Es por ello que la actriz que da voz a Janet Tyler es Maxine Stuart, pero la que se verá es Donna Douglas por su belleza (aunque parece ser que también la dobló Maxine), para contrarrestar más aun con estos seres ‘cerdiformes’ en su cara, que para ellos es ser ‘normal’. El epílogo resulta a medias satisfactorio, pues tras entrar en estado desvarío huyendo por el hospital, termina siendo convencida por otro con cara tan ‘fea’, Walter Smith (Edson Stroll), como ella para que acepte ser recluida en un lugar para gente como ellos, lo que llamaríamos un gueto, y de este modo no molestar al Estado (de los ‘normales’) pero me ha faltado quizás más mala leche y no esto que se queda en tierra de nadie.
Narración final de Rod Serling: “Ahora las preguntas que me vienen a la mente. Dónde está este lugar y cuándo es? Qué clase de mundo donde la fealdad es la norma y la belleza la desviación de esa norma? Quieres una respuesta? La respuesta es: no hace ninguna diferencia. Porque el viejo dicho resulta ser cierto. La belleza está en el ojo del espectador. En este año o dentro de cien años, en este planeta o en cualquier lugar donde haya vida humana, quizás entre las estrellas, la belleza está en el ojo del espectador. Lección que aprender... en The Twilight Zone".
Me queda un capítulo muy estimulante y ameno. Fuerza y honor!!!
Spoiler:
La sorpresa final, para mí no lo fue (y no me considero especialmente listo). Pues si no vemos a las enfermeras o al médico su cara solo puede ser porque todos tienen una faz fea. Pues además como todo el episodio va sobre los estándares de belleza, por tanto el giro solo puede ser que la sociedad (representada por el doctor, enfermeras o el Líder) sean feos a nuestros ojos y la vendada sea muy guapa, y efectivamente. Es por ello que la actriz que da voz a Janet Tyler es Maxine Stuart, pero la que se verá es Donna Douglas por su belleza (aunque parece ser que también la dobló Maxine), para contrarrestar más aun con estos seres ‘cerdiformes’ en su cara, que para ellos es ser ‘normal’. El epílogo resulta a medias satisfactorio, pues tras entrar en estado desvarío huyendo por el hospital, termina siendo convencida por otro con cara tan ‘fea’, Walter Smith (Edson Stroll), como ella para que acepte ser recluida en un lugar para gente como ellos, lo que llamaríamos un gueto, y de este modo no molestar al Estado (de los ‘normales’) pero me ha faltado quizás más mala leche y no esto que se queda en tierra de nadie.
Narración final de Rod Serling: “Ahora las preguntas que me vienen a la mente. Dónde está este lugar y cuándo es? Qué clase de mundo donde la fealdad es la norma y la belleza la desviación de esa norma? Quieres una respuesta? La respuesta es: no hace ninguna diferencia. Porque el viejo dicho resulta ser cierto. La belleza está en el ojo del espectador. En este año o dentro de cien años, en este planeta o en cualquier lugar donde haya vida humana, quizás entre las estrellas, la belleza está en el ojo del espectador. Lección que aprender... en The Twilight Zone".
Me queda un capítulo muy estimulante y ameno. Fuerza y honor!!!