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España España · almeria
Voto de TOM REGAN:
7
Romance. Drama En Verona Beach se suceden los enfrentamientos entre las dos familias más poderosas (los Montesco y los Capuleto), cuyo objetivo es conseguir el dominio de la ciudad. Fulgencio Capuleto organiza una fiesta a la que asiste, gracias a la mediación de su amigo Mercuccio, Romeo Montesco. Lo que los Capuleto pretenden es que su joven hija Julieta se comprometa con el arrogante Dave Paris, el hijo del gobernador. Pero, cuando Romeo y Julieta ... [+]
4 de marzo de 2020
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
42/19(26/02/20) Atrevida y a ratos fascinante adaptación del clásico imperecedero del Bardo de Avon, obra controvertida revisión de una obra universal tantas veces llevada a la gran pantalla. Dirigida con su singular videoclipero sello por el australiano Baz Luhrman, al que amas o detestas (yo me encuentro en medio) que también guioniza junto a Craig Pearce (“El Gran Gatsby”), en la que se traslada la acción medieval al presente, y la acción transportarla de Verona en Italia, a Verona Beach (sucedáneo de urbe en Florida), pero con la tragedia romántica conservando sus diálogos anacrónicos con el tiempo, lo que conlleva valentía, aun con sus defectos. Con una ambientación espectacular, con un ritmo que a veces se va de las manos, pero sobre todo con una entrañable pareja protagonista en los jóvenes Claire Danes (17 añitos) y Leo DiCaprio (21 años), acompañando con vigor en los roles secundarios por Paul Sorvino, Brian Dennehy, John Leguizamo , Pete Postlethwaite, y Diane Venora. Un relato original en su concepción, que alterna momentos grimantes (esa pelea en la gasolinera del inicio, con ese Leguizamo bailando flamenco al ritmo de sus pistolas que parece manejar como banderillas), con otros de gran brillantez (esas miradas primerizas de los dos míticos amantes a través del acuario).

La película tiene se eleva en las escenas que tienen protagonismo de los dos jóvenes Romeo + Julieta, cuando se aleja de ellos se desboca en escenas pasadas de vueltas, demostrando por ejemplo que el realizador aussie no sabe manejar las escenas de acción, las convierte gracias a una edición cuasi-epiléptica en una danza de imágenes caóticas cuasi-ininteligibles, donde los tiroteos, explosiones, y persecuciones resultan una amalgama de fotogramas propios de un video musical de rock, que termina abrumando. Tan apabullante en sus excesos, con un estilo visual transgresor (por la historia que se adapta), pero en esta vorágine alterna aciertos con desfases, donde la cámara nerviosa y febril montaje termina por ser en muchas escenas su propia enemiga, convirtiendo algunas en verso del bardo en chirriantes, donde la lírica es atropellada por algunos artificios audiovisuales. Por supuesto la historia sigue la línea argumental híper-conocida, donde los cambios no alteran la idea de cómo afecta el sino del Destino. Pero sus partes buenas en lo concerniente a la trama principal me ha resultado emocionante, me he sentido empatizado por este amor universal, y es que puede que esta no sea la mejor versión de la obra maestra de William Shakespeare, es la de Franco Zeffirelli de 1968, pero esta transgresora adaptación tiene puntos notables que la hacen atractiva de ver.

Arranca marcando sus cartas en la modernidad del relato, ello cuando vemos un televisor sobre fondo negro, en el un noticiario donde una mujer nos habla en prosa shakesperiana de las nefandas muertes de Julieta y Romeo, ello con el logo sobreimpresionado de “Star Crossed Lovers”, mientras el aparato en zoom se acerca al espectador, tras ello un incendiario y frenético montaje en nos muestran a todos los secundarios en una ciudad, Verona Beach, salvaje, al ritmo de una música ominosa. Tras ello vemos a un auto descapotable, con jóvenes Montesco en camisas floridas que se meten con los que se cruzan, paran en una gasolinera y allí se cruzan con otro grupo de Capuletos, sus enemigos, la pendencia está asegurada, pero esto desarrollado con una edición video-clipera caricaturesca, con cortes sofocantes, con una coreografía propia de una pista de baile. Todo este batiburrillo se serena cuando aparece DiCaprio en su rol de Romeo, que es donde la película gana muchos enteros.

Luhrman navega entre dos aguas, la de su voraz puesta en escena y el ofrecer respeto por el Bardo de Avon, pareciendo dos films en uno en su concepción estructural del trato a los personajes cuando los amantes no están presentes, todo a velocidad vertiginosa, y otra cuando Romeo y Julieta está presentes, donde el realizador atempera y demuestra poesía sensorial con ellos, con una cámara que parece acariciarlos, donde las palabras fluyen de modo profundo en sus alegorías, donde la magia del amor se respira en los fotogramas, donde la emotividad y emoción cala en el espectador (o sea, yo). En secuencias como el primer encuentro con ella vestida de ángel y él con armadura de caballero medieval, con esas miradas a través del mencionado acuario; El beso y abrazo en la piscina donde se juran amor eterno, en medio de un ambiente húmedo de sensualidad juvenil (emulo de la mítica escena del balcón); El amor entre las sábanas en su noche de boda; Y por supuesto en su lecho de muerte (esto no puede ser spoilear), lugar adornado por miles de velas y decenas de crucifijos creando una sensación cuasi-etérea en miscelánea con la música de “Tristan e Isolda” de Richard Wagner.

Al realizador no le importa que el verso de Shakespeare suene anacrónico, pues su película juega a este contraste, es parte de su singularidad. Donde la música juega papel predominante para ayudar a envolverte en este romance atemporal. Como es importante la simbología cristiana presente por todas partes, proliferando crucifijos, monjas, curas con cruces tatuadas en la espalda, la constante de la Iglesia con su enrome Santo en la cúpula, ello en pos de hablarnos de la culpa y el perdón.

Danes y DiCaprio se transforman en la idealización de la juventud imperecedera, su química hace saltar fuego de la pantalla, no son actores, son los dos veroneses desgraciados por amor, su compenetración es homérica en su naturalidad. Claire Danes tenía 16 años, dulce, inocente y encantadora ofrece como Julieta una actuación angelical, magnética, un epítome de la juventud pasional, te crees su idealismo romántico, declama a Shakespeare de modo sentido, imposible no enamorarse de esta dulce doncella;... (sigo en spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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