Media votos
6.5
Votos
5,729
Críticas
5,229
Listas
10
Recomendaciones
- Sus votaciones a categorías
- Mis críticas favoritas
- Contacto
-
Compartir su perfil
Voto de TOM REGAN:
7
7.2
9,481
Intriga
Un joven llamado Henry Knight acude a pedir ayuda a Sherlock Holmes para que investigue el fallecimiento de su padre que ha aparecido muerto con la enorme dentellada de un perro de caza. Segundo episodio de la segunda temporada de la miniserie "Sherlock". (FILMAFFINITY)
6 de febrero de 2022
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
40/02(03/02/22) Buen segundo episodio de la segunda temporada de la exitosa serie creada y guionizada por Mark Gatiss y Steven Moffat para la BBC, en la que traen al presente al más famoso detective de la historia, con su cohorte de secundarios, actualizándolo, pero manteniendo intacto los caracteres, en una revisión que rinde tributo al espíritu del personaje. En este caso dirige Paul Mcguigan (dirigió otros episodios: “A Scandal in Belgravia” de 2012, “The Great Game del n2010) y A Study in Pink del 2010), trasladando por vez primeras la acción fuera de Londres, concretamente a los páramos de Dartmoor (El rodaje en exteriores se llevó a cabo principalmente en el sur de Gales, aunque algunas partes se rodaron en Dartmoor), el episodio es una adaptación contemporánea de “El sabueso de los Baskerville” publicada en 1902, una de las obras más famosas de Sir Arthur Conan Doyle, no era una historia corta, era una novela completa, ha visto 23 adaptaciones cinematográficas hasta la fecha, el número más grande para cualquiera de las adaptaciones de Holmes) y es única, quizás la más icónica de la carrera de Holmes, y curiosamente fue escrita tras haber ‘matado’ Doyle a Holmes en “El problema final”, pero por la presión popular lo ‘resucitó’ para esta historia, pero su cansancio con el personaje se dejaba notar por el hecho de que en parte de la historia no estaba presente Sherlock, era Watson el que tomaba el protagonismo.
Debido a la popularidad de la novela, Gatiss sintió una mayor responsabilidad al incluir elementos familiares de la historia que cuando adaptó las historias menos conocidas. El guión estaba destinado a seguir elementos del género de terror y hacer que el episodio fuera aterrador. A diferencia de las historias de fantasmas tradicionales, la trama de Gatiss se centró en horrores más contemporáneos, teorías de conspiración y modificación genética. Creando un metraje con mucho de suspense, con gran misterio, y elementos que remiten a lo sobrenatural, ello en medio de parajes hostiles, lóbregos, ominosos, donde incluso el siempre racionalista Sherlock Holmes se siente preso de lo desconcertante y lo imposible.
En el episodio, Sherlock (Benedict Cumberbatch) y su socio en la resolución de crímenes, John Watson (Martin Freeman), se hacen cargo del caso de Henry Knight (Russell Tovey), quien 20 años antes presenció el brutal asesinato de su padre a manos de un "sabueso gigantesco" en Dartmoor. La investigación lleva a la pareja a Baskerville, una base de investigación militar.
Y por supuesto están las siempre buenísimas actuaciones de Benedict Cumberbatch como Sherlock Holmes, con el que el actor londinense se mimetiza en su sardonismo, su hieratismo, su arrogancia, su energía, genial su expresividad, la electricidad que transmite. Teniendo que lidiar en este capítulo con la volubilidad de su mente, con lo que si ve es verdad o no, eso para alguien tan seguro de sí mismo y racional resulta todo un desafio. Y siempre a su lado Martin Freeman como el Dr. John Watson, cual Sancho Panza, es la voz de la conciencia humana de Sherlock, el que le hace conectar con los sentimientos humanos, teniendo una fabulosa compenetración con Benedict, teniendo momentos estelares en que se luce en el capítulo, epítome la escalofriante secuencia en la jaula metido, emite un pavor epidérmico; Asimismo hay espacio en el episodio para analizar la peculiar amistad entre ambos, ello con el choque entre los dos caracteres, donde el asocial Holmes es víctima de su altivez (“Yo no tengo amigos”), y Watson encuentra la frialdad del detective como un puñal, aunque se resuelve de forma conmovedora (spoiler).
En este episodio los secundarios son menos eficaces que en anteriores entregas, no aparece Una Stubbs como Mrs. Hudson, ni Mark Gatiss como Mycroft, y tiene una presencia cuasi-testimonial Rupeert Gravces como Lestrade (genial el comentario de Sherlock sobre que se hace pasar por llamarse Greg, la respuesta es jocosa), aparte de que hay un cameo en cuasi-créditos finales de Andrew Scott en su exquisito rol de Jim Moriarty. Los que tienen peso en la trama son Russell Tovey como Henry Knight, un tanto sosainas (y con unas orejas abiertas que me desorientan), Amelia Bullmore como la Dra. Stapleton está correctita y Clive Mantle como el Dr. Frankland resulta únicamente solvente, sin dejar ninguno huella alguna.
Un capítulo que mezcla teorías conspirativas gubernamentales, donde hay cabida para la ingeniería genética, ello en una trama donde las teorías deductivas de Holmes resultan espectaculares en como las explica y como se reflejan en el ágil montaje, pero si lo piensas un poquito están cogidas por los pelos, como por ejemplo el modo de averiguar cierta contraseña, todo un prodigio de elementos cogidos de aquí y de allí para componer un puzle bonito en su resolución, pero poco verosímil. Un muy entretenido episodio, aunque con un argumento procedimental bastante arbitrario.
Por supuesto está presente el humor en genuinas dosis ya desde ese principio en que en modo ‘estar con el mono’ de tener un caso atractivo, van pasando diferentes aspirantes a clientes de Sherlock, genial el modo de aspirar el humo del tabaco el detective. O la subtrama Homérica de Watson aplicando sus conocimientos militares en saberse el código morse, descubre un mensaje en la noche con una luz, UMQRA, intrigante saber que quiere decir, hasta que el Dr. descubre el origen, imposible no esbozar cuando mínimo una carcajada.
Debido a la popularidad de la novela, Gatiss sintió una mayor responsabilidad al incluir elementos familiares de la historia que cuando adaptó las historias menos conocidas. El guión estaba destinado a seguir elementos del género de terror y hacer que el episodio fuera aterrador. A diferencia de las historias de fantasmas tradicionales, la trama de Gatiss se centró en horrores más contemporáneos, teorías de conspiración y modificación genética. Creando un metraje con mucho de suspense, con gran misterio, y elementos que remiten a lo sobrenatural, ello en medio de parajes hostiles, lóbregos, ominosos, donde incluso el siempre racionalista Sherlock Holmes se siente preso de lo desconcertante y lo imposible.
En el episodio, Sherlock (Benedict Cumberbatch) y su socio en la resolución de crímenes, John Watson (Martin Freeman), se hacen cargo del caso de Henry Knight (Russell Tovey), quien 20 años antes presenció el brutal asesinato de su padre a manos de un "sabueso gigantesco" en Dartmoor. La investigación lleva a la pareja a Baskerville, una base de investigación militar.
Y por supuesto están las siempre buenísimas actuaciones de Benedict Cumberbatch como Sherlock Holmes, con el que el actor londinense se mimetiza en su sardonismo, su hieratismo, su arrogancia, su energía, genial su expresividad, la electricidad que transmite. Teniendo que lidiar en este capítulo con la volubilidad de su mente, con lo que si ve es verdad o no, eso para alguien tan seguro de sí mismo y racional resulta todo un desafio. Y siempre a su lado Martin Freeman como el Dr. John Watson, cual Sancho Panza, es la voz de la conciencia humana de Sherlock, el que le hace conectar con los sentimientos humanos, teniendo una fabulosa compenetración con Benedict, teniendo momentos estelares en que se luce en el capítulo, epítome la escalofriante secuencia en la jaula metido, emite un pavor epidérmico; Asimismo hay espacio en el episodio para analizar la peculiar amistad entre ambos, ello con el choque entre los dos caracteres, donde el asocial Holmes es víctima de su altivez (“Yo no tengo amigos”), y Watson encuentra la frialdad del detective como un puñal, aunque se resuelve de forma conmovedora (spoiler).
En este episodio los secundarios son menos eficaces que en anteriores entregas, no aparece Una Stubbs como Mrs. Hudson, ni Mark Gatiss como Mycroft, y tiene una presencia cuasi-testimonial Rupeert Gravces como Lestrade (genial el comentario de Sherlock sobre que se hace pasar por llamarse Greg, la respuesta es jocosa), aparte de que hay un cameo en cuasi-créditos finales de Andrew Scott en su exquisito rol de Jim Moriarty. Los que tienen peso en la trama son Russell Tovey como Henry Knight, un tanto sosainas (y con unas orejas abiertas que me desorientan), Amelia Bullmore como la Dra. Stapleton está correctita y Clive Mantle como el Dr. Frankland resulta únicamente solvente, sin dejar ninguno huella alguna.
Un capítulo que mezcla teorías conspirativas gubernamentales, donde hay cabida para la ingeniería genética, ello en una trama donde las teorías deductivas de Holmes resultan espectaculares en como las explica y como se reflejan en el ágil montaje, pero si lo piensas un poquito están cogidas por los pelos, como por ejemplo el modo de averiguar cierta contraseña, todo un prodigio de elementos cogidos de aquí y de allí para componer un puzle bonito en su resolución, pero poco verosímil. Un muy entretenido episodio, aunque con un argumento procedimental bastante arbitrario.
Por supuesto está presente el humor en genuinas dosis ya desde ese principio en que en modo ‘estar con el mono’ de tener un caso atractivo, van pasando diferentes aspirantes a clientes de Sherlock, genial el modo de aspirar el humo del tabaco el detective. O la subtrama Homérica de Watson aplicando sus conocimientos militares en saberse el código morse, descubre un mensaje en la noche con una luz, UMQRA, intrigante saber que quiere decir, hasta que el Dr. descubre el origen, imposible no esbozar cuando mínimo una carcajada.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
Reseñable es el manejo dramático de la cinematografía de Fabian Wagner (“Juego de Tronos” o “La liga de la Justicia”), creando imágenes siniestras del páramo, o componiendo secuencias turbadoras como la que queda atrapado Watson en el laboratorio con la jaula; También son destacables los efectos visuales coordinados por Jean-Claude Deguara (“Alien vs Predator” o “Los Miserables”), creando la escena del ‘Palacio Mental’, muy “Minority Report”, también creando el gran ‘Sabueso’; Y por supuesto está la sibarita música creada por David Arnold (“Independence Day” o “Casino Royale”), una hermosa partitura cargada de ritmo y energía.
La escena en la que vemos (de modo forzado) a Sherlock en lo alto de un montículo en Dartmoor recuerda nítidamente a la pintura del germano Caspar David Friedrich “El caminante sobre el mar de niebla”.
Spoiler:
El origen del conflicto entre Watson y Holmes:
Watson: “Por qué me escuchaste? Solo soy tu amigo".
Holmes: "No tengo amigos!"
Watson: "Me pregunto por qué".
Se resuelve horas después cuando Hoilmes reflexiona y de forma entrañable le dice al dolido Watson: " Holmes: "Lo que dije antes, John, no tengo amigos. Solo tengo uno".
Holmes: "Es por eso que te haces llamar Greg?"
Watson: "Ese es su nombre".
Holmes: "Lo es?"
Lestrade: "Sí. Si alguna vez te molestases en averiguarlo".
Sherlock: “Una vez que descartas lo imposible, lo que queda, por improbable que sea, debe ser cierto”.
En la conclusión se revela que los sabuesos eran imágenes inducidas por una droga que altera la mente, un arma química cuyo creador fue en realidad el verdadero asesino del padre de Henry.
John se da cuenta de que Sherlock lo encerró en los laboratorios para probar su teoría. También señala que Sherlock se equivocó por una vez; él creía que la droga estaba en el azúcar de Henry y la puso en el café de John.
En las escenas finales, cual turbador epílogo vemos a Mycroft que supervisa la liberación de Jim Moriarty (Andrew Scott) de una celda de detención en la que ha escrito el nombre de Sherlock en todas las paredes.
Amena revisión de la clásica novela de Conan Doyle, con mucho ritmo, y haciendo avanzar la camaradería Watson-Holmes. Fuerza y honor!!!
La escena en la que vemos (de modo forzado) a Sherlock en lo alto de un montículo en Dartmoor recuerda nítidamente a la pintura del germano Caspar David Friedrich “El caminante sobre el mar de niebla”.
Spoiler:
El origen del conflicto entre Watson y Holmes:
Watson: “Por qué me escuchaste? Solo soy tu amigo".
Holmes: "No tengo amigos!"
Watson: "Me pregunto por qué".
Se resuelve horas después cuando Hoilmes reflexiona y de forma entrañable le dice al dolido Watson: " Holmes: "Lo que dije antes, John, no tengo amigos. Solo tengo uno".
Holmes: "Es por eso que te haces llamar Greg?"
Watson: "Ese es su nombre".
Holmes: "Lo es?"
Lestrade: "Sí. Si alguna vez te molestases en averiguarlo".
Sherlock: “Una vez que descartas lo imposible, lo que queda, por improbable que sea, debe ser cierto”.
En la conclusión se revela que los sabuesos eran imágenes inducidas por una droga que altera la mente, un arma química cuyo creador fue en realidad el verdadero asesino del padre de Henry.
John se da cuenta de que Sherlock lo encerró en los laboratorios para probar su teoría. También señala que Sherlock se equivocó por una vez; él creía que la droga estaba en el azúcar de Henry y la puso en el café de John.
En las escenas finales, cual turbador epílogo vemos a Mycroft que supervisa la liberación de Jim Moriarty (Andrew Scott) de una celda de detención en la que ha escrito el nombre de Sherlock en todas las paredes.
Amena revisión de la clásica novela de Conan Doyle, con mucho ritmo, y haciendo avanzar la camaradería Watson-Holmes. Fuerza y honor!!!