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Voto de TOM REGAN:
5
6.4
319
Drama
Historia de los ingenieros aeroespaciales británicos intentando romper la barrera del sonido. Tony es un exitoso piloto de combate de la Segunda Guerra Mundial. Su prometida es hija de un importante magnate que diseña aviones. La tensión entre ambos hombres conducirá a su ambición por romper la barrera del sonido con un nuevo modelo revolucionario. (FILMAFFINITY)
15 de junio de 2022
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
200/18(14/06/22) Decepcionante a la par que muy envejecido film dirigido por David Lean y con guión de Terence Rattigan. Obra que falla en casi todas sus vertientes, en una mezcla desequilibrada y tosca de géneros. Pues mezcla varios temas, empezando por la carrera por ser el primero (si es que se podía) en atravesar la barrera del sonido, y da grima enterarte que todo lo que vemos es más falso un euro de madera, y no quiero extenderme para no spoilear, en zona ídem comento todas las grotescas inexactitudes. Naufraga en el melodrama romántico, una relación prototípica donde la esposa es una marujona que desea que su esposo no se exponga al peligro (cual sin fuera alpinista, soldado o torero), y solo es unidireccional en quejarse y más y más. Todo un cliché de relación vista desde la óptica machista, donde la mujer no hace otra cosa que ser ama de casa y poner mala cara con el trabajo vocacional del marido (“Mi padre primero se lamentó de que yo no fuera un chico y después se lamentó de que Chris no fuera el chico que esperaba”), y eso teniendo en cuenta que lo conoció siéndolo. Añádase un conflicto padre-hija bastante grimante, sin profundidad. Una película donde no hay dilemas morales, las personas son como son al principio e igual al final, no hay dudas, todo es lo que es y ya está.
Después del trabajo innovador de su compañía de aviones en la tecnología de motores a reacción en la Segunda Guerra Mundial, John Ridgefield (Ralph Richardson), rico propietario, emplea al piloto de pruebas Tony Garthwaite (Nigel Patrick), exitoso piloto de combate en tiempos de guerra, para volar nuevos aviones a reacción. Garthwaite es contratado por Ridgefield después de casarse con la hija de Ridgefield, Susan (Ann Todd). Las tensiones entre padre e hija se ven acentuadas por el peligroso trabajo de vuelo de prueba de Garthwaite.
Únicamente tiene algo de chicha en reflejar la obsesión humana por superar techos de cristal, cual Cristóbal Colón, Magallanes, Amundsen o Edmund Hillary, superar lo desconocido, y con ello el costo de vidas humanas que genera desafiar a lo hasta entonces imposible. Pero tampoco es que sea especialmente de hondura en este aspecto, moviéndose por el tópico de la fuerza invisible que nos mueve. Es un relato bastante libre, como falso sobre este reto, tratado por la marujona esposa como algo superficial, y el magnate industrial que financia todo no se defiende con que esto es una de las metas volantes para vencer en la Guerra Fría, solo se le ocurre corregir a la hija, con que se llegará de Londres a Nueva York en dos horas (el Concorde).
Es llamativa por las secuencias aéreas en las pruebas, muchas de ellas tomadas de material de archivo (como ya hace Lean en “In wich we serve” de 1942), pero realmente han envejecido mal, aparte de que no me entero bien de lo que pasa, esos picados en tomas generales quedarían espectaculares en 1952, hoy día me son frías, amén de que lo visto es mentira, y esto es crucial cuando la cinta se las quiere dar de solemne, y en realidad en este aspecto te toman el pelo. Entre las actuaciones solo destaca un gran Ralph Richardson, aportando dote regia y carismática su lacónico rol de ‘soñador’ idealista, lástima que sea en un papel tan plano, sin matices, pues es lo mismo al inicio que al final, de una sola nota. Ann Todd (esposa de Lean, trabajando con él por tercera y última vez), en un rol irritante de esposa quejosa; Nigel Patrick cumple a secas con un rol prototípico sin aristas. Extendiéndose en un metraje que llega a producir tedio. Además tiene un giro sorpresa en el segundo tercio que hace que la película tenga un socavón, ello para potenciar el choque del padre con la hija, pero que resulta artificioso. Para acabar de modo previsible y sin emocionarme lo más mínimo. Esto es penoso, tratándose de un tema al que se le podría haber sacado jugo.
El guión se concentró en los problemas recién descubiertos de volar a velocidades supersónicas y también se basa libremente en la historia de la vida real del diseñador de aviones Geoffrey de Havilland y la pérdida de su hijo. Geoffrey de Havilland, Jr. fue el piloto de pruebas de la compañía de Havilland que murió el 27 de septiembre de 1946 intentando volar más rápido que la velocidad del sonido en el DH 108.
Un film olvidable, donde solo me ha hecho algo de tilín el tramo en que Tony lleva a su mujer Susan en vuelo del Havilland Vampire biplaza de UK a El Cairo, muy romántico ver a los enamorados abrazados por encima de los acantilados blancos de Dover, por lo alto de París, por los Alpes, o las ruinas de Atenas, para llegar sobre las Pirámides de Gyza, habiendo efluvios mágicos en este viaje, pero este nivel es un oasis en la película.
Después del trabajo innovador de su compañía de aviones en la tecnología de motores a reacción en la Segunda Guerra Mundial, John Ridgefield (Ralph Richardson), rico propietario, emplea al piloto de pruebas Tony Garthwaite (Nigel Patrick), exitoso piloto de combate en tiempos de guerra, para volar nuevos aviones a reacción. Garthwaite es contratado por Ridgefield después de casarse con la hija de Ridgefield, Susan (Ann Todd). Las tensiones entre padre e hija se ven acentuadas por el peligroso trabajo de vuelo de prueba de Garthwaite.
Únicamente tiene algo de chicha en reflejar la obsesión humana por superar techos de cristal, cual Cristóbal Colón, Magallanes, Amundsen o Edmund Hillary, superar lo desconocido, y con ello el costo de vidas humanas que genera desafiar a lo hasta entonces imposible. Pero tampoco es que sea especialmente de hondura en este aspecto, moviéndose por el tópico de la fuerza invisible que nos mueve. Es un relato bastante libre, como falso sobre este reto, tratado por la marujona esposa como algo superficial, y el magnate industrial que financia todo no se defiende con que esto es una de las metas volantes para vencer en la Guerra Fría, solo se le ocurre corregir a la hija, con que se llegará de Londres a Nueva York en dos horas (el Concorde).
Es llamativa por las secuencias aéreas en las pruebas, muchas de ellas tomadas de material de archivo (como ya hace Lean en “In wich we serve” de 1942), pero realmente han envejecido mal, aparte de que no me entero bien de lo que pasa, esos picados en tomas generales quedarían espectaculares en 1952, hoy día me son frías, amén de que lo visto es mentira, y esto es crucial cuando la cinta se las quiere dar de solemne, y en realidad en este aspecto te toman el pelo. Entre las actuaciones solo destaca un gran Ralph Richardson, aportando dote regia y carismática su lacónico rol de ‘soñador’ idealista, lástima que sea en un papel tan plano, sin matices, pues es lo mismo al inicio que al final, de una sola nota. Ann Todd (esposa de Lean, trabajando con él por tercera y última vez), en un rol irritante de esposa quejosa; Nigel Patrick cumple a secas con un rol prototípico sin aristas. Extendiéndose en un metraje que llega a producir tedio. Además tiene un giro sorpresa en el segundo tercio que hace que la película tenga un socavón, ello para potenciar el choque del padre con la hija, pero que resulta artificioso. Para acabar de modo previsible y sin emocionarme lo más mínimo. Esto es penoso, tratándose de un tema al que se le podría haber sacado jugo.
El guión se concentró en los problemas recién descubiertos de volar a velocidades supersónicas y también se basa libremente en la historia de la vida real del diseñador de aviones Geoffrey de Havilland y la pérdida de su hijo. Geoffrey de Havilland, Jr. fue el piloto de pruebas de la compañía de Havilland que murió el 27 de septiembre de 1946 intentando volar más rápido que la velocidad del sonido en el DH 108.
Un film olvidable, donde solo me ha hecho algo de tilín el tramo en que Tony lleva a su mujer Susan en vuelo del Havilland Vampire biplaza de UK a El Cairo, muy romántico ver a los enamorados abrazados por encima de los acantilados blancos de Dover, por lo alto de París, por los Alpes, o las ruinas de Atenas, para llegar sobre las Pirámides de Gyza, habiendo efluvios mágicos en este viaje, pero este nivel es un oasis en la película.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
No se puede hacer una muerte más aséptica que la de Tony, yo llegué a pensar que tanta gelidez solo podría ser por que n o murió, si no que saltó antes y estaba herido en cualquier lado. Pero no, estaba equivocado, era tan inane como lo visto. Muere Tony y aun queda un tercio de film, y nos hunden en un enfrentamiento padre-hija chirriante, por que ella no comprende el sentido del deber de su padre. Y yo lo que no entiendo es que este no explique realmente cual es el sentido de ser el primero en superar esta barrera, esto es una nebulosa. Luego resulta que el que supera la barrera del sonido es un amigo del protagonista (¿?), y lo hace (que casualidad) justo cuando la hija Susan visita a su padre y escucha la transmisión de radio con el avión que va triunfar en esta partida. Ella que iba a decirle que se iba a Londres a alejarse con su hija de la ‘tóxica’ influencia del abuelo, parece ser sufre una epifanía y decide quedarse (puaj!!!). Ah, por cierto, la maniobra con que el piloto supera la barrera del sonido además de no ser cierta, era imposible, pues esto hubiera llevado al suicidio del mismo.
‘Fue el 14 de octubre de 1947, cuando el estadounidense Chuck Yeager (Charles Elwood Yeager) atravesó, por primera vez y de manera oficial, la barrera del sonido propulsado por cohetes, ello en un Bell X-1, y no un británico en un proyecto británico. Su hazaña fue retratada en la película de 1983 “The Right Stuff”. Para alcanzar esta hazaña, 18 pilotos habían sacrificado su vida en los experimentos. Llama la atención que, sin demasiadas preocupaciones por el rigor histórico y científico (pues entre otras cosas se comentó también que el avión usado, el vickers-supermarine swift, no estaba capacitado para hacer un vuelo supersónico, que el jet vampire no podía recorrer Inglaterra-Egipto sin hacer escala para recarga de combustible, y otros detalles importantes).
Yeager, que estuvo presente en el estreno en EE. UU. De este film, describió en su primera biografía a la película como entretenida, pero no tan realista, y cualquier piloto que intentara romper la barrera del sonido de la manera representada en la película (forzando la palanca central adelante para salir de una inmersión) se habría matado. Debido a que el vuelo del Bell X-1 de 1947 no había sido ampliamente publicitado, muchos de los que vieron The Sound Barrier pensaron que era una historia real y que el primer vuelo supersónico fue realizado por un piloto británico.
El estudio de filmación se completó en Shepperton Studios, pero las secuencias de vuelo se filmaron en Chilbolton Aerodrome, Nether Wallop, Hampshire, bajo la dirección de Anthony Squire. Un bombardero Vickers Valetta y Avro Lancaster sirvieron como plataformas de cámara para las secuencias aéreas. Con la asistencia de la Asociación Británica de Constructores de Aeronaves, Vickers, de Havilland y otras compañías aeroespaciales británicas prestaron los aviones que aparecen en The Sound Barrier. Además, las imágenes de la tecnología de jet británica de principios de la década de 1950 utilizada en la película incluyen escenas del de Havilland Comet, el primer avión de pasajeros del mundo, el Supermarine Attacker y el de Havilland Vampire. Un prototipo Supermarine 535 para el posterior Swift (VV119) presentado como el caza a reacción experimental Prometheus. No muy diferente de su personalidad en la pantalla, el Swift fue un diseño de avión que experimentó problemas iniciales particularmente difíciles durante el desarrollo.
Film fallido y arrugado por las 7 décadas pasadas desde su estreno. A Lean aun le quedaban grandes films por realizar. Gloria Ucrania!!!
‘Fue el 14 de octubre de 1947, cuando el estadounidense Chuck Yeager (Charles Elwood Yeager) atravesó, por primera vez y de manera oficial, la barrera del sonido propulsado por cohetes, ello en un Bell X-1, y no un británico en un proyecto británico. Su hazaña fue retratada en la película de 1983 “The Right Stuff”. Para alcanzar esta hazaña, 18 pilotos habían sacrificado su vida en los experimentos. Llama la atención que, sin demasiadas preocupaciones por el rigor histórico y científico (pues entre otras cosas se comentó también que el avión usado, el vickers-supermarine swift, no estaba capacitado para hacer un vuelo supersónico, que el jet vampire no podía recorrer Inglaterra-Egipto sin hacer escala para recarga de combustible, y otros detalles importantes).
Yeager, que estuvo presente en el estreno en EE. UU. De este film, describió en su primera biografía a la película como entretenida, pero no tan realista, y cualquier piloto que intentara romper la barrera del sonido de la manera representada en la película (forzando la palanca central adelante para salir de una inmersión) se habría matado. Debido a que el vuelo del Bell X-1 de 1947 no había sido ampliamente publicitado, muchos de los que vieron The Sound Barrier pensaron que era una historia real y que el primer vuelo supersónico fue realizado por un piloto británico.
El estudio de filmación se completó en Shepperton Studios, pero las secuencias de vuelo se filmaron en Chilbolton Aerodrome, Nether Wallop, Hampshire, bajo la dirección de Anthony Squire. Un bombardero Vickers Valetta y Avro Lancaster sirvieron como plataformas de cámara para las secuencias aéreas. Con la asistencia de la Asociación Británica de Constructores de Aeronaves, Vickers, de Havilland y otras compañías aeroespaciales británicas prestaron los aviones que aparecen en The Sound Barrier. Además, las imágenes de la tecnología de jet británica de principios de la década de 1950 utilizada en la película incluyen escenas del de Havilland Comet, el primer avión de pasajeros del mundo, el Supermarine Attacker y el de Havilland Vampire. Un prototipo Supermarine 535 para el posterior Swift (VV119) presentado como el caza a reacción experimental Prometheus. No muy diferente de su personalidad en la pantalla, el Swift fue un diseño de avión que experimentó problemas iniciales particularmente difíciles durante el desarrollo.
Film fallido y arrugado por las 7 décadas pasadas desde su estreno. A Lean aun le quedaban grandes films por realizar. Gloria Ucrania!!!