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Voto de TOM REGAN:
8
7.4
3,795
Drama
Cuando tenía trece años, Marcello Clerici le disparó a Lino, un adulto homosexual que intentó seducirlo. Años más tarde, Clerici es un ciudadano respetable, profesor de filosofía y va a casarse con Giulia. Pero ideológicamente Clerici es fascista, tiene contactos con el servicio secreto y se muestra dispuesto a combinar su luna de miel en París con un atentado contra un exiliado político italiano que había sido profesor suyo. (FILMAFFINITY) [+]
25 de marzo de 2019
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
37/02(04/03/19) Crítica realizada en tributo al cineasta parmesano Bernardo Berttolucci, fallecido recientemente (26/11/2018) en Roma, para ello disertaré sobre la que es probablemente su mejor obra, este drama político incisivo donde se conjugan con una miscelánea punzante la reflexión y la ambientación, he leído encuestas donde ponen que la cinematografía de Vittorio Storaro para esta cinta es la mejor de la Historia, film grandemente influyente, por ejemplo para “El padrino”, donde recogió los tonos sepia Gordon Willis para crear un halo dramático, e incluso contrató a Storaro para su épica bélica “Apocalypse Now”, Paul Schraeder fichó al diseñador de producción de “El conformista” Fernando Scarfiotti para “American Gigolo” y “Cat People”, también hay una escena en la popular serie “Los Soprano” que homenajea otra de esta película, "Pine Barrens", de la tercera temporada , dirigido por Steve Buscemi. Guión por Bertolucci basado en la novela homónima de 1951 de Alberto Moravia, protagonizada de modo superlativo por Jean-Louis Trintignant y Stefania Sandrelli. El director vuelca un tremendo expresionismo en los fotogramas, con ampulosos decorados art decó que empequeñecen al ser humano, de claras reminiscencias fascistas. Una narración que mezcla flash-back, y ensueños, en un relato cargado de complejidad, con actitudes ambiguas, traiciones, decadencia sexual, donde se tocan temas como el peso pasado, las ansias tribales de pertenencia a un grupo, las frustraciones sexuales, el choque de ideas políticas, en lo que es una dura crítica a la burguesía, algo muy del gusto de Bertolucci.
La cinta resulta sugerente desde su inicio, con un plano parpadeante a través de una ventana de un luminoso de neón (Lavieestanous), tras un par de visiones pasamos a un plano del protagonista Marcello Clerici (Jean-Louis Trintignant), tumbado vestido en una cama, con las luces de neón rojas parpadeándole encima, por su lenguaje corporal parece nervioso, oye el teléfono lo coge, habla por él, se apagan los neones, tras lo cual (en plano-secuencia) se levanta se pone una chaqueta y el chaquetón, abre un maletín, del que coge una pistola, se acerca a la cama vemos que junto a él había una mujer denuda dormida de espaldas, y encima de su trasero el sombrero del hombre, que coge y lo acomoda en la testa, tras lo que cubre con una sábana las posaderas de la acompañante, tras lo que sale de la habitación, todo asistido por una melancólica música, sugiriendo que algo dramático va a suceder.
Resulta la cinta un retrato de personalidad profundo, con claros toques agudo-psicológicos, hablándonos de como el conformismo puede ser el primer paso a dejar entrar en nuestras vidas el radicalismo (como bien le dice un agente secreto a Marcello: “Sólo unos pocos creen en el fascismo. Unos nos apoyan por miedo y otros por dinero”), en este caso el fascismo (mussoliniano). De cómo el culto Marcello se deja llevar por los acontecimientos cual pluma mecida por el dominante viento, la marcial ideología fascista sirve como rígida guía para un protagonista deseoso de ser conducido más que de pensar por sí mismo. Es un tipo de clase alta, que en su infancia sufrió un trauma que le marcó de por vida, carcomiéndole los remordimientos. A través de este trauma hay quien ha visto una historia sobre como la homosexualidad (y sexualidad) reprimida puede llevar a la violencia latente.
Además el film deja un subtexto de alegoría sobre que Marcello se asemeja al protagonista del Mito de la Caverna de Platón, al que hace mención el ínclito en la más hermosa escena del film, cuando este relata al profesor Quadri la fábula del griego, lo hace en el despachos de este último, donde Marcello cierra la ventana para no entre luz, apenas entran unos rayos por otra ventana, creando un halo expresionista sublime, narrando el fascista la historia desde el lado de que la luz exterior de la cueva es el fascismo, mientras el profesor le da la vuelta, remarcado cuando abre la ventana y la sombra de Marcello se difumina bellamente.
Una historia en la que también hay cabida para una acerada crítica a la Iglesia Católica, sobre su connivencia con el poder fascista, sobre su homofobia (melifluo y turbador el flash-back nos lleva a la juventud de Marcello, vemos su turbulenta experiencia con Lino, un chófer), sobre su hipocresía, reflejada en la frase que Marcello le dice a su futura esposa "El cura da la absolución a todo el mundo", reflejo del proceder del Estado fascista.
Potente alegoría se da cuando Marcello asiste al cuartel general de la policía secreta, allí ve a su amigo Italo (no hay mejor nombre como epítome de la nación transalpina), hablando por radio sobre la bonanza de la alianza italo (Mussolini)-germana (Hitler). La simbología se da por el hecho de que Italo es ciego, reflejando la ceguera italiana con respecto al extremismo nazi (y el fascismo propio).
Destacar las escenas sexuales, tan gratas de incluirlas Bertolucci en sus películas, aquí sobresaliendo las transgresoras que mantienen Giulia (Sandrelli) y Anna (Dominique Sanda), quizás como ejemplo de la libertad sexual como epítome de la Libertad en todos los sentidos, que el director junto al cinematógrafo baña en una luminosidad tórrida, creando un aura cuasi-febril de idealización del sexo.
El actor galo Jean-Louis Trintignant borda su complejo rol, hierático, actuación que combina mundo interior con pasividad, con fragilidad, con tormento, con flema, con impasibilidad, un nihilista agarrado livianamente a ideales volátiles. El actor aprendió sus líneas en idioma italiano fonéticamente, según la práctica común en la industria cinematográfica italiana en ese momento, más tarde fue doblado por otro actor, Sergio Graziani; Stefania Sandrelli como Giulia aporta sensualidad etérea, encanto sardónico, una esposa mediocre para un tipo mediocre;… (sigue en spoiler)
La cinta resulta sugerente desde su inicio, con un plano parpadeante a través de una ventana de un luminoso de neón (Lavieestanous), tras un par de visiones pasamos a un plano del protagonista Marcello Clerici (Jean-Louis Trintignant), tumbado vestido en una cama, con las luces de neón rojas parpadeándole encima, por su lenguaje corporal parece nervioso, oye el teléfono lo coge, habla por él, se apagan los neones, tras lo cual (en plano-secuencia) se levanta se pone una chaqueta y el chaquetón, abre un maletín, del que coge una pistola, se acerca a la cama vemos que junto a él había una mujer denuda dormida de espaldas, y encima de su trasero el sombrero del hombre, que coge y lo acomoda en la testa, tras lo que cubre con una sábana las posaderas de la acompañante, tras lo que sale de la habitación, todo asistido por una melancólica música, sugiriendo que algo dramático va a suceder.
Resulta la cinta un retrato de personalidad profundo, con claros toques agudo-psicológicos, hablándonos de como el conformismo puede ser el primer paso a dejar entrar en nuestras vidas el radicalismo (como bien le dice un agente secreto a Marcello: “Sólo unos pocos creen en el fascismo. Unos nos apoyan por miedo y otros por dinero”), en este caso el fascismo (mussoliniano). De cómo el culto Marcello se deja llevar por los acontecimientos cual pluma mecida por el dominante viento, la marcial ideología fascista sirve como rígida guía para un protagonista deseoso de ser conducido más que de pensar por sí mismo. Es un tipo de clase alta, que en su infancia sufrió un trauma que le marcó de por vida, carcomiéndole los remordimientos. A través de este trauma hay quien ha visto una historia sobre como la homosexualidad (y sexualidad) reprimida puede llevar a la violencia latente.
Además el film deja un subtexto de alegoría sobre que Marcello se asemeja al protagonista del Mito de la Caverna de Platón, al que hace mención el ínclito en la más hermosa escena del film, cuando este relata al profesor Quadri la fábula del griego, lo hace en el despachos de este último, donde Marcello cierra la ventana para no entre luz, apenas entran unos rayos por otra ventana, creando un halo expresionista sublime, narrando el fascista la historia desde el lado de que la luz exterior de la cueva es el fascismo, mientras el profesor le da la vuelta, remarcado cuando abre la ventana y la sombra de Marcello se difumina bellamente.
Una historia en la que también hay cabida para una acerada crítica a la Iglesia Católica, sobre su connivencia con el poder fascista, sobre su homofobia (melifluo y turbador el flash-back nos lleva a la juventud de Marcello, vemos su turbulenta experiencia con Lino, un chófer), sobre su hipocresía, reflejada en la frase que Marcello le dice a su futura esposa "El cura da la absolución a todo el mundo", reflejo del proceder del Estado fascista.
Potente alegoría se da cuando Marcello asiste al cuartel general de la policía secreta, allí ve a su amigo Italo (no hay mejor nombre como epítome de la nación transalpina), hablando por radio sobre la bonanza de la alianza italo (Mussolini)-germana (Hitler). La simbología se da por el hecho de que Italo es ciego, reflejando la ceguera italiana con respecto al extremismo nazi (y el fascismo propio).
Destacar las escenas sexuales, tan gratas de incluirlas Bertolucci en sus películas, aquí sobresaliendo las transgresoras que mantienen Giulia (Sandrelli) y Anna (Dominique Sanda), quizás como ejemplo de la libertad sexual como epítome de la Libertad en todos los sentidos, que el director junto al cinematógrafo baña en una luminosidad tórrida, creando un aura cuasi-febril de idealización del sexo.
El actor galo Jean-Louis Trintignant borda su complejo rol, hierático, actuación que combina mundo interior con pasividad, con fragilidad, con tormento, con flema, con impasibilidad, un nihilista agarrado livianamente a ideales volátiles. El actor aprendió sus líneas en idioma italiano fonéticamente, según la práctica común en la industria cinematográfica italiana en ese momento, más tarde fue doblado por otro actor, Sergio Graziani; Stefania Sandrelli como Giulia aporta sensualidad etérea, encanto sardónico, una esposa mediocre para un tipo mediocre;… (sigue en spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
… Milly como la madre de Marcello, rezuma decadencia, altanería, una morfinómana arrogante, ejemplo de como la clase alta se casa con el poder para continuar arriba, su carácter egoísta queda patente cuando dice a Marcello: "Por qué no se muere tu padre de una vez? Nos cuesta tanto el hospital"; Enzo Tarascio como el profesor Quadri da una lección de contención, de carisma, de melancolía latente, como sabiendo su futro, muy bueno; Dominique Sanda como Anna Quadri da un perfil enigmático, que derrocha sensualidad y misterio, impregnando de turbación al espectador cuando tiene esa tensión sexual con Stefania Sandrelli.
La puesta en escena resulta brillante, espléndida para proyectar el estado de ánimo necesario, desde el fascismo imperante y su arquitectura, o para transmitir su mente atormentada. Empezando por formidable diseño de producción de Ferdinando Scarfiotti (“Scarface” o “El último Emperador”), recreando en los Cinecittà Studios (Roma) megalómanos y frío-deshumanizantes decorados, de carácter claramente expresionistas en su función de modelar sensaciones, ayudada por la decoradora no acreditada Maria Paola Maino (“El último tango en París” o “Novecento”), nos sitúa en interiores diáfanos, barrocos en su grandilocuencia, con formas excesivas, o con ese sanatorio al aire libre inmenso, o ese bosque misterioso del clímax. Rodando en exteriores naturales de Francia (París: Gare d'Orsay; Avenue Matignon es donde Giulia y Anna van de compras; Place du Trocadéro/ Joinville-le-pont-Val-de-Marne es donde está la escena del baile; Square Louis), y en Italia (Roma: Ponte Sant'Angelo; Teatro di Marcello; Villa Miani; Via Pinciana es donde está la villa de la madre de Marcello; Palazzo dei Congressi es donde está el hospital psiquiátrico; Villa Celimontana; Piazza Augusto Imperatore; Santa Marinella; sumando mucho para esta inmersión en los años 30 el diseño de vestuario de Gitt Magrini (“Las dos inglesas y el amor” o “Novecento”), de gran elegancia; todo esto atomizado por la extraordinaria labor de Vittorio Storaro (“Apocalypse Now” o “El cielo protector”), inspirándose en el pintor (SXVI) milanés Caravaggio de una riqueza cromática nostálgica exuberante, con angulaciones expresionistas fabulosas, con tomas donde el individuo queda minimizado, con planos holandeses (para expresar la zozobra del protagonista), con grúas, travellings, excelsos primeros planos, con contrapicados, con sombras que potencian sentimientos alegóricos, con claroscuros, contraluces, manejando las metáforas visuales de modo lírico (como esa toma en que el rol encarnado por Stefania Sandrelli se es cruzada por barras de luz a través de ventanas venecianas, que se funden con las líneas del vestido), como la constante de cruzar a los personajes con rayas, bien sean sombras, rejas, palillería de ventanas, árboles, en clara proyección del encarcelamiento mental de los protagonistas; Se añade la epidérmica música creada por el galo Georges Delerue (“El desprecio” o “Platoon”), envolviendo el relato en un halo de melancolía estremecedora, excelente composición.
Spoiler:
“Bertolucci le atribuye al profesor de filosofía Quadri la frase “Ha pasado el tiempo de la reflexión, ahora empieza el tiempo de la acción”, cita, no es otra que la inversión, llevada a cabo de forma sibilina y consciente por Bertolucci, de las palabras iniciales de Le Petit Soldat (1961, J. L. Godard). Y es que el segundo largometraje de Godard, para basarse en la historia de un desertor de la guerra de Argelia en Ginebra, toma una postura excesivamente ecléctica ante las atrocidades que estaba cometiendo el estado francés en Argelia a principios de los 60.”
En conjunto me queda una singular y notable película de las que recuerdas por la fuerza dramática de su realización, por el modo de reflejar unos ideales torticeros, y por la actuación de Trintignant. Fuerza y honor!!!
Para leer más sobre el film ir a: https://conloslumiereempezo.blogspot.com/2019/03/el-conformista.html
La puesta en escena resulta brillante, espléndida para proyectar el estado de ánimo necesario, desde el fascismo imperante y su arquitectura, o para transmitir su mente atormentada. Empezando por formidable diseño de producción de Ferdinando Scarfiotti (“Scarface” o “El último Emperador”), recreando en los Cinecittà Studios (Roma) megalómanos y frío-deshumanizantes decorados, de carácter claramente expresionistas en su función de modelar sensaciones, ayudada por la decoradora no acreditada Maria Paola Maino (“El último tango en París” o “Novecento”), nos sitúa en interiores diáfanos, barrocos en su grandilocuencia, con formas excesivas, o con ese sanatorio al aire libre inmenso, o ese bosque misterioso del clímax. Rodando en exteriores naturales de Francia (París: Gare d'Orsay; Avenue Matignon es donde Giulia y Anna van de compras; Place du Trocadéro/ Joinville-le-pont-Val-de-Marne es donde está la escena del baile; Square Louis), y en Italia (Roma: Ponte Sant'Angelo; Teatro di Marcello; Villa Miani; Via Pinciana es donde está la villa de la madre de Marcello; Palazzo dei Congressi es donde está el hospital psiquiátrico; Villa Celimontana; Piazza Augusto Imperatore; Santa Marinella; sumando mucho para esta inmersión en los años 30 el diseño de vestuario de Gitt Magrini (“Las dos inglesas y el amor” o “Novecento”), de gran elegancia; todo esto atomizado por la extraordinaria labor de Vittorio Storaro (“Apocalypse Now” o “El cielo protector”), inspirándose en el pintor (SXVI) milanés Caravaggio de una riqueza cromática nostálgica exuberante, con angulaciones expresionistas fabulosas, con tomas donde el individuo queda minimizado, con planos holandeses (para expresar la zozobra del protagonista), con grúas, travellings, excelsos primeros planos, con contrapicados, con sombras que potencian sentimientos alegóricos, con claroscuros, contraluces, manejando las metáforas visuales de modo lírico (como esa toma en que el rol encarnado por Stefania Sandrelli se es cruzada por barras de luz a través de ventanas venecianas, que se funden con las líneas del vestido), como la constante de cruzar a los personajes con rayas, bien sean sombras, rejas, palillería de ventanas, árboles, en clara proyección del encarcelamiento mental de los protagonistas; Se añade la epidérmica música creada por el galo Georges Delerue (“El desprecio” o “Platoon”), envolviendo el relato en un halo de melancolía estremecedora, excelente composición.
Spoiler:
“Bertolucci le atribuye al profesor de filosofía Quadri la frase “Ha pasado el tiempo de la reflexión, ahora empieza el tiempo de la acción”, cita, no es otra que la inversión, llevada a cabo de forma sibilina y consciente por Bertolucci, de las palabras iniciales de Le Petit Soldat (1961, J. L. Godard). Y es que el segundo largometraje de Godard, para basarse en la historia de un desertor de la guerra de Argelia en Ginebra, toma una postura excesivamente ecléctica ante las atrocidades que estaba cometiendo el estado francés en Argelia a principios de los 60.”
En conjunto me queda una singular y notable película de las que recuerdas por la fuerza dramática de su realización, por el modo de reflejar unos ideales torticeros, y por la actuación de Trintignant. Fuerza y honor!!!
Para leer más sobre el film ir a: https://conloslumiereempezo.blogspot.com/2019/03/el-conformista.html