130/15(12/05/20) Las opiniones son como los culos, todos tenemos uno, es por ello que puedo aceptar que haya legión de admiradores de este director italiano, puedo aceptar que haya cohorte de exégetas que ausculten todo lo críptico de su cine, igual que debo aceptar hay enfermedad y muerte en el mundo, no me queda otra, pero yo no puedo con su cansino cine, hastiante, plúmbeo, jartible, espeso, y sobre todo pretencioso. Esta “La Aventura” se dice es una de sus mejores (si no la mejor), pero yo me he sentido estafado en mis expectativas, pues para contar que la alta sociedad es hedonista, complaciente, arrogante, ociosa, y egoísta no me hacían falta 143 minutos, y lo que es peor para que lo cuenten de la forma más tediosa posible. El ínclito realizador es Michelangelo Antonioni, que desarrolla la narración a partir de una historia de Antonioni con los coautores Elio Bartolini y Tonino Guerra. Trata sobre la desaparición de una joven (Lea Massari) durante un viaje en barco por el la Islas Eólicas (Sicilia), y la posterior búsqueda de ella por parte de su amante (Gabriele Ferzetti) y su mejor amiga (Monica Vitti). Primera película de la "trilogía existencial" o "trilogía de la incomunicabilidad" de Antonioni, seguida de “La Notte” (1961) y “L'Eclisse” (1962). La idea de la película nació cuando, durante un crucero con Monica Vitti, la actriz entró en la naturaleza de la isla Ventotene y se perdió. Luego, el director presentó "una historia sobre una niña que desaparece en una isla".

La acción dramática tiene lugar en Roma, Islas Eólicas y Sicilia, a lo largo de varios días, en 1959. Un grupo de jóvenes romanos de posición acomodada realizan un crucero en barco por las Islas Eólicas, situadas al Este de Sicilia. Tras desembarcar en una de ellas, Anna (Massari) desaparece. Sandro (Ferzetti), su pareja, y Claudia (Vitti), su mejor amiga, la buscan en las islas y en Sicilia, mientras Julia (Blanchar), Patricia (Ruspoli), Conrado (Addams) y Raimundo (Luttazzi) pronto la olvidan.

La película eso sí, tiene un arranque prometedor en la presentación de personajes, en como impregna el ambiente decadente, el cansancio vital de sus burgueses personajes hundidos en la insatisfacción de tenerlo todo, enmarcado en las preciosas Islas Eólicas, a modo alegórico de que todos los protagonistas son unas islas (áridas como estas) en sí mismos, ejemplificado en la incomunicación entre ellos. Pero entonces desaparece un alguien y la película entra en una fase insulsa, donde no pasa nada, centrándose en un romance grimante por lo de que la mejor amiga y la pareja de esta tardan medio segundo tras la desaparición de esta en “cogerse” (ver argot argentino), entrando en un bloque con momentos tan ‘desopilantes’ como el affaire exprés del pintor con una ‘modelo’, el ‘espionaje’ a una charla en un vagón de tren, o la canción de Mónica Vitti haciéndose la graciosa y sus muecas en el espejo, cuando una turba de hombres se comen con los ojos a Monica Vitti, o cuando alguien tira la tinta china de un dibujo para molestar al que lo pinta, momentos que dan para que sesudos intelectualoides deconstruyan lo que nos dice el pedante director. Y todo esto narrado a un ritmo letárgico, se puede ver la hierba crecer, queriendo enfatizar sensaciones de lasitud vital con tomas largas, con extenuantes silencios, con miradas, pero desde el punto de vista del espectador (o sea yo) confunde transmitir languidez anímica con agotarme en su desidia, pues además todo está enarbolado por personajes sin fondo alguno, superficiales, sin fuerza, meros arquetipos de clase alta vistos a través de la lente marxista de Antonioni, tanto que al final (bueno, mucho antes) me da igual lo que les pase, y por supuesto me importa un bledo si encuentran a la desaparecida o no. Antonioni hace de la alienación urbanita su mantra del que hace alarde en su filmografía. Presentado en competición en la 13ª edición del Festival de Cine de Cannes, ganó el premio del jurado, mientras que ese año la Palma de Oro fue a “La Dolce Vita” de Federico Fellini. La película convirtió a Monica Vitti en una estrella internacional, además de marcar el comienzo de la asociación sentimental-artística entre Antonioni y Monica Vitti (protagonista de la mencionada trilogía).

La película tarda poco en mostrarnos a una alta sociedad aburrida, luego Antonioni para reforzar su idea coloca una desaparición para veamos lo egoístas y nihilistas que son, pero una vez la idea nos ha calado la película se alarga como un día de agosto sin agua en el Sahara. Y ase que el director nos habla de la infelicidad que da tenerlo todo, de la insatisfacción de esta élite. Seres dubitativos, inseguros, lascivos, hipócritas, capaces de traicionar amistades en medio de tragedias, su apatía no les deja lugar al dolor. Pero esto está con el escaparate de unos personajes nada empáticos, gélidos, donde los diálogos resultan naif, incluso lacónicos.