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Voto de TOM REGAN:
7
7.3
2,350
Serie de TV. Aventuras. Drama
Miniserie de TV (2019). 8 episodios. Narra cómo fueron los primeros 30 años del descubrimiento y la conquista de América, desde que Cristóbal Colón partió de España en 1492 con tres carabelas hasta que Juan Sebastián Elcano completó la primera vuelta al mundo en 1522. Centrada en personajes como Colón, Hernán Cortés, Núñez de Balboa, Cabeza de Vaca, Pizarro, Juan de la Cosa, Magallanes o Elcano, una historia de aventuras y exploración ... [+]
19 de octubre de 2018
2 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
125/09(11/10/18) Sugestiva y apreciable serie docu-dramática española dirigida por Israel de Santo y guionizada por el mismo y Miguel Díaz Espada (“El ministerio del tiempo” o “La zona”), emitida por canal #0 de Movistar+, coproducción entre el canal de Cable y Global Set, abarca 30 años, desde 1492, año de la llegada de Colón a América, hasta la llegada a Sevilla de Juan Sebastián Elcano en 1522, épica odisea de aventureros en busca de fortuna en el marco de lo desconocido. La Conquista de América con el protagonismo desligado de glamurización o desmitificación revisionista, se intenta ser objetivo con Cristóbal Colón, Vespucio, Núñez de Balboa, Magallanes, Pizarro, o Hernán Cortés. Ello relatado con crudeza, afán didáctico, matizando a los protagonistas, enmarcándolos en un entorno geosocial alejado de nuestra visión humanista contemporánea, con una ambientación realista (gran dirección artística, vestuario, fotografía, música, …), sin recurrir a los desnaturalizados CGI, con mimo por el detalle, por lo histórico, donde los protagonistas (sucios, desaliñados, alejados de sus visiones pictóricas) tiene sus defectos y virtudes, condicionados por su tiempo, ello con actuaciones sólidas, donde solo es conocida Aitana Sánchez Gijón, resto no suena, ello repercute en una identificación mayor con sus encarnaciones.
La omnipresente narración en off de un supuesto (ficticio) acompañante en todas las expediciones narradas, un narrador que imprime un tono entre cínico y sardónico, muy al estilo del novelista Arturo Pérez Reverte, dotando a los personajes y las situaciones de pragmatismo, de aristas, de dimensión humana, radiografiando la codicia, el sadismo, el racismo, la corrupción, y en lo bueno el sentido aventurero, las ansias de abrir fronteras de los pioneros exploradores que agrandaron el mundo, Bartolomé de las Casas y su humanismo crítico con la violencia contra los indígenas. Mostrando un crisol de personajes tallados a machete, valientes marinos, vividores, maleantes, caballeros, sádicos, buscafortunas, arribistas, nobles. Se suman diálogos dramáticos, con sustancia, en medio de situaciones que refuerzan el carácter de los personajes. Estas caracterizaciones huelen a auténtico, rostros demacrados, avejentados, feistas, cadavéricos cuando se nota pasan hambre, con indígenas que me recuerdan en su verité a los de “Apocalypto”, añadiéndose momentos que dan carácter y empaque dramático, como las secuencias entrelazadas con el Papa contemporáneo del Descubrimiento, como los motines, el partido por el pellejo en la playa de Cabo de Hornos, o el tenso encuentro de Elcano en un Fuerte de Cabo Verde intentando comprar víveres.
Para mí el más sorprendente de los protagonistas (por lo poco conocido) es Alonso de Ojeda (navegante, gobernador y conquistador español; recorrió las costas de Guyana, Venezuela, Trinidad, Tobago, Curaçao, Aruba y Colombia. Famoso por haber dado el nombre Venezuela a la región que exploró en sus dos primeros viajes y por haber descubierto el Lago de Maracaibo y fundar Santa Cruz-La Guairita), encarnado con vigor electrizante por Roberto Bonacini, tipo complejo, sanguinario y ultra-religioso a la vez, el prototipo de los aventureros que cruzaron el Atlántico en busca de riquezas y volvieron con una mano delante y otra detrás. También destaco a Miguel Lago Casal como Colón alejado del cliché tanto físico como de comportamiento, le imprime tridimensión; reseñable Denis Gómez como Magallanes, mesurado, de fuerte carácter, contenido, vigoroso, lastima lo de su peluca y varaba postiza, parece que con él los peluqueros se hubieran ausentado de la serie y hubieran cogido a un aprendiz. Serie necesaria para quitarse de encima el estigma de que la visión que se tiene de los “Conquistadores” españoles, o héroes o sádicos racistas, pues ni uno ni lo otro, gente hija de su tiempo, estigma y complejo que nunca han tenido otros países vecinos como Francia o Gran Bretaña, orgullosos de su pasado, incluso con sus aristas.
Puesta en escena notable, inmersión fabulosa en este tiempo y lugares, con espléndida dirección artística de Matteo Mariotti (“Ágora”), filmando en escenarios naturales de Brasil, Burgos (Aranda del Duero se convirtió en perrera y taberna en Isla de la Española [actual Haití]), Palencia (San Martín de Frómista), Ávila (escenario para campamento sarraceno), Huelva (Palos), Cádiz (se rodó con la réplica del primer barco que dio la vuelta al mundo, la Nao Victoria en Puerto Sherry), Zaragoza (El Monasterio de Veruela en Tarazona para la corte de los Reyes Católicos), Navarra (Olite y su Palacio Real), Cantabria o Almería, con recreación muy buena de fuertes y réplicas de carabelas, con una labor de vestuario y maquillaje glorioso, transmitiendo veracidad. Lo que si echo en falta es una mejor es escenificación de las batallas, muy pobres los enfrentamientos que vemos entre españoles e indígenas, precarios medios en figurantes, quedan algo ridículas ver a unos poquitos nativos atacando a unos escasos hispanos en la playa, como también me falta más aprovechamiento de los hermosos paisajes salvajes americanos. Esto puede achacable a la fotografía de Lati Maraña, aunque este tiene otros muchos aciertos, con mucha cámara al hombro dando sensación de realismo de reportero de guerra, con muchos primeros planos que extraer lo mejor de las actuaciones, jugando con las escenas nocturnas con mucha luz de vela y de hogueras, con algunas tomas aéreas cargadas de épica, con mucho de goticismo, con ese metafórico recurso de constantes tomas de la pintura sobre una pared que a medida que se descubren nuevos territorios se hace más grande la tierra; La música es obra del bilbaíno Jesús Silverio Cavia Camarero, conocido por Silverius de Ura y por su proyecto NEØNYMUS, que inunda el metraje de sonidos corales mágicos que nos hacen cuasi-levitar en su trascendencia sensorial, crea un halo etéreo sublime sobre los fotogramas.
La omnipresente narración en off de un supuesto (ficticio) acompañante en todas las expediciones narradas, un narrador que imprime un tono entre cínico y sardónico, muy al estilo del novelista Arturo Pérez Reverte, dotando a los personajes y las situaciones de pragmatismo, de aristas, de dimensión humana, radiografiando la codicia, el sadismo, el racismo, la corrupción, y en lo bueno el sentido aventurero, las ansias de abrir fronteras de los pioneros exploradores que agrandaron el mundo, Bartolomé de las Casas y su humanismo crítico con la violencia contra los indígenas. Mostrando un crisol de personajes tallados a machete, valientes marinos, vividores, maleantes, caballeros, sádicos, buscafortunas, arribistas, nobles. Se suman diálogos dramáticos, con sustancia, en medio de situaciones que refuerzan el carácter de los personajes. Estas caracterizaciones huelen a auténtico, rostros demacrados, avejentados, feistas, cadavéricos cuando se nota pasan hambre, con indígenas que me recuerdan en su verité a los de “Apocalypto”, añadiéndose momentos que dan carácter y empaque dramático, como las secuencias entrelazadas con el Papa contemporáneo del Descubrimiento, como los motines, el partido por el pellejo en la playa de Cabo de Hornos, o el tenso encuentro de Elcano en un Fuerte de Cabo Verde intentando comprar víveres.
Para mí el más sorprendente de los protagonistas (por lo poco conocido) es Alonso de Ojeda (navegante, gobernador y conquistador español; recorrió las costas de Guyana, Venezuela, Trinidad, Tobago, Curaçao, Aruba y Colombia. Famoso por haber dado el nombre Venezuela a la región que exploró en sus dos primeros viajes y por haber descubierto el Lago de Maracaibo y fundar Santa Cruz-La Guairita), encarnado con vigor electrizante por Roberto Bonacini, tipo complejo, sanguinario y ultra-religioso a la vez, el prototipo de los aventureros que cruzaron el Atlántico en busca de riquezas y volvieron con una mano delante y otra detrás. También destaco a Miguel Lago Casal como Colón alejado del cliché tanto físico como de comportamiento, le imprime tridimensión; reseñable Denis Gómez como Magallanes, mesurado, de fuerte carácter, contenido, vigoroso, lastima lo de su peluca y varaba postiza, parece que con él los peluqueros se hubieran ausentado de la serie y hubieran cogido a un aprendiz. Serie necesaria para quitarse de encima el estigma de que la visión que se tiene de los “Conquistadores” españoles, o héroes o sádicos racistas, pues ni uno ni lo otro, gente hija de su tiempo, estigma y complejo que nunca han tenido otros países vecinos como Francia o Gran Bretaña, orgullosos de su pasado, incluso con sus aristas.
Puesta en escena notable, inmersión fabulosa en este tiempo y lugares, con espléndida dirección artística de Matteo Mariotti (“Ágora”), filmando en escenarios naturales de Brasil, Burgos (Aranda del Duero se convirtió en perrera y taberna en Isla de la Española [actual Haití]), Palencia (San Martín de Frómista), Ávila (escenario para campamento sarraceno), Huelva (Palos), Cádiz (se rodó con la réplica del primer barco que dio la vuelta al mundo, la Nao Victoria en Puerto Sherry), Zaragoza (El Monasterio de Veruela en Tarazona para la corte de los Reyes Católicos), Navarra (Olite y su Palacio Real), Cantabria o Almería, con recreación muy buena de fuertes y réplicas de carabelas, con una labor de vestuario y maquillaje glorioso, transmitiendo veracidad. Lo que si echo en falta es una mejor es escenificación de las batallas, muy pobres los enfrentamientos que vemos entre españoles e indígenas, precarios medios en figurantes, quedan algo ridículas ver a unos poquitos nativos atacando a unos escasos hispanos en la playa, como también me falta más aprovechamiento de los hermosos paisajes salvajes americanos. Esto puede achacable a la fotografía de Lati Maraña, aunque este tiene otros muchos aciertos, con mucha cámara al hombro dando sensación de realismo de reportero de guerra, con muchos primeros planos que extraer lo mejor de las actuaciones, jugando con las escenas nocturnas con mucha luz de vela y de hogueras, con algunas tomas aéreas cargadas de épica, con mucho de goticismo, con ese metafórico recurso de constantes tomas de la pintura sobre una pared que a medida que se descubren nuevos territorios se hace más grande la tierra; La música es obra del bilbaíno Jesús Silverio Cavia Camarero, conocido por Silverius de Ura y por su proyecto NEØNYMUS, que inunda el metraje de sonidos corales mágicos que nos hacen cuasi-levitar en su trascendencia sensorial, crea un halo etéreo sublime sobre los fotogramas.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
El 12 de octubre de 1492, tras más de un mes de navegación marcado por falta de provisiones y conatos de amotinamiento de los marineros, Cristobal Colón llegó a la isla de Guanahaní pensando estaba en las Indias. Sin saberlo, descubrió América. #0 recuerda este periplo en una serie documental de ocho episodios que recrea los treinta primeros años de la llegada de los españoles al Nuevo Mundo. «Colón descubrió un continente, Vasco Núñez de Balboa el mayor océano del planeta, Fernando de Magallanes y Juan Sebastián Elcano demostraron que la Tierra es redonda y apenas tienen una película, un par de documentales y algunas plazas», plantea Israel del Santo, director del documental. «Nuestra misión era contar desde el capítulo uno la historia de estos hombres que cambian la percepción del mundo y del ser humano», añade. Y todo esto ocurrió en apenas treinta años. «Queríamos que todo fuese real, pero pronto vimos que la trama histórica es más parecida a una ficción de lo que podíamos imaginar. Los conquistadores comparten formación, amistad, envidias rivalidades...», plantea el director. Defiende que la historia está llena de detalles: «Los descubridores no eran tipos muy formados, sino “perros de guerra”, que se quedan sin trabajo tras la reconquista de Granada y parten a América. Eran tipos rudos, que hacían las cosas por pura fortuna o error». La historia está narrada desde el punto de vista de Castilla, pero eso no quiere decir que se haya dejado de lado la versión de los indígenas. «Hemos querido mostrar a dos bandos igualados, bravos, con valores, que pelearon valerosamente. Pero los españoles tenían una mejor tecnología», recuerda Del Santo. Para no caer en especulaciones, solo han recurrido a fuentes acreditadas. «Colón y Bartolomé de las Casas escribieron sus propias cartas. Incluso hemos usado frases escritas por ellos. La conquista está muy documentada; y para la parte indígena hemos aplicado nuestra propia experiencia allí», puntualiza el director sobre una producción grabada solo en escenarios naturales. «La tontería propia de los actores se nos quitó rápido. Dormíamos en hamacas, con 35º grados, humedad... Estábamos muy lejos de nuestra zona de confort. La crudeza del entorno nos ayudó a meternos en el papel», recuerda el intérprete Mario Lago. Todos coinciden en que la inocencia de las tribus con las que trabajaron les ayudaron a imaginarse las escenas a las que se enfrentaban esos colonos españoles. Estamos en un buen momento para reivindicar esta etapa histórica? «Nuestra labor es contarlo tal y como fue y que el espectador saque sus conclusiones. Seguro que habrá quienes lo quieran malinterpretar, pero nuestra responsabilidad acaba una vez contada la historia», concluye Del Santo. «Algunos echarán mano de conceptos como España, los derechos humanos... pero entonces no existían». Ingleses y americanos siempre han sabido vender mejor su historia, asiente el director: «Bernal Díaz del Castillo ya escribió en el S. XVI: “No sé por qué todos los ángeles son anglosajones”». [Dixit]
Me queda un buen acercamiento humano a los que protagonizaron una de las grandes gestas de la Humanidad, aventureros que trazaron los vacíos de los mapas, los que le agregaron América, los que unieron todos los océanos en uno, los que acabaron con la idea de que la Tierra era plana, los que soñaron con la eterna juventud. Aun así me faltan más de esta odisea, como la conquista de México de Hernán Cortés (hay un tímido esbozo), la conquista de Perú por Pizarro, o la búsqueda de El Dorado, igual es que piensan en una segunda temporada. Fuerza y honor!!!
Me queda un buen acercamiento humano a los que protagonizaron una de las grandes gestas de la Humanidad, aventureros que trazaron los vacíos de los mapas, los que le agregaron América, los que unieron todos los océanos en uno, los que acabaron con la idea de que la Tierra era plana, los que soñaron con la eterna juventud. Aun así me faltan más de esta odisea, como la conquista de México de Hernán Cortés (hay un tímido esbozo), la conquista de Perú por Pizarro, o la búsqueda de El Dorado, igual es que piensan en una segunda temporada. Fuerza y honor!!!