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España España · almeria
Voto de TOM REGAN:
8
Western Un grupo de colonos buscadores de oro se establece en un lugar de California, pero sufren el acoso de los hombres de Lahood, el propietario del resto de las explotaciones mineras. Pero un día al poblado llega un misterioso y frío predicador (Clint Eastwood) que se pone de parte de los colonos, y comienza a enfrentarse al temido cacique local. (FILMAFFINITY)
18 de enero de 2013
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
218/07(11/10/12) <Y cuando él hubo abierto el cuarto sello oí la voz de la cuarta bestia decir 'Ven a ver'. Y yo miré. Y contemplé un caballo pálido, y el nombre de su jinete era la Muerte. Y el infierno le seguía> Libro De Las Revelaciones. Clint Eastwood en su tercera dirección de un western nos regaló un intenso remake libre y mejorado de ‘Raíces Profundas’ (1953) de George Stevens, una muy entretenida cinta donde el tema central es el eterno de la lucha del bien contra el mal, el enfrentamiento entre el opresor y el débil, el realizador californiano le da su magnífico toque personal para regalarnos algunas escenas maravillosas, imbuidas de un tenebroso toque elegiaco-apocalíptico-religioso, hecho que la diferencia y maximiza de la cinta de Stevens. En un lugar indeterminado de las montañas en Estados Unidos, hay un grupo de humildes mineros que buscan oro artesanalmente, en la región hay un terrateniente poderoso, Coy LaHood (buen Richard Dysart) que ansia ese lugar para extraer el oro de forma industrial, estos se niegan a venderles las tierras, decide ir por las malas y ataca su campamento salvajemente, hiriendo a varios de ellos y dejando maltrecha su moral, entonces se produce una de las mejores secuencias adornada por una estremecedora música, esa tarde una niña de 14 años, Megan (gran Sydney Penny), mientras entierra en un bosque nebuloso a su mascota matada durante la refriega recita unos lúgubres versículos bíblicos mezclado esto con sus temores, <El señor es mi Pastor, nada me faltará. Pero me falta. Elñ me conduce hacia las aguas plácidas, él cura mi alma. Pero han matado a mi perro. Aunque camine por el Valle de las Sombras de la Muerte no temeré a nadie. Sin embargo tengo miedo por que tue estas conmigo. Tu cetro y tu báculo me confortaran. Pero necesitamos un milagro. Tu bondad y tu misericordia me acompañaran durante el resto de mi vida, sui es que existes. Moraré en la casa del Señor eternamente. Pero antes me gustaría disfrutar un poco de la vida. Si no nos ayudas moriremos. Te lo ruego, haz un milagro. Amén>, una especie de conjuro para sacar del Averno un Diablo Protector, y en un hermoso montaje (Joel Cox grande como catalizador de emociones trémulas) vemos imágenes de un misterioso jinete oscuro descendiendo una boscosa montaña. Al día siguiente este aparece en el pueblo para defender a un minero, Hull Barret (buen Michael Moriarty), se une a los buscadores de oro con la frase < El espíritu no vale una mierda sin un poco de ejercicio>, su coraje y falta de miedo hace que todos se vuelvan a unir, pero LaHood no se estará quieto. El hilo argumental es de gran simpleza, villanos contra humildes trabajadores, lo que hace especial la cinta sin duda es el personaje sin nombre, se conoce como ‘El Predicador’, deudor sin duda de sus trabajos con Leone donde su rol tampoco tenía nombre, y que Clint ya jugó con ello en ‘Infierno de cobardes’, personaje que es un esbozo sobrenatural de este Predicador, aquí está cubierto por un aura fantasmagórica, se puede entender como una alegoría mística de uno de los Cuatro Jinetes del Apocalipsis, ‘La Muerte’, es un Vengador? Un Ángel? Un Demonio? De su pasado todo son vagas referencias, no se sabe de dónde viene ni a donde va, tiene 6 cicatrices de bala en la espalda, tiene un revólver guardado en una caja de seguridad, hay quien cree reconocerlo pero no da crédito pues lo daban por muerto, todo esto le imprime un aire enigmático cuasi-etéreo, la ambigüedad moral es tratado de forma compleja dotando al relato de gran atractivo, y Clint Eastwood lo borda con una actuación desbordante de carisma. Destacable es también la peculiar relación que tiene con la muchacha Megan, donde la joven actriz Sydney Penny derrocha carácter, personalidad, valentía, y su relación de amor platónico por el Predicador estremece, teniendo su clímax en el final (spoiler). La puesta en escena es espléndida, el fotógrafo Bruce Surtees en su última colaboración con Clint, demuestra su maestría ensalzando la belleza de los abruptos paisajes, y sobre todo se eleva en los interiores, utiliza luz natural de velas o de hogueras, juega con las penumbras y los claroscuros, dando una patina cuasi-mística a los fotogramas, esto adornado por la deliciosa música de Lennie Niehaus (‘Sin perdón’ o ‘Mystic River’). La historia nos deja algunos valiosos momentos para el recuerdo, la espectral primera aparición del predicador cual creación de fábula de una chica herida de espíritu, las peleas con los hombres de LaHood del Predicador, la primera con los palos, con el chispeante epílogo de la frase <No hay nada como un buen trozo de nogal>, la que tiene con el gigante Richard Kiel con el desgarrador martillazo en medio en la entrepierna, como se unen todos los mineros para martillear una roca, la escena en que Megan le dice en el bosque al Predicador que lo ama, la reunión alrededor de la hoguera de los mineros, la operística muerte de un minero con su enorme pepita de oro a manos de los 7 mercenarios, el impresionante clímax final (spoiler). Tiene sus defectos, su plana línea argumental, su previsibilidad, el poco fondo de los secundarios, la historia de amor con Sarah Wheeler (correcta Carrie Snodgress), elementos que pulió para su siguiente y extraordinario western, ‘Sin Perdón’. Fuerza y honor!!!
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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