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Voto de TOM REGAN:
7
Drama. Romance A Lou Pascal (Burt Lancaster), un viejo gángster de poca monta que consigue algún dinero con las apuestas, lo mantiene en realidad la viuda de su antiguo jefe. En el mismo edificio que él vive Sally (Susan Sarandon), una atractiva mujer aspirante a croupier cuyo cuerpo lo tiene obsesionado. (FILMAFFINITY)
25 de noviembre de 2016
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
223/18(23/11/16) Sugerente drama realizado por el francés Louis Malle, una incisiva exploración sobre los sueños, sobre la vejez, sobre el paso inexorable del tiempo. Producción franco-canadiense con guión (debut en cine) del dramaturgo John Guare (“Seis grados de separación”), una de las 41 películas que han sido nominadas para todos los " cinco grandes " premios de la Academia , incluyendo Mejor Película , Mejor Director , Mejor Actor , Mejor Actriz y Mejor Guión, y una de las ocho entre este grupo de no llevarse premio alguno. El marco de la ciudad Atlantic City no es arbitrario, una urbe en decadencia, en plena remodelación, con edificios que se demuelen para dar paso a una nueva era de prosperidad es una alegoría inteligente sobre los que han sido algo en el lugar se convierten en esas construcciones obsoletas que ya han dado todo de sí y deben dejar paso al “futuro”. Tiene en sus actuaciones principales dos fuertes pilares, un sublime Burt Lancaster, que representa esos ajados pero orgullosos edificios, y Susan Sarandon (en su segunda colaboración con el entonces su pareja, Louis Malle), que representa la juventud candorosa, llena de ilusiones y esperanzas.

Sally (Susan Sarandon) es una joven camarera en un casino de Atlantic City, su sueño es convertirse en la primera mujer crupier de blackjack en Monte Carlo. Su ex marido Dave (Robert Joy) le hace una visita con intención vender un alijo de cocaína robado en Filadelfia, para este negocio le pide ayuda a Lou (Burt Lancaster), un avejentado ex gángster, que vive en el mismo edificio de apartamentos de Sally. Lou vive de modo precario entre lo poco que saca como corredor de apuestas y con lo que le saca a una mujer, Grace (Kate Reid), con la que actúa de mancebo ocasional.

Es una historia que sobre todo nos habla de los sueños, de los que hay por alcanzar y de los que se dejaron escapar, de la vejez y de la juventud, y ahí surge el amor, el intergeneracional, el de necesidades mutuas, el vampírico de la vejez que espera sentirse de nuevo joven, y el de la joven que quiere ser amada. Todo en un entorno geosocial que marca a fuego a los personajes, una ciudad que una vez fue grande, donde reinaban los gánsteres, símbolo es el protagonista Lou, y ahora reina la melancolía ambiental, donde la bola de demoliciones parece ser el martillo que echa abajo el pasado, refleja el desmoronamiento de un modo de hacer las cosas, la desintegración de lo viejo para dejar paso a lo nuevo, donde la mafia debe dejar lugar a las poderosas corporaciones, es un pasado que muchos lloran (ejemplo no solo Lou, también anciano que trabaja en los servicios del hotel), quizás idealizando algo que nunca fueron, Lou piensa que fue un matón de la mafia, que alternó con la “aristocracia” de la mafia (Al Capone, Bugsy, Nucky…), cuando en realidad fue un mindundi cobarde que huía al primer disparo. Sally es su contrapunto, la juventud, todo el futuro por delante, sueños por cumplir, esperanzas de un mañana mejor, es la gente que se va asentar en las ruinas que dejaran los viejos. Asimismo se nos habla con hondura sobre la redención, sobre saber aprovechar las oportunidades, sobre saber valerse de los golpes del destino, sobre los recuerdos que nos hacen vivir una realidad distorsionada.

La salsa del film, lo que da vigor y emociona es la relación entre los dos protagonistas Lou y Sally, dos perdedores, dos almas solitarias, y entre los dos surge una asociación de retroalimentación uno del otro, Lou ve en ella la fantasía sexual de la conquista de algo de juventud candorosa, a la damisela que proteger y ayudar, y Sally ve en él a una figura idealizada de la experiencia, la veteranía, la elegancia, de la que quiere absorber parte. Los dos personajes deliciosamente delineados, los introspecciona con sutilidad y mimo, ello en un desarrollo sereno, con algunas dosis de humor, con algunas situaciones intensas que dan relieve y peso dramático de cierto caldo al relato.

La puesta en escena rezuma un algo del neorrealismo italiano, con una exposición tristona y feista de la decadente Atlantic City, con un ben iseño de producción de Anne Pritchard (“Snake eyes”), rodándose en Atlantic City, Filadelfia y Nueva York, moviéndose por el popular paseo marítimo de Boardwalk, edificios de pisos mugrientos, hoteles en reformas, esto filtrado por la fotografía del belga Richard Ciupka (en color y panavisión), entonos mate apagados, emitiendo desencanto climático, con notables primeros planos que explotan la expresividad de los actores, explotando con morbo el voyeurismo del protagonista, haciéndonos sentir a nosotros espías turbios en subjetivo. La música es ambiental, no hay en off, ejemplo la que se oye en la radio, o la que se oye en un reproductor, de este modo oiremos el aria “Costa Diva” de la ópera de Vincenzo Bellini Norma (lo oye Sally en una cinta), o la canciones "Atlantic City, My Old Friend" de Paul Anka, o la canción dedicada a la ciudad “On The Boardwalk of Atlantic City”, de 1946. Louis Malle contrató al compositor galo Michel Legrand para escribir la partitura de la película, al final, Malle decidió no utilizarla, y optó por que la música de la película fuera incidental.(sigue en spoiler por falta de espacio)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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